A diferencia de otros episodios locales en los que el autor tiene en su mano, a la hora de sentarse a escribir, el resultado final y las consecuencias de hechos pretéritos, en este caso no hay más que lo que hubo el primer día, cuando ABC llevó a su portada la espantosa matanza de la que nunca se ha hallado culpable alguno. En este episodio local, que bien podría ser nacional por el impacto que la noticia tuvo en toda España , hay menos incluso de lo que en los primeros momentos se escribió en los periódicos. En las crónicas se rastrea el miedo, la impotencia y la deshonra : «Numerosos grupos de vecinos se hallaban a las puertas de sus casas verdaderamente impresionados por lo ocurrido. Nadie contesta a nuestras preguntas. Están como atemorizados por la desgracia que aflige a toda la población». Sobrecoge leer, medio siglo después, la frívola reconstrucción de los hechos basada en las primeras hipótesis de una investigación muy deficiente desde el inicio. Decía el enviado especial de ABC a Paradas en la edición del 24 de julio, dos días después del crimen: «Se cree que cuando el tractorista salió en busca de su mujer, el encargado de la finca, Manuel Zapata , mató a su esposa, doña Juana Martín Macías , de un disparo de escopeta , dejándola en la habitación bañada en sangre y con la cabeza destrozada. Se supone que cuando llegaron a la finca el tractorista y su esposa , que se encontraba en el sexto de mes de gestación (no tenían ningún hijo), fueron asesinados de varios tiros de escopeta por Manuel Zapata, cuyos cadáveres arrastró hasta unas pacas de paja a las que prendió fuego, quedando los cadáveres de don José González y doña Asunción Peralta calcinados». Al día siguiente, la jefatura de la Guardia Civil dio orden de busca y captura de Manuel Zapata «como presunto autor del cuádruple crimen» que se suponía tenía un móvil pasional . Entonces sí se escribía tal cosa en letras de molde, aunque con todas las prevenciones: «Se trataba de personas dignísimas, muy queridas por todos, quienes contaban con grandes simpatías entre sus paisanos».Miedo e impotencia «Nadie contesta. Están como atemorizados por la desgracia que aflige a toda la población», decía el cronista de ABCAl cabo de los tres días, las pesquisas dieron un vuelco con el hallazgo del cadáver del encargado bajo un montón de paja en una zona que, en principio, ya se había rastreado. «Dada la forma en que se han encontrado los restos de Manuel Zapata se complica el caso, ya que parece descartarse la posibilidad de un suicidio, creyéndose más bien que Manuel Zapata puede haber sido asesinado por otra u otras personas». La rehabilitación periodística del encargado del cortijo arrancó ahí, donde se perdió el rastro del asesino: «El señor Zapata, nos dicen, era un hombre formal, muy cumplidor». Se ha cumplido medio siglo de un caso prescrito sin una pista fiable . Nada, lo mismo que el primer día. O ni siquiera eso, cuando las teorías se airearon alegre e inconscientemente. Hoy las hubiéramos llamado bulos.Entierro de los fallecidos en el crimen ABCPor Alberto García Reyes Una explicación plausible: el crimen de Los Galindos se cometió para ocultar una estafa millonariaEl móvil del crimen de Los Galindos fue un fraude económico en la cooperativa Coduva, en la que participaba esta finca olivarera de Paradas, y el autor fue un profesional del soborno al que recurrieron varios implicados en la estafa, entre ellos el propio marqués de Grañina, para chantajear al manijero, Manuel Zapata , que había descubierto todo el desfalco y pensaba contárselo al padre de Mercedes Delgado, esposa del marqués y dueña de las tierras.Al autor se le fue la mano en presencia del marqués Gonzalo Fernández de Córdova y de su administrador, conocido como don Antonio. Dio a Zapata un golpe seco en la cabeza con una «pajarita» —una barra de hierro de las empacadoras— y le clavó uno de los ganchos. Su esposa, Juanita Martín , que fue testigo de los hechos, entró en el lote.Esta es la recreación de