Había mucha expectación ante la llegada del Tour 2025 a los Pirineos, y la cordillera confirmó este jueves su carácter decisivo tras otra jornada apasionante que devolvió el liderato a Tadej Pogacar. Su némesis, Jonas Vingegaard, queda a más de tres minutos en la clasificación general después de que su equipo se pasase de vueltas en la primera subida de un recorrido durísimo, complicado por el calor.Los primeros 122 kilómetros de la etapa, hasta el inicio del primer gran puerto del día (Soulor), eran casi completamente llanos. Nadie pudo consolidar una escapada en la primera hora de carrera, disputada a una media altísima (52 km/h) con 32 grados y casi nada de viento. Lo que sí se produjo fue un corte masivo, aparentemente espontáneo, que desgajó en cabeza a casi 50 corredores, algunos de ellos con mucho cartel: Van der Poel, Alaphilippe, O’Connor, Storer, Woods, Vlasov, Romeo, Castrillo… Y Carlos Rodríguez, la mayor amenaza para los favoritos, que se coló con cuatro compañeros del Ineos. El equipo británico se involucró en mantener el corte vivo y tratar de aumentar la diferencia frente a un pelotón principal que no se podía relajar con el granadino (duodécimo, a 5:44 del líder). La etapa se corrió con mucho calor y a cara de perro: la ventaja del grupo delantero rara vez superó los dos minutos. Soulor fue, curiosamente, el primer puerto de primera categoría de esta edición en su duodécima etapa: queda una semana y media de alta montaña para el heroísmo de unos ciclistas con mucha fatiga acumulada y un estrés creciente (ya sea por la clasificación o porque muchos equipos no han ganado aún etapa alguna). Las rampas de Soulor tuvieron un efecto demoledor; los 50 ciclistas de cabeza se quedaron en 15 y Remco Evenepoel, principal candidato al tercer puesto, se descolgó del pelotón a media ascensión, incapaz de soportar el ritmo impuesto por el equipo Visma el día después de la caída de Pogacar. El pelotón principal se redujo también a 20 unidades en medio del calor. Faltaba medio Soulor, Bordères (segunda categoría) y el monstruo de Hautacam (Categoría Especial), allí donde Nibali sentenció su Tour en 2014, indudablemente uno de los puertos más duros de Francia. Cuando el canadiense Michael Woods coronó en solitario Soulor, el grupo delantero se había ya deshecho entre demarrajes. La diferencia en la cima se mantuvo con el grupeto de favoritos, en el que ya habían cedido el líder (Healy), Mas, y casi Jorgenson, asfixiado transitoriamente por el sol y la marcha inclemente de su compañero Sepp Kuss. El primer gran puerto del Tour había reventado la carrera y Carlos Rodríguez porfiaba inútilmente por mantenerse relevante, congelando la ilusión española. Healy, todavía de amarillo, comenzó un penoso calvario de 40 kilómetros entre el cariño de la afición. En el descenso, Skjelmose y Bruno Almirall (residente en los Pirineos) cazaron al canadiense Woods. No completaron juntos el valle antes de subir Bordères: Almirall demostró el conocimiento del terreno y se marchó embalado hacia la gloria. Por detrás, aún a dos minutos, Visma volvió a endurecer la tarde en la segunda subida, arriesgándose a sacrificar al dubitativo Jorgenson (entonces tercer clasificado virtual). Roglic, discretamente empotrado en el grupo principal con su compañero Lipowitz, mantenía su incógnita. Evenepoel, en una demostración de fuerza y sensatez, se reintegró al grupo de los líderes en el descenso de Bordères (aunque volvería a quedarse en Hautacam). Pogacar aseguró por la mañana que se encontraba bien y sus compañeros quisieron reafirmarlo estirando el grupo antes de comenzar la subida culminante. Cuando comenzó el puerto (13,5 km al 7,8 % de pendiente), Almirall sacaba dos minutos a un pequeño pelotón recompuesto de diez ciclistas en el que a Vingegaard ya no le quedaban compañeros. El UAE y el Pogacar habían preparado el baile: el hachazo, desatado por Narváez, llegó muy al principio, a doce kilómetros de meta. Vingegaard no pudo o no quiso adherirse a la arrancada brutal y se colocó a una distancia prudente. O eso parecía.El voluntarioso Almirall fue engullido como un arenque por ambos colosos en cuestión de minutos. Roglic se quedaba definitivamente fuera de plano. Jorgenson y el Visma habían explotado bajo el sol pirenaico, sobrevolados por los buitres. Esloveno y danés, campeones de los últimos cinco Tours, se exhibieron contrarreloj en un ejercicio similar a la cronoescalada del viernes, con 30 grados y humedad. Tres kilómetros después, la distancia ya no era prudente: 40 segundos. En la parte más dura (dos kilómetros a más del 10%), el campeón del mundo decidió medio Tour. Le estaba sacando diez segundos por kilómetros a su gran rival. Evenepoel se recuperó de nuevo, admirablemente, y encontró el ritmo para minimizar pérdidas. Vingegaard entró segundo, más de dos minutos despuésde un ‘Pogi’ exultante. Tercero, un magnífico Lipowitz, liberado de responsabilidades con Roglic.

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