Los más veteranos de la zona cuentan que una de sus aficiones cuando eran chavales era ir a desenterrar proyectiles al campo, restos de la Batalla del Ebro que en estos parajes tuvo lugar entre julio y noviembre de 1938 . Esos mismos proyectiles son los que casi noventa años después han ido estallando como consecuencia del fuego que está asolando desde el lunes la zona del Baix Ebre, unas explosiones sin mayores consecuencias pero que sí dan cuenta de la virulencia de un incendio que ya ha arrassado unas 3.200 hectáreas pero ya no amenazaba con entrar de lleno en el Parque Natural de Els Ports, lo que hubiese podido provocar un fuego de una escala mucho mayor. «Aunque el incendio no está estabilizado ni controlado, ha tenido una evolución favorable y hemos alcanzado los objetivos marcados, básicamente impedir que las llamas entrasen en Els Ports », ha explicado el jefe del dispositivo de los Bomberos de la Generalitat y la consejera de Interior, Núria Parlón, en el balance de las 20.30 horas. Si la semana pasada, el incendio de Lérida tuvo unas consecuencias trágicas –dos payeses fallecidos y 5.000 hectáreas abrasadas, básicamente agrícolas–, el fuego que esta noche sigue ardiendo en Tarragona, con origen en la población de Paüls, ha amenazado con convertirse en una catástrofe ecológica. De hecho, durante toda la jornada el objetivo prioritario ha sido evitar que el fuego entrase en Els Ports, zona de «gran valor ecológico y con menos accesos», lo que hubiese dificultado el trabajo de extinción, tal y como contaban desde Bomberos en las horas críticas de la jornada, cuando aún se desconocía cómo evolucionaría el fuego. Se temía en ese momento por «un incendio de larga duración y con muchas más hectáreas quemadas». Un cambio de escala «abismal» que, al final, se ha podido descartar. Pese al trabajo de los servicios de extinción, de las hectáreas quemadas, 1.112 están dentro del perímetro del parque, según Agentes Rurales. Miembros de la UME llegando a la zona del incendio efeSi el fuego de Lérida se trató de uno de los conocidos como de sexta generación –en el que las altas temperaturas generan una meganube que acaba alimentando el propio fuego–, el de Tarragona es un gran incendio, pero de carácter más convencional, condicionado no tanto por su propia evolución como por la orografía del terreno y el régimen normal de los vientos. En este caso, el gran aliado ha sido la ‘marinada’, viento que entra desde el mar con componente húmedo y que durante la tarde ha contribuido a que la extinción de las llamas fuese más fácil. La ‘marinada’ ha sustituido al ‘mestral’ –el cierzo aragonés– y que con entrada desde el noroeste en dirección mar alcanzó rachas de hasta 90 kilómetros por hora e hizo, de hecho, que el fuego que comenzó el lunes, de causas aún desconocidas, adquiriese en pocas horas un tamaño considerable. Desde los Bomberos se reconocía hoy que el fuego y las condiciones del viento han puesto a los servicios de emergencia a trabajar de «forma muy difícil, muy precaria, muy dura».Noticia Relacionada estandar Si La lluvia llena los embalses pero dispara el riesgo de incendio José Luis Fernández Pese a la humedad del suelo, hay más vegetación en unos bosques abandonados y ahora llega el calorDe hecho, la rápida evolución de las llamas ha obligado a decretar el confinamiento, que se mantendrá durante la noche, de unas 18.000 personas de los municipios de la zona afectados: Pinell de Brai, Prat de Comte, Paüls, Alfara de Carles, Xerta, Aldover y Tivenys, además de los barrios de los Reguers, Bítem y Jesús de Tortosa. La previsión es la de levantar las restricciones el miércoles por la mañana si durante la noche se mantiene el fuego perimetrado y, con la llegada del día, los medios aéreos consiguen avanzar en su control. «Los confinamientos se han demostrado un método eficaz para evitar desplazamientos innecesarios y prevenir daños humanos», ha explicado la consejera de Interior sobre una contención que, además de evitar daños directos por alcance del fuego, pretende mantener carreteras despejadas para los Bomberos.No han sido jornadas fáciles. De madrugada, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, solicitaba la colaboración de la Unidad Militar de Emergencias (UME) , que mandó a 104 efectivos y un bombardero de agua de gran capacidad. Gracias a la estabilización del otro incendio activo el lunes en Pinel de Solsonès (Lérida), efectivos de Bomberos destinados a esa localidad se trasladaron a Paüls, aunque esta tarde, otro fuego, este en la comarca del Anoia (Barcelona), ha obligado de nuevo a repartir esfuerzos. Los agentes de la UME se sumaron al dispositivo conjunto de 464 efectivos con 70 dotaciones terrestres y 12 aéreas que trabajaron desde el lunes en Tarragona. Además de estos medios , participaron en las tareas de extinción un equipo helitransportado de las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF) y dos FOCA –aviones de gran capacidad–, del Ministerio para la Transición Ecológica.

Leave a Reply