Al escucharle, es como si uno tuviera la sensación de que al italiano Gianni Bugno (Brugg, Suiza, 1964) no le apeteciera demasiado hablar. Eso lo arrastra de cuando pedaleaba. Mucho y bien, sí, para después terminar huyendo, confundiéndose en el medio de la nada, lejos de todo… Y con él un acopio de trofeos, que a su vez envolvía en papeles de periódicos y los introducía en sacos para guardar en el trastero, sepultados entre más legajos. Escondidos a los ojos de su familia y amigos, a ser posible. El corredor italiano era un genio sensible y taciturno. Hábil y potente con la bicicleta, pero un intruso con todo lo que no suponía estar montado en ella. Ahí sufría este ciclista -versátil como pocos-, que ganó un Giro sublime y excelso, dos veces el campeonato del mundo imponiéndose a Induráin, además de un par de clásicas monumentos, como Fiandre y la Milán-San Remo. La letra pequeña es que -pese a los podios obtenidos- malvivió el azote de Miguelón en el Tour de Francia. Ahí no, no funcionaron su ritmo elevado y esa baja cadencia que siempre distinguió a un ciclista poco ortodoxo, tan introvertido y grácil como sumamente especial.Noticia Relacionada Entrevista ABC estandar Si Eddy Merckx: «Y me decían que tenía el trasero grande para montar en bici» Julio Ocampo-¿A usted le gusta el ciclismo?-Sí, claro. Siempre que puedo veo las carreras, las clásicas, los grandes giros…-Hace poco leí una entrevista suya en el ‘Corriere della Sera’. Contaba que Claudio Chiappucci le salvó de la depresión hace años. Concretamente cuando dejó de pilotar helicópteros, su segundo trabajo hasta que llegó la pandemia. ¿Qué sucedió? Ese desempeño ya le entusiasmaba de corredor, cuando veía sobrevolar esas hélices de la RAI en las carreras.-Tuve problemas con el Covid. Me obligaron a dejarlo. Me jubilé tras 25 años trabajando en ese ámbito. Era mi sueño. Me encontré muchas puertas cerradas, entonces llegó Claudio, un amigo. Comenzó a llevarme a eventos, reforzamos la amistad… Hasta el día de hoy. -Gran rival en los noventa; hoy montan en bici juntos ¿Quién le dio la espalda hasta que el Diablo le ayudó a recuperar sentido a la existencia?-La Federación ciclista italiana. Esa, sin duda. Es un tema en el que no me quiero detener mucho más. -Italia mágica y maldita. Siguen sin grandes patrocinios, sin escuadras UCI World Tour. Hablamos del pasado. Usted fue muy amigo de Francesco Moser, vencedor del Giro en el 84. El italiano con más victorias, por delante de Saronni y Mario Cipollini.-Un luchador, un tipo determinado y directo. Uno que jamás baja la guardia. Gladiador nato y total, con mucho carácter. Hoy sigue siendo igual. -Usted no era un especialista.-Cierto, aunque en mi época había pocos así. Estaba el escalador, estaba quien dominaba las cronos… A mí se me daban bien varias facetas, y repito que eso no era nada fácil. -El malogrado Luis Ocaña decía que su estilo era muy estético. ¿Está de acuerdo?-Si lo dijo él es que tiene razón. Repito, me consideraba un corredor muy completo, capaz de hacerlo bien en grandes Giros, carreras de un día, en pruebas de velocidad, de sprint…-Chiappucci dice esto: «Si Bugno y yo hubiéramos colaborado, Miguel Induráin habría ganado menos».-No, no estoy de acuerdo con esto. ¿Has visto lo que sucedió en el último Giro, que ganó Yates? En mi época, Claudio Chiappucci (Carrera) y Miguel Induráin (Banesto) eran adversarios, punto. No compartíamos escuadra, punto. Si yo soy Del Toro no me fijo solo en Richard Carapaz. Miro también a Yates. -La estrategia del Emirates fue, al parecer, centrarse en Del Toro y Roglic. Parece que prefirió perder el Giro con el mexicano en lugar de ganarlo con Ayuso.-Si miramos la carrera, Del Toro la perdió porque no quiso colaborar con Carapaz. Con esto quiero decir que, si yo hubiera hecho lo mismo con Miguel, es probable que Chiappucci ganara, y sobradamente. No es correcto no apretar cuando optas a la ‘maglia’. Tienes que luchar por ganar, y si vas primero o segundo más responsabilidad tienes aún. -El Tour del 91 lo ganó Induráin. Usted fue segundo a más de tres minutos. Chiappucci, tercero, a casi seis. Abdoujaparov también tuvo una notable actuación. Se escaparon en el decisiva etapa de Alpe d’Huez, Induráin le cedió la victoria de etapa y él se quedó con el amarillo.