El Tour de Francia comenzó sin cortesía alguna este sábado en Lille y mantuvo el domingo en el norte del país (departamento de Calais) un ritmo afilado y sin piedad que deparó un final muy atractivo para el aficionado, aunque sin grandes diferencias en el cronómetro.Un caos inicial de tráfico, acentuado por la lluvia torrencial y los atascos , retrasó veinte minutos el inicio de una etapa peligrosa, de carreteras estrechas y continuos cambios de rasante (la más larga del Tour: 209 kilómetros), complicada por unas precipitaciones cuantiosas que derivaron en pinchazos frecuentes para los corredores, reblandecidas sus cubiertas por el agua que les acompañó durante toda la jornada.La fuga del día, compuesta por cuatro ciclistas –Armirail (Decathlon), Fedorov (Astana), Van Moer (Lotto) y Leknessund (Uno-X)– se formó con bastante rapidez y duró muchos kilómetros, pero jamás llegó a obtener una distancia superior a los tres minutos. Leknessund, campeón nacional noruego, sufrió durante la aventura un pinchazo y una caída, aunque no llegó a descolgarse nunca de un cuarteto que cabalgaría en solitario hasta el kilómetro 150.Los equipos empezaron a organizarse a falta de un centenar de kilómetros, cuando el viento y las rectas largas acentuaban el perfil de ‘clásica’ de una etapa catalogable de media montaña, con hasta 2.500 metros de desnivel acumulado. Los directores eran conscientes de que los últimos 50 kilómetros del recorrido, con muchos desniveles y un viento presumiblemente de costado, podían volver a deparar una etapa tan sustanciosa y arriesgada como la del sábado. La caída masiva ocurrida en la parte trasera del pelotón antes de coronar la Côte de Cavron-Saint-Martin recordó a los ciclistas la necesidad de estar bien colocados ante un final más exigente de lo esperado, con dos ‘muros’ cortos pero encadenados , idóneos para provocar algún ataque salvaje en los diez últimos kilómetros de carrera. La meta estaba situada en la pintoresca localidad de Boulogne-sur-Mer, tradicionalmente el primer puerto de pesca de Francia, cuya localidad llevaba sin acoger el Tour desde 2012 (cuando Peter Sagan consiguió allí el primero de sus numerosísimos triunfos en la ronda francesa). Una calma tensa, bajo el control de los equipos más fuertes, condujo a los ciclistas sin grandes sorpresas del viento hasta el puerto de Haut Pichot, situado a 30 kilómetros de meta, muy corto y explosivo como todas las cotas de tercera y cuarta categoría del día. Wout Van Aert imprimió un ritmo alto , pero el repecho duraba poco más de un kilómetro: parecía que sólo iba a adelgazar el pelotón, con Vingegaard y Pogacar siempre a rueda, pero cuando coronaron el puertito se había formado un corte de veinticinco ciclistas en el que se mantenían el líder, el belga Jasper Philipsen , y los principales favoritos. El grupo principal logró darles caza en unos pocos kilómetros. En los 10 últimos quedaban dos cotas, además de un repecho final con 1,2 kilómetros al 4% en las calles de Boulogne-sur-Mer.En la primera cota, la de Saint-Etienne, es donde se desató la furia de los colosos tras 200 kilómetros de tensión y una pelea frenética por encontrar buenas posiciones antes de la primera curva del puerto. Jorgenson arrancó para aprovechar el ritmo impuesto por sus compañeros de Visma en las primeras rampas. Sólo le aguantaron Pogacar, Vingegaard, Evenepoel, Van der Poel y tres elegidos más, pero el grupo volvió a capturarles en el descenso. En la segunda cima atacó Vacquelin, sin lograr soltar a sus compañeros de cabeza. Después se lanzó Vingegaard al coronar , poniendo a todo el mundo en fila. Lo volvieron a intentar en el llano Vacquelin y Jorgenson. Joao Almeida trabajó para cerrar el hueco: todo iba a quedar para un demarraje en el repecho definitivo. Y allí el más fuerte fue Mathieu van der Poel, nuevo líder del Tour tras un precioso ‘sprint’ contra Tadej Pogacar .

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