Suerte ha tenido de que su nombre se haya difuminado con el paso del tiempo. Poco ha trascendido de Alfred von Tirpitz más allá de su barbaza y del acorazado del Tercer Reich que portó su apellido a partir de 1941. Sin embargo, hubo un tiempo en que el Gran Almirante de la marina imperial teutona durante la Primera Guerra Mundial fue acusado de haber sido el ‘sepulturero de Alemania’; así, con esas letras. Y ahora, más de un siglo después del fin del conflicto, Roberto Muñoz Bolaños lo confirma. El doctor en Historia Contemporánea, autor también de ‘ Lucha de gigantes ‘ (Desperta Ferro), defiende en ABC que el desmesurado gasto impulsado por el marino para crear una armada capaz de hacer frente a Gran Bretaña condenó a las fuerzas terrestres. «El resultado fue que en 1914 los alemanes solo tenían encuadrados en el Ejército al 55% de sus jóvenes en edad militar frente al 90% de Francia», explica. Esta diferencia, insiste, favoreció que el frente se estancase y, a la larga, enterró a las Potencias Centrales y provocó la muerte de más de veinte millones de personas.-Tirpitz defendía dos máximas: potenciar el imperio colonial germano y la necesidad de contar con una armada potente para enfrentarse a Gran Bretaña. ¿Podría explicarnos ambas ideas?En junio de 1897 el entonces contralmirante Alfred Tirpitz (1859-1930) –el ‘von’ en su apellido se añadiría posteriormente– se convirtió en secretario de Estado de la Oficina Naval Imperial y, por tanto, en responsable de la administración de la ‘Kaiserliche Marine’ (Marina Imperial) y de los programas de construcción naval. En ese momento, el poderío naval representado por los acorazados, buques dotados de múltiples piezas de diferente calibre, era el símbolo explicito de una gran potencia. Poco después, presentó un memorando el 15 de junio de 1897 titulado ‘Consideraciones generales sobre la constitución de nuestra flota según las clases y diseños de buques’. En este documento desarrollaba la ‘Risikogedanke’ (Doctrina del Riesgo). Así, partía del axioma de que Reino Unido era «el enemigo más peligroso de Alemania, contra el que necesitamos urgentemente una fuerza naval como factor de poder político» para disuadir a Londres del «riesgo» de un enfrentamiento directo con el Imperio Alemán por las consecuencias negativas que pudieran acarrearle en otras zonas del mundo.Noticia Relacionada CRÍTICA DE: estandar Si ‘Lucha de gigantes’. Una historia naval de la I Guerra Mundial’, de Roberto Muñoz Bolaños: rabia y orgullo Manuel Lucena Giraldo El historiador y docente explora la importancia decisiva de la pugna en los océanos en la confrontación de 1914Esta situación permitiría entonces a Berlín obtener ventajas importantes en el panorama político mundial, en especial en el ámbito colonial. Por tanto, para el marino, la flota no era un instrumento para desencadenar un conflicto, sino una herramienta para beneficiar al Imperio en el panorama internacional. La segunda tesis que desarrollaba era la que la flota alemana debía «desplegar su mayor potencial militar entre Helgoland y el Támesis» y estar integrada de manera fundamental por acorazados para ejercer la máxima presión sobre Londres. Este planteamiento estratégico era correcto en ese momento porque Londres estaba enfrentado con París, San Petersburgo y también Washington, lo que le obligaba a repartir su poderosa flota, la ‘Royal Navy’, por todo el mundo para hacer frente a sus múltiples y posibles enemigos.-¿Cree que fueron dos planteamientos erróneos?En 1897 el planteamiento de Tirpitz era impecable en función de las relaciones internacionales en ese momento. Sin embargo, las dinámicas que se desencadenaron en los ocho años siguientes lo invalidaron. La élite política británica tomó la decisión de abandonar su ‘Splendid isolation’ (Esplendido aislamiento) a finales del siglo XIX porque ya no era capaz de hacer frente de forma simultánea a los múltiples desafíos que tenía en todo el globo. Esto significaba buscar aliados permanentes. En principio, Londres buscó un acuerdo con Berlín, pero Guillermo II no se quiso comprometer con