-Si no hubiera colaborado con Miguel, igual Chiappucci habría ganado sin discusión algún Tour o Giro más. No sé, pero después qué respondo yo a esto: «¿Gianni, por qué no colaboras? ¿No te gusta ganar? ¿No quieres el maillot amarillo?» Creo que hicimos bien así, porque todos luchábamos por ganar. Basta. Era uno contra todos, porque repito que no compartíamos equipo. Cada uno debía, individualmente, hacerse sus propios cálculos, porque insisto que los tres optábamos a la victoria final. Así pues, no veo el motivo por el que yo no haya tirado o colaborado con quien quisiera para mi beneficio propio.-Sí, entiendo. Su objetivo era ganar, ni mucho menos evitar que lo hiciera Miguel Induráin.-Yo no corría para nadie. Chiappucci lo sabe. Nadie jamás puede decirme que me vendí.-¿Os frustró no poder neutralizar al navarro?-No, porque era el mejor. Obtuvo todo lo que se mereció. No hay más que discutir ahí. -¿Valverde, salvando las distancias, fue un poco el heredero de Gianni Bugno?-Crack total y absoluto. Son inútiles las comparaciones, porque cambian las bicis, determinadas reglas, los rivales… Cada uno es el campeón de su época. Excluyo los términos universales que engloban varios periodos. -Usted ganó el Giro de 1990. Líder de principio a fin. Solo Merckx, Binda o Girardengo pueden presumir de semejante gesta. Ganó un par de contrarreloj y también impuso su jerarquía en la montaña. Soberbio.-Buen recuerdo, sin más. Que salgan esos nombres es bonito. Merckx, según los resultados, es el mejor de siempre. -De los ciclistas españoles, ¿qué le parece Ayuso?-Quizás no estuvo acertado el año pasado en el Tour, cuando al parecer no dio todo lo que tenía para ayudar a Pogaçar (era su gregario, y mostró una actitud pasiva en el Galibier). Este año, en Italia, creo que la escuadra se equivocó enormemente con él. No le ayudó a ganar. Sobre todo, en esa etapa en la que él estaba atrás e intentaba recuperar con Roglic… Delante se encontraban Del Toro -marcaba el ritmo- y Van Aert, pegado a rueda. Ahí creo que el equipo habría tenido que parar al mexicano y ayudar a Juan, porque era el capitán. No creo que Del Toro fuera segundo capitán como para organizar una estrategia específica en torno a él. Creo que se le faltó el respeto. El año pasado, repito, lo faltó él cuando no apretó en la subida. Ahorró sus fuerzas, sus energías, y eso no se hace. -Cuando le entrevisté para Relevo, dijo: «Gatorade era mi equipo en aquellos años del Tour, cuyo espónsor oficial era Coca-Cola». ¿Una mano negra?-Sí, es verdad que éramos rivales en términos publicitarios. No creo que a Coca-Cola le gustara que ganara uno de la Gatorade, pero lo dije de broma. Esto no incide ni cambia nada a nivel puramente deportivo. -Usted resultó positivo por cafeína en un test antidoping realizado en 1994. Antes de hablar de eso, me quiero detener en algo que sostiene recurrentemente. «Los ciclistas de hoy pagan de su bolsillo para ser controlados». No creo que haya muchos deportes así.-El ciclismo es una disciplina aparte con reglas y praxis que no comparten otros deportes. Lógicamente, no estoy de acuerdo con esto. No me gusta esta moda, este modo de ser y pensar. En definitiva, que sólo se haga referencia prácticamente al ciclismo cuando hablamos de ciertos temas controvertidos. -Berzin dijo que el antidoping mueve mucho dinero. Además, y esto lo digo yo, se juzgan cosas del pasado con reglas presentes. Lidl-Trek era antes Segafredo. Por lo de la cafeína y demás.-¿Qué quieres que te diga? Sobre mi positivo por cafeína… Mira también Red Bull, espónsor actual. ¿Qué quieres que te diga? Antes era doping y ahora no. En fin… Pregunta a los órganos u estamentos pertinentes por qué se juzga así este deporte. ¿Qué están haciendo por mejorarlo? Sí, eso. Pregunta eso.

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