Podemos ya creer en el hecho de la Gran Vía. Dichosamente, la realidad, esta vez propicia para el Municipio madrileño, disipa para siempre dudas y obstáculos. Madrid comienza la gran reforma urbana del interior, que ha de ser una obra de embellecimiento y de higiene. Durante algunos años, desde la iniciación del pensamiento, la villa y corte soñó con la efectividad del proyecto; luego cayó éste en olvido, que era magna la empresa y sobrepujaba a la voluntad la escasez de medios; por último, resurgió la idea, y lo que parecía empeño inverosímil ha cuajado en una iniciativa financiera, digna, en verdad, de incondicional aplauso. Justo es que hoy, substituyendo al chiste y a la burla, más o menos donosa, con que se ha señalado por espacio de dos décadas el abandono del proyecto, mane de nuestro pensamiento y de nuestros labios una alabanza y un vítor con que mostrar legítimo contento. La inauguración: el sitioColocado sobre el chaflán del edificio del Fénix se extendió el estrado desde la esquina de la calle de Alcalá a la de Caballero de Gracia, alzándose en el centro un dosel, sustentado por dos gigantes alabardas, y en cuyo fondo lucía un soberbio tapiz de la real fábrica de Madrid. Este tapiz, tejido por cartones de Jordán, con cenefas de Conrado Díaz, representa á Absalón suspendido por los cabellos de las ramas del árbol. A la derecha de este dosel, y sobre el misino estrado, se había dispuesto la tribuna especial para el Cuerpo Diplomático y la banda municipal, y, formada en doble línea, con uniforme de gran gala, la guardia urbana de a pie y de a caballo. Desde las diez, muchedumbre de gente llenaba la calle de Alcalá, pugnando por rebasar las líneas del rectángulo que formaban los mástiles empavesados con banderines y gallardetes de muy varios y pintorescos tonos. Llegada de los ReyesA las once y cinco llegaron, en diferentes coches, S. M. la Reina doña Cristina, a quien acompañaba la dama de guardia, marquesa de Heredia Spínola; la infanta doña Isabel con la marquesa de Nájera; la infanta doña Teresa con la condesa de Mirasol, y el infante D. Fernando, con su hermano el príncipe Adalberto. El alcalde y los primeros tenientes de alcalde entregaron a las augustas señoras preciosos ramilletes con porta-bouquets de seda. A las once y veinte sonó de nuevo la marcha Real: llegaban SS. MM. el Rey y la Reina doña Victoria, acompañados por el príncipe Leopoldo. Vestía el Rey uniforme de capitán general, con largo capote gris y casco; S. M. la Reina doña Victoria, traje de terciopelo negro, boa de armiño y sombrero azul, adornado con plumas negras. Situáronse Sus Majestades a la derecha del estrado, y el Sr. Francos Rodríguez presentó al sacerdote Sr. Jiménez, cura de San José, cuya casa-abadía será el primer edificio demolido. El señor Canalejas mostraba la piqueta inaugural. Era de plata y oro, de unos treinta centímetros de longitud, con artístico mástil. En una planchuela lleva la inscripción siguiente: «Prolongación de la calle de Preciados a la Plaza del Callao y de ésta al enlace con la calle de Alcalá. Hizo la inauguración S. M. el Rey D. Alfonso XIII. 31 de marzo de 1910». (Esta era la fecha que oficialmente se designó).La familia Real tomó asiento en los sillones al efecto dispuestos. A su derecha se reunieron el Gobierno y las autoridades, entre ellas el alcalde; a su izquierda formó el Ayuntamiento. Y con la venia del Rey, y a indicación del Sr. Canalejas, el Sr. Francos se adelantó y habló sobre la obra: «Señor: conocido es el plan por V. M.; sólo recordaré que se expropian 352 fincas, que desaparecen 19 calles y se reforman 32, quedando una superficie de terreno de 3.000 metros cuadrados. A esta obra han cooperado con su inteligencia y con su empeño los Sres. Picavea, Gravelot y Bielsa».La Gran Vía, en la actualidad, es una de las principales avenidas de la capital, y un foco de atracción turística sin parangón ISABEL PERMUYEl jefe del Gobierno avanzó luego descubierto y dijo: «El acto de hoy es punto de partida para la transformación de Madrid, pues su Ayuntamiento todo, unido al Gobierno, tiene que realizar grandes empresas que sean ejemplo para las capitales de España».La piqueta en acciónSeguidamente, el Rey acompañado por el presidente del Consejo y por el alcalde, se dirigió a una pequeña plataforma adosada a la casa del cura de San José, y requiriendo la piqueta de oro dio con el pico un fuerte golpe en la pared. Vivas y aplausos acompañaron á la acción. La banda municipal, en aquel momento, entonó el pasodoble ‘Dos de Mayo’, del inolvidable Chueca.Tornó el Monarca al estrado, donde el secretario general del Ayuntamiento, señor Ruano, tenía preparada el acta, y puso en ésta su firma. Luego, comenzando por las Reinas é Infantes y el Sr. Canalejas fueron firmando las dem.ás personas. En tanto se firmaba, aparecieron por los tejados y balcones de las dos casas en derribo gran número de operarios, comenzando á levantar tejas y a dar golpes de piqueta con tal presteza, que promovieron un aplauso.Uno de los obreros era el maestro don Álvaro Guadaña, que había querido tener el honor de iniciar los trabajos. Poco después, doce obreros más secundaron la obra de los dos primeros. El Sr. Francos Rodríguez dio orden para que se entregaran inmediatamente 25 pesetas a cada uno de los dos obreros que dieron el primer golpe. De manera que, para ellos, ha sido lo que se dice un buen golpe.

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