Si uno quiere saber por dónde van los tiros hoy en el Museo Thyssen , basta con darse un paseo por el vestíbulo para ver hasta qué punto está ‘colonizado’ por la familia del barón y los dispares gustos personales como coleccionistas de cada uno de ellos. La espléndida colección de Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza , que el Estado español adquirió en 1993 por 350 millones de dólares y que es el núcleo central del museo, estaría representada por ‘El Paraíso’, de Tintoretto , uno de sus tesoros, al fondo del hall. A su lado, un colorista cuadro de la japonesa Ayako Rokkaku , de la colorista Colección de Blanca y Borja Thyssen . Poco o nada tienen que ver. Y dialogar (esa expresión de los esnobs del arte), parece que tampoco mucho.En la pared de enfrente, retratos de los barones Thyssen y de los Reyes Juan Carlos y Sofía, realizados por Ricardo Macarrón , muy del gusto de Tita, al igual que los macetones con plantas. Tintoretto, Rokkaku y Macarrón. ¡Viva la diversidad! A unos metros, las salas del museo con algunas de las 330 obras que Carmen Thyssen alquiló en 2022 al Estado español durante quince años, por 6,5 millones al año . Y más allá, en las salas de exposiciones temporales más señeras del museo, el desembarco de la Fundación TBA21 , o lo que es lo mismo, la colección de arte contemporáneo de Francesca Thyssen, hija del barón. Un museo nacional, tomado por los Thyssen. No solo están presentes en el Patronato, también en las salas del museo con obras de sus colecciones. Noticias relacionadas estandar Si David Bailey: «Me gusta el entusiasmo que tenía Picasso por todo» Natividad Pulido reportaje Si Cindy Sherman, la mujer de las mil caras Natividad PulidoLa cosa ha ido poco a poco . Las Fundaciones Colección Thyssen-Bornemisza y TBA21 tienen firmado desde hace tiempo un acuerdo por cinco años renovables para celebrar dos exposiciones anuales en el museo, que se exhiben en las salas Moneo de la planta baja y cuya temática gira en torno a la ecología, los océanos, las ballenas e incluso el yoga . En 2023, la muestra ‘Encuentros: obras de la Colección TBA21’ reunió 27 obras de Francesca Thyssen en las salas 30 a 52 de la colección permanente de la primera planta. Blanca y Borja Thyssen también han ido afianzando su presencia en el museo. La baronesa, vicepresidenta vitalicia del Patronato del museo, nombró patrono a su hijo Borja en 2020 . Desde hace unos años, se celebra una serie de exposiciones (dos al año) en torno a artistas presentes en su colección, iniciada en 2022 con una dedicada al hiperrealismo. Y está previsto que en un futuro no muy lejano hagan una monográfica con obras de su colección. ‘Terrafilia’, amor a la Tierra Arriba, Tracey Emin. ‘I Dream of Sleep’, 2002. Sobre estas líneas, a la izquierda, Vivian Suter. ‘Untitled’. A la derecha, Yamguen. ‘L’arrière pays mental’, 2023. © TBA21 Thyssen-Bornemisza Art Contemporary CollectionHay quienes se preguntan si es necesario que en un museo nacional se expongan obras particulares de la familia Thyssen. O al menos si tiene interés público . Lo que algunos llaman generosidad , para otros se trata simple y llanamente de revalorización de las obras al estar expuestas en un museo público, así como ahorro en depósitos, seguros y seguridad . Pero la sintonía entre TBA21 y el Museo Thyssen se torna total con la exposición ‘Terrafilia. Más allá de lo humano en las colecciones Thyssen-Bornemisza’ . Ya se había abordado el expresionismo alemán, lo oculto y la memoria colonial en las colecciones familiares. Se olvidó, eso sí, de descolonizar a Gauguin y su ‘Mata Mua’ . Comisariada por Daniela Zyman, esta nueva muestra trata de «repensar la relación de la humanidad con la Tierra a