Japón se hunde un poco más en una desacostumbrada inestabilidad parlamentaria. El Partido Liberal Democrático (PLD), la formación hegemónica que ha gobernado durante 66 de los últimos 70 años, ha perdido el control de la Cámara Alta en las elecciones de este domingo. Semejante varapalo redobla la presión sobre el precario liderazgo del primer ministro, Shigeru Ishiba, quien no obstante ha manifestado su voluntad de continuar al frente del país. La mitad de los 248 escaños de la Cámara de Consejeros estaba en liza. El PLD y su socio de coalición, los budistas conservadores de Komeito, necesitaban 50 de esos 124 para mantener la mayoría , pero se han quedado a las puertas con 47. El PLD ha perdido 18 miembros hasta 101 y su aliado 6 hasta 21, lo que arroja un total de 122, tan solo 3 por debajo de la divisoria.Esta etapa de incertidumbre se remonta al pasado mes de octubre. Dos escándalos de corrupción –una trama de sobresueldos y la influencia de la Iglesia de la Unificación– provocaron la retirada del primer ministro, Fumio Kishida. El PLD organizó unas primarias en las que por sorpresa se impuso Ishiba, una figura alejada del sentir mayoritario de la formación conservadora. Este aprovechó el impulso inicial de popularidad para convocar elecciones generales y fortalecer la legitimidad de su mandato.Noticia Relacionada estandar No Absuelven a un hombre tras pasar siete años en prisión por el asesinato de una adolescente en 1986 en Japón Tribunal Supremo de Nagoya ordenó la repetición del juicio al determinar que una declaración no era creíbleEl PLD se mantuvo como la fuerza más votada , pero ahí se acabaron las buenas noticias. El desplome de 247 escaños a 191 supuso su peor resultado en quince años y desvaneció su mayoría. En consecuencia, la coalición del PLD y Komeito gobierna en minoría, dependiendo de apoyos puntuales para cada propuesta. Ya entonces Ishiba tuvo que dedicar sus primeras declaraciones a reafirmar su continuidad; ya entonces hubo voces que apuntaron a las elecciones a la Cámara Alta como prueba definitiva.El todavía primer ministro ha perdido la mayoría de ambas cámaras en menos de un año . En consecuencia, este domingo tuvo que cerrar la noche electoral defendiendo de nuevo su supervivencia política. Ishiba acepta «solemnemente» el «duro resultado», aseguraba en declaraciones a la televisión NHK, pero pretende continuar en el cargo. «Eso es», contestó afirmativamente a dicha pregunta.En ese sentido, su mayor problema se ha convertido en su mejor excusa. «Estamos inmersos en negociaciones arancelarias sumamente delicadas con Estados Unidos […], no debemos echarlas a perder. Es lógico que dediquemos todo nuestro empeño y energía a defender nuestros intereses nacionales», justificaba después ante los micrófonos de TV Tokio. Japón, la cuarta economía mundial , tiene diez días de margen para llegar a un acuerdo que satisfaga a Donald Trump, antes de que entren en vigor aranceles del 25% anunciados hace dos semanas por el presidente estadounidense.«La posición del primer ministro Shigeru Ishiba está en peligro», sentencia un informe de la consultora Eurasia. «Su plan de aferrarse al poder es complicado, ya que Taro Aso, una figura influyente del PLD y ex primer ministro, ha manifestado su intención de destituirlo como líder del partido. Si Ishiba renunciara, se desataría de inmediato una competición por la presidencia del LDP, con el ministro de Agricultura Shinjiro Koizumi como principal favorito , seguido por la candidata de extrema derecha Sanae Takaichi, ambos finalistas en las últimas primarias». Inflación e inmigraciónMientras tanto, la oposición crece. No tanto el Partido Democrático Constitucional (PDC), todavía segunda fuerza pese a mantenerse en 39 escaños, como el Partido Democrático para el Pueblo (PDPP), tercer contendiente que ha sumado 12 hasta un total de 22. Esta formación centrista ya cuadruplicó su presencia en la Cámara Baja , de 7 a 28, en las últimas elecciones generales.Una vez más, la inflación –en especial del arroz, alimento esencial que ha llegado a duplicar su precio en los últimos meses– ha intensificado el descontento de la ciudadanía y su disposición a las promesas de menos impuestos y más gasto social de la oposición. En la agenda política ha irrumpido además otro tema central: la inmigración.Este último debate ha disparado a Sanseito , un partido de extrema derecha que ha saltado de 1 a 15 escaños, elevado así a cuarta fuerza de la Cámara Alta. Sanseito comenzó su andadura en YouTube durante la pandemia, difundiendo teorías de la conspiración relativas a las vacunas y supuestos complots de élites globales. Durante la campaña electoral ha acentuado su mensaje populista, adoptando la proclama «Japón primero» a la manera de Trump y denunciando una «invasión silenciosa» de extranjeros.Japón, la sociedad que más rápido envejece del mundo, registró el año pasado una cifra récord de 3,8 millones de residentes extranjeros. Estos suponen apenas un 3% de la población total, lejos de las cotas de países occidentales, pero dicho repunte sumado a la masificación del turismo ha generado nuevas tensiones en una sociedad de marcado carácter conservador, erigida en parte sobre presupuestos étnicos. La semana pasada, un editorial del diario Sankei llamaba a evitar los «errores» de Occidente en materia de inmigración para preservar el «tesoro» que representa la seguridad pública nipona. Todas estas cuestiones estructurales, cada vez más urgentes, seguirán atenazando a un Ejecutivo cada vez más débil . El informe de Eurasia concluía incidiendo en el precedente. «Tras su derrota en octubre, la coalición no formó un nuevo Gobierno con ningún partido de oposición, sino que optó por alianzas puntuales según cada caso. Es probable que ahora se inicien nuevas conversaciones para formar coalición con partidos opositores, siendo Ishin no Kai, de centro-derecha, y el PDPP posibles socios», auguraba. «Una gran coalición con el PDC, de tendencia progresista y principal fuerza opositora, parece poco probable debido a las diferencias en sus posturas políticas».

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