Moncloa coloca a Sánchez como víctima ante el daño reputacional por los negocios de su suegro

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Moncloa coloca a Sánchez como víctima ante el daño reputacional por los negocios de su suegro

«Feijóo no soporta que le recuerden la foto con el narco»; «ha hiperventilado porque Abascal le aprieta en el zapato»; «así no van a ir a ningún lado»; «los errores del PP nos dan oxígeno cuando peor estábamos»… estos y otros argumentos se escuchan en las salas de máquinas de Moncloa y Ferraz desde que el miércoles, en el pleno extraordinario sobre corrupción, el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo , lanzase la acusación que ha removido la conversación pública desde entonces: «¿Pero de qué prostíbulos ha vivido usted? Partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución y ahora quiere ilegalizar su biografía». Desde entonces se escucha de todo en el seno del poder socialista, menos un desmentido rotundo, o la invectiva preferida de los últimos tiempos: «Bulo». El asunto sorprendió a contrapelo, hasta el punto de que muchos tuvieron que rescatar las informaciones sobre los negocios del suegro del presidente –fallecido el año pasado– de la hemeroteca, para como mínimo hacerse una composición de lugar y saber a qué atenerse. Todos los golpes del adversario estaban previstos, menos ese.Pero tirando de manual la receta victimista ha terminado por ser la más adecuada, la misma que ante los casos de Begoña Gómez –carta a la ciudadanía incluida de Sánchez en abril de 2024, cuando amagó con dimitir– y del hermano del presidente, David Sánchez Pérez-Castejón, este ya imputado por su puesto presuntamente irregular en la Diputación de Badajoz. Y la misma que hasta casi el 12 de junio, cuando se publicó el demoledor informe la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil sobre Santos Cerdán, se mantuvo sobre el ex número 3 del PSOE, el mismo que en noviembre abrió dándose un baño de multitudes el Congreso Federal del PSOE al grito de ‘vienen a por nosotros’, invocando expresamente el ‘lawfare’ o guerra sucia judicial en contra del Gobierno de Pedro Sánchez.Noticia Relacionada Videoanálisis de Javier Chicote estandar No Los vínculos del padre y los tíos de Begoña Gómez con negocios de prostitución ABC Los miembros del Gobierno que hablaron este jueves se acogieron a esa estrategia, incluso algunos que no son de los de mayor perfil político. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska , denunció que el presidente del PP habría «atravesado líneas rojas de una gravedad manifiesta», al hablar de la familia del presidente, en este caso de la familia política. Una linde que a juicio del Gobierno no se habría atravesado al sacarle a Feijóo una foto de hace treinta años, antes de que eclosionase su carrera política, o al especular sobre con qué dinero se habría pagado el piso en Madrid del novio de Isabel Díaz Ayuso en el que reside junto a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Un problema reputacional Los socialistas admiten que la intervención de Feijóo ha elevado a conocimiento del grueso de la opinión pública algo que hasta ahora, y desde hace años, tenía mucho menor alcance. Y eso es, con independencia de sus críticas a Feijóo, un problema reputacional. A lo que se añade el ambiente tóxico general en torno al caso Cerdán y los precedentes discursivos, públicos y privados, de los propios socialistas, que no siempre les dejan en buen lugar. Cuando a finales de 2021, y con José Luis Ábalos ya fuera del Gobierno, aparecieron las primeras informaciones comprometedoras sobre su conducta o vida disoluta, Sánchez se apresuró a enviarle un mensaje de solidaridad y apoyo, tal y como dejaron de manifiesto los wasaps entre ambos publicados por ‘El Mundo’. Una forma de trasladarle, también, que él no tenía nada que ver con las filtraciones sobre su conducta, que no tardaron en atribuirse a ‘fuego’ amigo de dentro del partido. Ahora el presidente clama ante la «zafiedad machista» del que fue uno de los grandes colaboradores de toda su carrera, por los audios de sus conversaciones con Koldo García revelados por la UCO. Años después, cuando en febrero de 2024 la misma unidad de la Benemérita detuvo a Koldo, al comisionista Víctor de Aldama y a una veintena de personas más, se apartó a Ábalos, y se intentó sin éxito que renunciase a su escaño, pero no solo se mantuvo al que fuera su mano derecha en Ferraz, el propio Cerdán, sino que durante un año y medio se defendió a capa y espada su inocencia. Y se atacó a la UCO, como hizo el PSOE en un comunicado oficial apenas horas antes de que saltase el informe de casi 500 folios que acabó con la carrera política de quien hoy pernocta en Soto del Real en prisión provisional. Pero más allá de este nuevo elemento de desgaste para el Gobierno, y de la manera de afrontarlo, en Moncloa no hay tranquilidad ante lo que pueda venir. Ayer mismo una resolución de la UCO sobre los manejos financieros de Ábalos empañó el alivio con el que el Ejecutivo había salido del debate del pasado miércoles, cuando los socios apretaron pero no ahogaron la legislatura. Y muchos en el partido alertan de que, por ejemplo, las acusaciones contra el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, llevan de momento la misma senda de las que llevaron hasta Cerdán, y que siempre se desmintieron.

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