En un desfile de repechos llega el Tour a Rouen, la tierra de Anquetil, el primer campeón de cinco maillots amarillos, ‘monsieur’ crono al que no amaba Francia sino que quería a Poulidor, ciclismo en blanco y negro por honor y rabia. En Rouen se exprime el nieto de Poulidor, Van der Poel, un ciclista que fue directo a la grandeza. Es el líder del Tour y quiere su segunda etapa en un final explosivo, emocionante, soberbio pasaje por pequeñas cotas que son dientes de sierra. Pero en Rouen vence otro campeón, el más grande, ensombrece a todos, a Anquetil, a Poulidor, a Van der Poel e incluso a Vingegaard. Tadej Pogacar se impone como una centella, rompe los límites, consigue su victoria número 100 como ciclista profesional. Una locura que condecora con una cifra redonda al corredor más excitante que han visto generaciones de aficionados.«Sí, iba al límite, pero íbamos todos al límite» , admite Pogacar con su sonrisa de siempre, despreocupado, como si la victoria ante los mejores especialistas del mundo no le hubiese costado nada. «Quiero disfrutar», remarca el esloveno, quien le da una importancia superior a un detalle. «He logrado la victoria 100 con el maillot de campeón del mundo, es un valor increíble».Es solo la cuarta etapa del Tour, adiós a aquellas primeras semanas de tedio, caídas y trenes de Cipollini para gloria de los velocistas. Se trata de una sesión para purasangres, los mejores ciclistas en riesgo calculado por las cotas de Normandía, una de las regiones de Francia más prolíficas en su relación con el Tour.Noticias relacionadas estandar Si Entrevista ABC Eddy Merckx: «Y me decían que tenía el trasero grande para montar en bici» Julio Ocampo estandar No Ciclismo / Tour de Francia En procesión hasta Dunquerque entre caídas y montoneras Pedro CifuentesSe han escapado cuatro jinetes, Lenny Martínez, Asgreen, Abrahamsen y Gachignard, pero no tienen nada que hacer aunque el terreno sea un avispero. Es la semana grande del Alpecin, un equipo construido a la inversa, sin líder para la general, pero con un batallón de velocistas, rematadores y gente sobresaliente en las clásicas.La etapa es una clásica. Así lo quieren los patrones. Lo quiere Alpecin , que marca el terreno en las cotas Jacques Anquetil (3,5 kms al 3,6% de desnivel medio) y Belbeuf (1,3 km. y 91,%). Lo quiere el UAE en Bonsecours (900 m., 7,2%) y Grand Mare (1,8 km. y 5%). Y lo quiere sobre todo Tadej Pogacar en la rampa de Saint Hilarie (800 m. al 12%).En ese muro entre casas de Rouen, el campeón del mundo desnuda al Visma, que prepara el terreno con valentía para Vingegaard, descuelga a Van der Poel, Remco Evenepoel y Roglic . Y como caballo desbocado en un muro al 15 por ciento, casi se queda solo en el Tour. Lo impide Vingegaard, que no es el del año pasado, renqueante de su caída en el País Vasco.La función secante de Vingegaard es demasiado evidente. Se niega a dar relevos al esloveno cuando coronan la rampa, no quiere un duelo con el gigante, sino una labor colectiva, el Visma contra Pogacar, tal vez su única oportunidad de ganar el Tour.Con el reagrupamiento hacia la meta de Rouen, con el vagón comandado por Almeida en trabajo gregario para Pogacar, se disparan las opciones de Van der Poel, final en cuesta pero no en pared. Allí donde es casi imbatible cuando coge la punta. Ya no está Roglic, quien en cualquier otra carrera sería candidato. Pero esto es el Tour. Y tiene sus reglas que no se pueden discutir. El esprint es un espectáculo. Como siempre, lanza Van der Poel, quien detesta remontar y avanza como un cañón hacia su segundo triunfo en este Tour. En los últimos 50 metros lo impide Pogacar, quien despliega más watios, supera al neerlandés y a Vingegaard y gana como un ciclón. Su victoria 100, el ciclista en activo con más éxitos. El corredor que enamora al personal y establece relación directa con sus sueños.

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