los crímenes ocurridos en la finca el 22 de julio de 1975, hasta ahora sin resolver, que hizo el hijo del propio marqués, Juan Mateo Fernández de Córdova, en «El crimen de Los Galindos. Toda la verdad», un libro editado por Almuzara en 2019 que ofreció nuevos datos sobre uno de los grandes enigmas de las postrimerías del franquismo. No fue una carnicería pasional. No había rencillas entre los asesinados. No se mataron unos a otros. Todos eran inocentes. Sólo el manijero, Manuel Zapata, tenía relación directa con los responsables de esta tragedia. Los demás tuvieron la desgracia de pasar por allí.Esta es la hipótesis que expuso Fernández de Córdova, que trata de lavar la imagen de las víctimas involucrando a su propia familia . La teoría que más se ha difundido hasta ahora se basa en el enfrentamiento entre dos matrimonios, el de Zapata y Juanita contra el de José González y Asunción Peralta. Bajas pasiones de la Andalucía rural.Juan Mateo Fernández de Córdova, autor del libro «El crimen de los Galindos» Juan José ÚbedaFraude en la cooperativaZapata era un guardia civil retirado que trabajaba con toda lealtad para el legítimo dueño de la finca, el padre de doña Mercedes, don Manuel Delgado.Había descubierto un fraude en la cooperativa Coduva de muchos millones de pesetas de la época y, cumpliendo con sus principios de honor y fidelidad, aprovechó un viaje del marqués a Málaga para desplazarse a Sevilla y contarle todo lo que estaba pasando al señor, suegro de Grañina. Todo estaba preparado para el viaje a Sevilla el 22 de julio de 1975. El manijero había avisado a uno de los empleados de la finca, José González, tractorista veinteañero, para que esa tarde fuera al cortijo con su esposa, Asunción, con la que acababa de casarse, para cuidar a su mujer, Juanita, que se encontraba enferma.Había acordado incluso pagarles el jornal a los dos por hacer esta labor de compañía. Eso obligó a González a abandonar su puesto en horas de trabajo y cubrirlo con otro empleado que nunca había estado en el campo. Indicios que luego le implicaron. Pero el hijo de Grañina sostiene ahora que cuando el manijero se estaba vistiendo para su viaje llegaron a Los Galindos tres personas: el marqués, el administrador y un desconocido al que en el libro se le da el nombre falso de Curro . El autor material de los asesinatos . Llevaban dinero para sobornar a Zapata a cambio de su silencio. De hecho, los investigadores encontraron los billetes en el escenario del crimen. Pero el ex guardia civil no aceptó el chantaje. Curro tenía la consigna de asustarlo y, si era necesario, darle una paliza para convencerlo. Y todo acabó de forma inesperada. Su fuerza desmedida lo aniquiló de un solo golpe.Interior del cortijo de Los Galindos ABCLa siguiente en caer fue Juanita , simplemente por haber visto lo que no debía. Y la intención de los tres, el asesino y los responsables del fraude a los cooperativistas, era que la cosa acabara ahí. El marqués y don Antonio habrían colaborado en el traslado de los cádaveres y cerraron la casa. Luego se marcharon por Marchena para volver a subirse al tren en La Puebla de Cazalla con dirección a Málaga, donde supuestamente estaban desde hacía varios días porque un familiar de Grañina acababa de morir.Curro se quedó solo en la finca porque el matrimonio González estaba a punto de llegar. Se encerró en el taller de los tractores a esperar a José y Asunción con la voluntad de hacerles creer que Zapata se había ido a Sevilla en compañía de Juanita y allí ya no quedaba nadie. Eso les haría regresar a Paradas. Pero la quinta víctima se cruzó entonces en el camino equivocado de la bestia. Se trata de Ramón Parrilla , otro tractorista de Los Galindos al que se le había estropeado el motor de arranque.Este hombre apareció en el cortijo para pedir ayuda a Zapata y, aunque se lo encontró todo cerrado, se fue directamente al taller para buscar herramientas con las que intentar arreglar la avería. Justo la guarida de Curro. El asesino cogió