Carlos Alcaraz vuela en este Wimbledon hacia la semifinal. Impecable, resolutivo, despiadado incluso con un Cameron Norrie que lo intentó, y lo padeció. Esta versión cada vez más entonada del murciano porque ya está a punto todo: la mesura, las soluciones, el saque (72 % de efectividad con el primero), el revés, la derecha (36 ganadores). Todo a un nivel superior con el que acribilla en su ronda de cuartos y atiende a la cita con Taylor Fritz del viernes.Wimbledon Cuartos Carlos Alcaraz 6 6 6 Cameron Norrie 2 3 3Admitía Alcaraz que jugar contra un zurdo tenía sus trucos. Aunque se fija en lo que puede hacer él más que en los demás, intentó acostumbrarse a esa bola más baja que suelen lanzar los zurdos con un entrenamiento mañanero con Ben Shelton. Una aclimatación que intenta poner en práctica desde el inicio a la hora del té, a medio gas la pista Central a pesar de tener al campeón y a uno de los suyos porque le costó tres horas a Sabalenka alcanzar la semifinal y había que retomar fuerzas. Pero se va animando el personal, también Alcaraz, al que le cuesta el primer turno de saque en el que afronta las primeras tres bolas de rotura. Norrie está más fino que él en estos primeros instantes, que tiene una cuarta opción, pero sigue habiendo calma en la mano del murciano. Un buen saque, una derecha poderosa, un error del británico, un revés cortado, una dejada y todo vuelve a su lugar, el lugar que él quiere.Ni con esas vas a ganarme, parece decirle Alcaraz, al que le cuesta muy poco contener el fuego del rival y expande el suyo con más acierto. Un buen resto, otra derecha larga, y Norrie tiembla con dos dobles faltas. No está fino el partido no obstante. El español sigue de prueba y error y vuelve a ser un 0-30 en su segundo turno de saque. Nada que no pueda revertir con una derecha a la línea y un cortado imposible de levantar. Como si jugar a favor le pareciera demasiado fácil y quisiera entretenerse con algo más. Porque tampoco Norrie le ofrece por el momento demasiada resistencia. Solventado ese 0-30, engatusa al británico con un poquito de presión y este se derrite. Otra doble falta, otro revés que no pasa la red, otra derecha española que lo aturde y un globito a la línea que lo deja en la lona. 4-1, 20 minutos, demasiado fácil. Demasiado Alcaraz.Es la diferencia entre Alcaraz y Norrie, entre Alcaraz y casi todos los demás. El británico tiene las opciones al resto, pero no las acaba de cuajar, o le entra el vértigo o la defensa es mejor; cuando está del lado del español, ya no las deja escapar. Y con el viento, poco en Londres este martes soleado y caluroso, Alcaraz con todo. De sufrir un poquito en sus turnos de saque, a tres ‘aces’ para el 5-1. De esperar a que el británico exponga su estrategia, a imponer la suya a dejada limpia para el 6-2, en 28 minutos, demasiado fácil. Demasiado Alcaraz.Wimbledon, educado siempre, que esto no es Roland Garros con los tenistas franceses ni Norrie es Andy Murray, acude a la llamada del británico, que necesita algo de ayuda. Por fin llena la pista central para cuando empieza el segundo set, arrastra el tenista local a sus aliados para que celebren y animen con el primer juego. «¡Come on, Cam!», intentan empujarlo. Pero es Alcaraz el que acaba acaba por rendir a todo el personal. Y a Norrie, incapaz de aguantar su saque ni llegar a las dejadas ni traducir en efectividad el estilo ordenado y prudente de su tenis.Instalado ya en ese nivel de superioridad intransigente, Alcaraz aturde a Norrie con repertorio de derechas largas, sin demasiada potencia, pero sí dirección e intención, con las que lo mueve y mueve de lado a lado. El británico lo intenta, persigue la pelota como un collie y alguna atrapa, pero cuando lo hace ya está Alcaraz en la posición oportuna para sentenciarlo al otro lado. Demasiado fácil, que hasta parece aburrir a Alcaraz, que firma mejores números con el saque que al inicio del torneo, pero se desdice en el sexto juego con un par de errores. Y se anima la grada porque es una opción de rotura para Norrie que ni él se esperaba. Da igual. Todo es Alcaraz. Este Alcaraz que descerraja dos ‘aces’ para, como decimos, poner todo en su lugar.Demasiado fácil, que prueba Alcaraz cosas, derechas potentes, revesitos cortados. Algunas les salen, otras no, pero no hay ninguna sensación de peligro. A cada pequeño error, una solución. A cada derecha larga de más, una controlada a la esquina del deuce o de la ventaja, donde no llega Norrie. A cada muñecazo que inventa y que no sale, una dejada perfecta para ganarse la primera bola de set. Porque este Alcaraz baila, surfea, se desliza por la hierba como un patinador artístico. Al punto para golpear a la pelota en el momento justo y esperar la siguiente en el nivel de flotación adecuado para no llegar tarde, ni pronto, sino en el próximo punto exacto. Con delicadeza, firmeza y acierto. Y un 6-3 cuando se cumple una hora de juego. Y Norrie corre y jadea y lo intenta, pero asume la realidad, que no le llega, que es imposible, que su nivel es el que es, muy bueno, hasta cuartos de Wimbledon, y el del español es un estado de gracia, porque maneja como quiere la pelota y cuando quiere al rival. Por eso se desmarca con un gesto más de otros que suyo, siempre tan medido el 61 del mundo. Se permite un puntazo y una dejada con mucho efecto a la que no llega Alcaraz y levanta los brazos un instante, como con timidez, un pedir el aplauso para ver si esto puede ir a más. Al menos un poco más. La Catedral responde, y por fin hay cierta euforia en la ovación y se multiplican los «Go, Cameron». Es un 2-2 en el marcador.Pero hay poco, muy poco más. Al menos, por parte de Norrie, y no por su culpa, que lo sigue intentando hasta el final, sino por parte de Alcaraz, que ya no inventa ni juguetea, que quiere descansar y desconectar e irse a jugar al golf con Spider-Man, que Tom Holland se lo ha pedido esta mañana en el entrenamiento. Así que vuelve a lo que funciona, a las derechas que desorientan al británico en el séptimo juego, a la seguridad de los primeros servicios y a pedir el aplauso para el rival cuando cierra el pase a la semifinal con elegancia, derecha y al saque, que se permite Norrie un último aplauso de agradecimiento por la entrega. Y hasta un poco más con ese 15-30 que, claro, Alcaraz desdibuja con dos saques casi directos.»Jugar estas semifinales otra vez es superespecial. Es lo que he intentado desde el principio del torneo. Y estoy muy feliz. Pocos trabajan más que Norrie, y estoy muy feliz de verlo jugar estas rondas», comentó sobre su rival. Y sobre Fritz: «Hemos jugado algunas veces y sé que será difícil. Tengo que estar muy concentrado, pero por el momento quiero disfrutar de estar aquí otra vez. Poder descansar ahora dos días también me va a venir bien, aunque no creo que pueda ir a Ibiza. Intentaré disfrutar con mi familia y mi equipo, me gustaría ir al centro, pero seguro que jugaré al golf que me ha venido bien durante estos días y hay que repetir lo que te va bien. Jugaré con mi entrenador, que es buen jugador, pero lo suelo ganar siempre», bromeó el murciano, que sigue volando en la alfombra verde de Wimbledon, citado el viernes con Taylor Fritz, que superó a Karen Khachanov por 6-3, 6-4, 1-6 y 7-6 (4).

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