No es el Gamper, son 100 millones

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No es el Gamper, son 100 millones

El ayuntamiento de Barcelona cree que es un riesgo para la seguridad de los asistentes abrir el Camp Nou para el Gamper , y más con 60.000 espectadores como había prometido y aún pretende el presidente del club, Joan Laporta. Una más de sus promesas –todas fallidas hasta la fecha– sobre la reapertura.Laporta tiene prisa porque necesita que el Barça juegue por lo menos un partido en el nuevo estadio antes del 31 de agosto. Siendo así podría incluir los 100 millones por la venta de los palcos VIP en las cuentas que se cerraron el 30 de junio, pero en las que sería legal añadir ingresos que se hagan efectivos antes de septiembre. Y para hacer efectivos estos ingresos, Laporta necesita demostrar que el Camp Nou está ya en funcionamiento y que por lo tanto el servicio se ha empezado a prestar. Continuaría siendo todo una mayúscula falsedad, porque ni el servicio de los palcos VIP se empezaría a prestar en el Gamper, ni el estadio estaría realmente funcionando, ni mucho menos terminado. Pero sería en efecto un argumento al que Laporta podría recurrir para evitar un ejercicio con tantas pérdidas.El ayuntamiento no quiere tomar riesgos ante una obra en un fase tan poco consolidada, y llevada además a cabo por una empresa turca con la que no tiene experiencia ni una relación de confianza. Los graves abusos que sufrieron algunos de los obreros implicados en los trabajos no dan ninguna seguridad en la palabra ni en los métodos de Limak. Laporta presiona filtrando la propaganda de que el barcelonismo se va a quedar sin Gamper en casa por culpa de un alcalde socialista muy sensible para sus cosas pero no para el Barça. Collboni no quiere jugársela pero tampoco comparecer como el enemigo de los culés. Es alta la tensión entre ambas instituciones. El retraso en las obras es normal, tanto en las domésticas como en las más importantes como sin duda lo es ésta. También que el presupuesto inicial se vea desbordado, y hasta doblado. Lo escandaloso no es por lo tanto este desajuste sino que para justificar el modo altamente irregular en que concedió la obra a Limak, Laporta aseguró que con ella la obra saldría mucho más barata y que los turcos se habían comprometido a entregarla mucho antes que cualquier constructora española, con aquel famoso millón de euros por día de retraso que habían de pagar como penalización. De haber sido cierta aquella fanfarronada, el Barça llevaría hoy ingresados por ese concepto cerca de 300 millones de euros.

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