Reino Unido porque temía la enemistad de Rusia, entonces el gran rival de los británicos en la India. Ante la negativa del Imperio alemán, Londres buscó resolver sus problemas internaciones por otras vías. Entre 1901 y 1903 llegó a distintos acuerdos con Estados Unidos, reconociendo a este país no solo el derecho a construir el canal de Panamá, sino sobre todo su hegemonía en el continente americano. En 1902 firmó una alianza con Japón, asegurándose así el flanco oriental, y en 1904 rubricó la Entente Cordial con Francia, que resolvió los problemas coloniales que tenía con este país. Finalmente, ese mismo año estalló la guerra ruso-japonesa, que se prolongó hasta 1905 y que supuso la destrucción de la flota rusa. Este nuevo contexto internacional anulaba completamente la ‘Risikogedanke’ porque dejaba a la ‘Kaiserliche Marine’ mano a mano con la poderosa ‘Royal Navy’ en el mar del Norte, ya que todos los antiguos enemigos de los británicos habían pasado a ser aliados o estaban desactivados. Sin embargo, un año después, en 1906, cuando los británicos botaron el primer acorazado monocalibre , el ‘Dreadnought’, que inauguraba una nueva época en la historia de la guerra naval, ya que dejaba anticuados todos los buques del mismo tipo anteriores, Guillermo II y Tirpitz decidieron mantener el desafío naval contra los británicos. -¿Por qué tomaron esa decisión? Porque la otra opción, renunciar a convertirse en una potencia mundial, hubiera amenazando la frágil conciencia nacional alemana, que en la esfera interna se había confundido con las capacidades de proyección de poder del Estado en el exterior, pudiendo afectar incluso a la estabilidad social y política del Imperio. Además, la construcción de una gran flota creaba numerosos empleos, permitiendo así al muy conservador gobierno imperial reconciliarse con las masas obreras. Por tanto, fueron causas internas las que empujaron a la élite política y naval alemana a continuar con una carrera armamentística que iban a perder porque la capacidad financiera de Reino Unido y su imperio era muy superior al del Reich alemán. -¿Cree que, en efecto, la inversión que hizo Tirptiz en la armada debilitó a los ejércitos terrestres alemanes en la Primera Guerra Mundial? Sí. El resultado de esta decisión no solo fue que Berlín se convirtió a ojos de Londres en un enemigo seguro, sino que acarreó un gasto enorme, que se prolongaría hasta 1913 y provocaría un serio quebranto en las finanzas del Imperio Alemán, a la vez que debilitaba al Ejército porque la economía alemana nunca tuvo la capacidad necesaria para sostener el desafío naval contra la ‘Royal Navy’ y potenciar en paralelo su fuerza terrestre. El resultado fue que en 1914 los alemanes solo tenían encuadrados en el Ejército al 55% de sus jóvenes en edad militar frente al 90% de Francia. Esta diferencia resultó clave en la decisiva batalla del Marne de agosto y septiembre de ese año, donde las divisiones germanas fueron frenadas, impidiendo su rápida victoria en el oeste.Von Tirpitz, en una de sus imágenes de archivo ABC-No apostó por la aviación embarcada, impulsó buques desfasados… ¿Puede hablarnos de los errores más sangrantes de Tirpitz?Guillermo II y Tirpitz representaban dos visiones en el diseño naval. El primero, extraordinariamente creativo e inteligente a pesar de los múltiples defectos de su personalidad, apostaba por nuevos tipos de buques. Así, antes de que los británicos botaran el Dreadnought, planteó la necesidad de construir acorazados monocalibres, e incluso propuso un nuevo tipo de buque, el acorazado rápido, antes de que los británicos diseñaran la clase Queen Elizabeth en 1912-1913. Por el contrario, el segundo, que nunca fue un especialista en artillería naval y que había hecho su carrera en buques pequeños, los torpederos, no tenía una visión progresista en el diseño de buques. En el complicado proceso de toma de decisiones del Imperio Alemán se impuso la visión de Tirpitz, apoyado por buena parte de la oficialidad naval. En él, se impulsó unos acorazados y cruceros de batalla germanos que estaban mejor construidos