entonces una escopeta vieja que había en la nave, que tenía un percutor roto, y disparó contra Ramón , que se protegió cruzando sus brazos. El tractorista no murió de este disparo y corrió hacia el interior de la hacienda para pedir auxilio a Zapata. Luego, cuando vio que lo tenía todo perdido, intentó huir por un camino, donde Curro lo sentenció por la espalda.El relato de Juan Mateo Fernández de Córdova en el libro donde se desvela todo es muy directo. Los González llegaron en mitad de esta escena, así que el asesino los incluyó en la masacre. Les dio el alto en la explanada, les obligó a bajar de su Seiscientos y, como la escopeta no funcionaba, los mató a culatazos. Posteriormente se los llevó al pajar y les metió fuego . Según sostiene el autor en su narración, sabía lo que hacía. Curro había estado antes en la cárcel. Era un acreditado profesional del hampa.Reguero de sangre en el interior del cortijo de Los Galindos ABCFuga de CurroCon el incendio consiguió que todas las ayudas se centraran en ese foco durante las primeras horas. Y él pudo huir, aunque iba herido porque González le había podido dar varios navajazos defensivos. Esto lo acredita, según Fernández de Córdova, el hecho de que apareció sangre que no pertenecía a ninguna de las víctimas en el poyete de una casa en ruinas de una finca vecina. Antes de fugarse, no obstante, Curro preparó la escena . Le puso a Zapata una canana en la cintura, a pesar de que estaba vestido con un traje, para que pareciera que el manijero había sido el autor de los disparos a Ramón.En estos tres últimos asesinatos ya no estaban el marqués y el administrador, que en todo caso habían llegado demasiado lejos para callar a Zapata, ya que aunque no habían dado orden a Curro de perpetrar aquella sangría, estuvieron involucrados y callaron durante años, según subraya el libro. El marqués, Gonzalo Fernández de Córdova, murió en 2015 en Jerez. Arruinado. Su hijo nunca lo entendió porque tenía once millones de pesetas en la Caja Rural de Utrera que nunca tocó. ¿Por qué?La confesión de doña Mercedes, dueña de la fincaEse dinero es la clave que ha desvelado el caso junto con la confesión de doña Mercedes a Juan Mateo el día de la muerte de Grañina. La dueña le explicó que al terminar la investigación fue a la finca y entró en la casa principal, que siempre estaba cerrada a cal y canto porque allí guardaba las cosas de su difunto hermano Kiko. La propietaria prohibía a todo el mundo entrar ahí. Era su templo. Así que solo ella y su marido tenían la llave. Ni Zapata ni Juanita podían acceder por su cuenta. Sin embargo, ella se encontró allí dentro un charco de sangre fresca. Una de las víctimas había estado allí. Pero Mercedes decidió limpiar de forma urgente y mantenerlo en secreto porque eso sólo podía tener un significado: su esposo había participado en los hechos . El marqués estaba implicado en el fraude económico y para impedir que saliera a la luz tomó una decisión que acabó en un delito mucho peor: cinco muertos, dos de los cuales fueron asesinados en su presencia.Juan Mateo Fernández de Córdova ató todos los cabos sueltos de esta historia en un libro que desmonta todas las teorías que se han barajado hasta la fecha. No fue un crimen pasional, no fue un ajuste de cuentas por drogas y tampoco fue un fraude fiscal relacionado con el trigo. Una cooperativa aceitunera participada por varios latifundistas de Utrera entre los que estaba el propio marqués de Grañina había sufrido un desfalco millonario. «A raíz de su muerte y al dar yo mismo la noticia a mi madre, en una mañana de tensión, me revela algo hasta entonces desconocido para mí sobre el crimen de Los Galindos, algo que pasó inadvertido, que es clave y que desde entonces me empuja obsesivamente a discurrir sobre el tema y a replantearlo hasta encajar todo lo ocurrido», explica Fernández de Córdova en su obra, donde están todos los detalles que podrían resolver uno de los grandes misterios de la crónica negra española.

Leave a Reply