Son las 15.15 de la tarde. El termómetro marca los 38 grados en Torre Pacheco, Murcia . No es hora de estar por la calle, así que poco a poco el bar de La Campana en el barrio de San Antonio se va llenando de paisanos. Es la hora de la partida, sagrada para todos. De momento, sólo hay tres vecinos que han cogido sitio para comenzar, pero falta uno para completar la partida. No tarda en llegar subido a una scooter color negro y además lo están esperando con entusiasmo. Es Domingo, vecino de Torre Pacheco y desde hace una semana del que más se habla.Hace ocho días fue víctima de una brutal paliza cuando salía de su casa a pasear y desde que su foto, con la cara ensangrentada y el ojo derecho muy afectado, se publicó en las redes y en todos los medios de comunicación , la situación en su pueblo ha sido más que preocupante. Domingo, de 68 años (la semana que viene cumplirá los 69), está bien. Aún tiene algún rastro de los golpes propinados por los jóvenes marroquíes, sobre todo en el ojo, por eso sigue llevando unas gafas de sol que le protejen la vista. «Estoy bien, ¿No me ves?» , dice entre risas. Está contento, después de ocho días sin poder ir a jugar la partida, «que es lo que más me gusta», ha podido volver a reunirse con sus amigos en su bar de confianza desde hace cinco años.Noticia Relacionada Segunda noche tranquila estandar Si La Guardia Civil continuará con su gran despliegue en Torre Pacheco Carlota PérezSin decir nada al dueño del bar, ya tiene preparado su café bombón y su botella de agua bien fría. Todos los días la misma rutina. Café con un azucarillo, trago de agua y elegir sitio para una partida de dominó. «Tenía muchas ganas de poder volver, después de tantos días en casa encerrado, pero por suerte todo ya está pasando », cuenta Domingo.Los amigos lo reciben entre aplausos. «Ahora es famoso», grita uno. «A ver si se invita a algo», dice otro. Esta es la segunda tarde que sale al bar. El miércoles, aunque dudaba si salir, sobre todo por la presencia de los medios de comunicación, las ganas de reunirse con los suyos le hicieron animarse. Parece una eternidad, pero sólo hace una semana que tres jóvenes magrebíes golpearon durante un minuto a este vecino. « Salía, como siempre de casa a las 5.30 de la mañana a dar un paseo. Camino unos cuatro o cinco kilómetros y todos los días hago lo mismo. Ese día, de lejos vi a tres chicos que se iban acercando con un móvil y cuando me quise dar cuenta ya estaban encima de mí gritando en árabe y dándome patadas y golpes», recuerda.«Vi a tres chicos que se iban acercando con un móvil y cuando me quise dar cuenta ya estaban encima de mí gritando en árabe y dándome patadas» DomingoDomingo se protegió como pudo, con las manos en la cabeza, y fue su mujer, Encarni, quien se lo encontró lleno de sangre . «Ella sale siempre después a caminar y me encontró con las heridas. Se asustó mucho. Llamamos a la Policía y a la ambulancia, que tardaron más de media hora en venir». De los chicos que le agredieron sólo recuerda que eran tres, que iban con los teléfonos en la mano y que gritaban «muchas cosas en su idioma». Sobre todo lo que vino después — vídeos manipulados , mensajes de odio por las redes, manifestaciones que acaban en violencia, presencia de ultras en el pueblo para provocar— Domingo no quiere hablar. «Soy un hombre normal, un jubilado que disfruta de estos ratos y no me meto en política. Aquí hay muy buena gente, también alguna mala. Sólo buscamos una buena convivencia, que la teníamos », zanja. Domingo vuelve al bar La Campana En la foto superior está jugando una partida de dominó. En la imagen central, conversa con los vecinos del pueblo en el bar. En la tercera, pide su cortado en la barra. Ignacio GilÉl es el primero que quiere volver a su vida de antes, aunque de momento sí que hará algún cambio: ya no se levantará de noche para caminar, «ahora iré algo más tarde, cuando se haga de día«, dice. »No es que tenga miedo, pero sí precaución», añade. Entre sus amigos del bar y de toda la vida del pueblo parece no sorprender lo que le pasó a Domingo . «Pregúntale lo que hablamos justo la tarde de antes», nos incita su amigo Pedro, entre ciertas risas, sobre todo para quitarle hierro al asunto. «Aquí hay brujos», responde Domingo, señalando a otro paisano.Justo la tarde anterior, entre ellos habían estado bromeando porque Domingo sólo sale con las llaves de su casa a pasear, y le decían: «Sal con algo de dinero que si te atracan así sólo cogen los billetes y te dejan tranquilo». «Y mira, salí sin nada, como siempre, y me dieron una buena», apunta Domingo.La sensación de un aumento de la delincuencia, sobre todo en el barrio de San Antonio, es casi unánime en el pueblo . Todos tienen una historia cercana de algún episodio de violencia o ellos mismos han sufrido uno, no tan grave como el de Domingo. A pesar de todo, Domingo sigue como siempre, bromeando con todo, jugando al dominó y contando alguna batallita de partidas históricas en el bar La Campana.«Soy un hombre normal, no me meto en política, aquí hay muy buena gente; también alguna mala» Domingo«Es un cachondo y nos gana siempre en el dominó», dice Pedro, quien conoce a Domingo desde que son pequeños. «Pero eso sí, es más agarrado que los catalanes», se ríe. A lo que Domingo responde: «No soy agarrado, aquí cada uno se paga lo suyo y punto». Siguen las risas en el bar.Estado en el que quedó Domingo tras la paliza.Podrían haberse escuchado mensajes de odio y de cierta venganza, pero todo lo contrario. Todos coinciden: sólo quieren volver a su vida tranquila de antes, olvidar la última semana y, algo que piden todos, que el dispositivo de la Guardia Civil desplegado en el municipio permanezca. «Con ellos (los agentes) sí que nos sentimos más seguros, y lo que tienen que hacer es quedarse, por lo menos unos cuantos para patrullar el barrio», dicen. De momento, el dispositivo desplegado desde el lunes se mantendrá en el pueblo hasta el fin de semana, según confirmó la Delegada del Gobierno de Murcia.Mientras tanto, el golpear de las fichas de dominó vuelve a sonar fuerte en el bar de La Campana sólo superado por las risas de Domingo y sus amigos.

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