que los británicos, aunque armados con cañones de menor calibre Por otro, los cruceros acorazados, los cruceros ligeros y los destructores eran muy inferiores a los de la ‘Royal Navy’. No obstante, su mayor error fue un carácter rígido que se manifestó en dos hechos. El primero, que no dudó en continuar la construcción de buques cuyo diseño inicial ya estaba anticuado por la nuevas innovaciones que surgieron a partir de 1906 –cruceros acorazados Blücher, Scharnhorst y Gneisenau–, cuando probablemente podían haberse modificado mientras estaban en el astillero y terminados como unidades más eficientes. Igualmente se empeñó en construir los cruceros ligeros con cañones de 105 mm. (proyectiles de 16 kg.) cuando los británicos los estaban armando con piezas de 152 mm. (proyectiles de 48 kg.). La segunda, que fue incapaz de comprender la importancia de nuevas armas como el avión y el submarino , especialmente el segundo que pudo darle la victoria al Imperio alemán durante el conflicto. Para Tirpitz, hasta 1914, eran gastos inútiles que distraían a la ‘Kaiserliche Marine’ de su principal objetivo: construir acorazados. -¿Por qué falló su planteamiento militar? Afirma que Gran Bretaña nunca quiso una batalla decisiva contra la armada germana…Tirpitz y sus almirantes apostaron por un bloqueo cerrado de la ‘Royal Navy’, es decir, cercano a las costas alemanas, y por un ataque inmediato contra su flota cerca de las costas alemanes. Esto permitiría a los marinos del káiser desgastarla con minas y submarinos hasta conseguir el soñado equilibrio que le permitiese enfrentarse en una batalla decisiva, siempre entre la bahía de Helgoland y la desembocadura del río Tamesis. Esta era la única opción de tener alguna posibilidad de éxito frente a una armada muy superior. Cuando esta hipótesis se demostró incorrecta porque los británicos decidieron establecer un bloqueo a distancia, entre Escocia y Escandinavia para debilitar a la economía y a la población alemana, y se negaron a empeñar el grueso de la ‘Royal Navy’ en una batalla decisiva en la zona que los alemanes querían, la obra de Tirpitz se vino abajo.Noticias relacionadas estandar No Historia La tortura al general más avaro de Roma tras liderar la mayor derrota de las legiones Manuel P. Villatoro estandar No A partir de 1714 Golpe a la Leyenda Negra: la legión de ilustrados que fue el motor de España Manuel P. Villatoro-¿Sorprendió esta decisión del Almirantazgo británico a su homólogo alemán?No, porque ya antes de 1914 diferentes miembros de la élite naval germana, incluso el propio Tirpitz, sospechaban que los británicos apostarían por el bloqueo a distancia y no por un combate decisivo cerca de la costa germana. Por tanto, antes de que comenzara la Primera Guerra Mundial la poderosa ‘Kaiserliche Marine’ había perdido la razón por la que había sido construida.-Le acusaron de ser el ‘sepulturero’ de Alemania. ¿Cuál fue su parte de culpa en la derrota de Alemania?Tirpitz, junto a Guillermo II, fueron los grandes responsables del programa de construcción naval alemán. Este hecho es indiscutible, como también lo es que esta decisión, junto a otros factores, acrecentó las tensiones con Reino Unido y afectó sobremanera a las finanzas y al Ejército Imperial. Por esa razón, tras la derrota, apareció un panfleto titulado ‘Tirpitz, el sepulturero de Alemania’, donde se acusaba al almirante de ser el responsable de la entrada de los británicos en el conflicto y de que el Ejército no fuera más fuerte en 1914. Esto hubiera resultado decisivo para obtener la victoria terrestre en una guerra de corta duración tal como había planeado el coronel general Alfred von Schlieffen. Sin embargo, también resulta indudable que este programa fue apoyado por grandes empresarios, especialmente Gustav Krupp, por la grandes ganancias que le proporcionaba, y sobre todo por el Reichstag (Parlamento Imperial), donde los socialdemócratas eran el partido mayoritario, ya que abría una ventana de oportunidad para un aumento de los empleos en la industria.

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