través de miradas artísticas, filosóficas y ecológicas». También, de « reimaginar el canon museístico tradicional al situar a la naturaleza –y no al ser humano– como sujeto central». Eso sí, no falta lo ‘queer’, la resistencia anticolonial y frente a lo heteropatriarcal, el indigenismo, el extractivismo… Las salas de exposiciones del Thyssen se convierten en un bosque animado , donde conviven obras del museo (Rodin, Dalí, Kandinsky, Georgia O’Keeffe, Ernst, Fanz Marc…) junto a otras de artistas contemporáneos de TBA21 (Ana Mendieta, Olafur Eliasson, Tracey Emin, Sarah Lucas, Carsten Höller… y otros nombres menos conocidos). Un crítico de arte lo ve más bien como una bienal de arte . Solana, como un gabinete de maravillas o curiosidades , donde conviven arte y naturaleza , arte histórico y contemporáneo: «Un canto a la tierra y sus criaturas en un mundo de caos global en manos del Joker y su banda . Por eso esta exposición es hoy tan necesaria». Los museos, dice Solana, «son entidades narcisistas que hablan de sí mismas. Los ‘blockbusters’ han entrado en crisis y los museos miran a sus propias colecciones». Apuesta por la entrada del arte contemporáneo en los museos históricos: «A veces es un tanto artificiosa. Aquí es natural». Y prosigue: «Es la gran exposición de la temporada. Lo que van a ver es algo que no se ha visto nunca en este museo , ni en nuestro espacio expositivo principal», dice Guillermo Solana sacando pecho. «Sorprenderá. Solo me arrepiento de no haberlo hecho antes. Este es el futuro de este museo . Se lo debemos a TBA21 . Nos ha obligado a salir de la zona de confort, nos ha abierto los ojos a muchas posibilidades. El montaje ha supuesto un esfuerzo extraordinario. A veces resulta incómodo pero es necesario si se quiere tener futuro». La transformación del modelo de museo será gradual, paso a paso, advierte: «No se va a desmantelar de la noche a la mañana para no desconcertar al público. El museo seguirá cambiando, habrá nuevos modos de presentar la colección ».Gabinete de maravillas o curiosidades Arriba, Elyla, en colaboración con Milton Guillén. ‘Torita-encuetada’, 2023. Sobre estas líneas, a la izquierda, Daniel Otero Torres. ‘Amigos ancestrales’, 2024. A la derecha, Sarah Lucas. ‘Bunny Gets Snookered #3’, 1997 © TBA21 Thyssen-Bornemisza Art Contemporary CollectionY más piropos a Francesca y su fundación: «No es una burbuja experimental, queremos que contamine todo el museo . El programa de TBA21 ha contribuido a rejuvenecer nuestros públicos . Debemos renovar nuestra programación». Atrás parecen quedar impresionistas y realistas madrileños como Antonio López o Isabel Quintanilla , que tanto tirón de público tuvieron. Tras dos años seguidos perdiendo visitantes, parece un tanto arriesgado el cambio de modelo. Exultante se mostraba Francesca Thyssen por esta exposición «tan creativa e imaginativa», por haber «logrado algo único que no se había hecho nunca, por romper las reglas y nuestros propios prejuicios». La coleccionista y mecenas recordaba que el Thyssen es « un museo generacional . Mi tatarabuelo le encargó 30 esculturas a Rodin. Hizo seis, que están aquí. Mi abuelo tenía un ojo estupendo para el Renacimiento y los antiguos maestros. Mi padre se liberó de su padre con su visión del arte moderno. Cada generación rompe con la anterior. La trayectoria familiar convierte este museo en algo único. Mis hermanos Blanca y Borja también coleccionan. Son colecciones muy distintas a la mía. Somos una familia difícil, pero a todos nos encanta el arte ». Hubiera sido impagable cerrar la exposición con la ‘performance’ de Tita encadenada a un árbol del museo y gritando ¡No a la tala!.

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