El consumo de ansiolíticos, antidepresivos, estimulantes, antipsicóticos y estabilizadores del estado de ánimo se enturbia a menudo con prejuicios o creencias equivocadas. A pesar de que existe una mayor concienciación sobre la salud mental, se siguen estigmatizando los trastornos mentales y sus tratamientos. En su libro ‘Hablemos de psicofármacos’ (Arpa Editores), el Dr. David Lopez, psiquiatra, profesor y director de menteAmente, aporta una guía divulgativa sobre cómo funcionan y cuándo son adecuados.—¿A qué se debe ese estigma sobre los fármacos para los trastornos mentales?—Quizá algunos avances en la promoción del bienestar hayan hecho creer que proteger la salud mental consiste solo en cuidarse. Pero algunas enfermedades mentales, que a veces son graves e incapacitantes, requieren tratamientos farmacológicos. Afectan al 5% de la población y no es un porcentaje desdeñable. Pero mientras que con los pacientes oncológicos graves, por ejemplo, se normalizan los tratamientos, los pacientes mentales siguen estigmatizados cuando se les prescriben.—¿Se acepta mejor la psicoterapia?—Sí, las guías de práctica clínica la aconsejan como primera opción, a veces junto a la medicación y otras no. Pero aún estamos lejos de poder ofrecerla en el sistema público. Pero un fármaco tiene menos aceptación.—¿Por qué?—En parte por las críticas en torno la sobreprescripción de fármacos. A menudo se cree que la medicación se destina a aliviar sufrimientos del día a día. Pero no es así. Son muchas las personas tratadas con medicamentos debido a una enfermedad. Y en los últimos años se ha diagnosticado a más pacientes, pues han acudido más a consulta. Lo ideal sería prescribir la combinación de psicoterapia y fármacos porque es lo que ofrece mejores resultados. No son excluyentes.Noticias relacionadas estandar Si Jonathan Benito, neurocientífico «Ser amable no es ser débil, ingenuo o sumiso, sino todo lo contrario» Raquel Alcolea estandar No Tomás Navarro, psicólogo «A menudo nos esforzamos en cosas que no llegarán a nada, el esfuerzo debe ser enfocado» Raquel Alcolea-¿Cuáles son las asignaturas pendientes en la colaboración interdisciplinar que propone para cuidar la saluda mental?En la actualidad funciona bien y hay respeto entre los profesionales. No es una cuestión de falta de voluntad, sino de falta de profesionales de tiempo para que los distintos equipos de cada disciplina se puedan reunir.—¿Cómo afectan los mensajes de empoderamiento del tipo «tú puedes con todo» que prolifera en las redes sociales?—La voluntad y el interés por mejorar son importantes en la medicina. Pero a nadie se le ocurriría pensar en curarse la diabetes concentrándose en hacerlo mejor o que un hueso roto se suelde por las ganas de recuperarse. En una enfermedad mental la voluntad y el apoyo social y familiar también deben acompañarse de un tratamiento. —Las enfermedades mentales son menos visibles que las físicas…—Si, lo basamos en la experiencia. Todos han experimentado la tristeza pero quizá no una depresión clínica. Algunos creen que han estado deprimidos y que lo han resuelto jugando al golf o quedando con amigos. Explicar qué es la depresión a quien no lo ha vivido es difícil. Pero la enfermedad mental no es consecuencia de malas decisiones ni de una personalidad débil.-¿Se tiende a juzgar a los enfermos o incluso a culpabilizarles de su situación?Un reciente metaanálisis reveló que la mitad de las enfermedades mentales debutaban antes de los 18 años. Esto significa que aunque el diagnóstico se haga en la edad adulta, muchas personas han tenido rasgos de la enfermedad o han convivido con ella desde muy jóvenes. Eso hace que algunos enfermos sientan que la vida es así o incluso que su entorno crea que es así su personalidad. Es probable que eso haya hecho que en algunas ocasiones el diagnóstico haya llegado de una forma tardía. —¿Hay señales a las que habría que estar alerta para saber que se puede estar sufriendo una enfermedad mental?—Ojalá las hubiera y fuese más sencillo identificarlas. En la diabetes, por ejemplo, existen unos parámetros que lo indican. Pero en la salud mental no se dan mediciones tan claras. Incluso una lista de criterios podría resultar reduccionista. Es complejo. Quizá un cambio brusco pueda ser significativo si no se atribuye a algo concreto. Y también lo contrario, rasgos mantenidos, como sucede en el trastorno obsesivo compulsivo. A veces algo que se considera una forma de ser puede resultar dañino. Algunos trastornos mentales pueden ser sutiles, pero son insidiosos y limitantes. Cuando se interviene, esa persona lo agradece mucho y se siente libre pues ya no es esclava de sus síntomas. —Qué opina sobre los mitos extendidos sobre los psicofármacos: que todos son iguales y que son adictivos…—Eso parte de otra idea preconcebida que es que el psiquiatra solo manda pastillas. Pero no se prescribe una medicación si no hay un diagnóstico y no se obliga a nadie a tomarlo. Se estudia el caso y solo si hay un diagnóstico se pone el tratamiento y se explican los beneficios y los riesgos. Tal vez ese prejuicio sobre su carácter adictivo venga de ahí. Pero la idea general es que solo las benzodiacepinas son potencialmente adictivas y por eso se aconseja un tratamiento corto. —¿Y eso se cumple?—Quizá aquí se deba hacer autocrítica, pues a veces se prolongan demasiado. Es cierto que los trastornos mentales debutan antes de la edad adulta y que es frecuente que algunos sean crónicos. Pero eso no se debe al consumo del fármaco, sino que es intrínseco a la propia enfermedad. Incluso diría que sucede al revés, aplicar un tratamiento, ya sea farmacológico o psicoterapéutico, lo antes posible, contribuye a evita la cronicidad. Retrasar un tratamiento puede ayudar a cronificar una enfermedad mental, mientras que tomar la medicación no le hará dependiente de ella ni hará que se cronifique.«Retrasar un tratamiento puede ayudar a cronificar una enfermedad mental» Dr. David López Psiquiatra—Otro mito en torno a la medicación es que se cree que cambia la personalidad…—Eso se debe a los prejuicios. Pero si el estigma del enfermo mental no existiera, si se hubiera normalizado y se hubiese hablado en las familias y en el entorno, tal vez se entendería mejor a las personas con problemas de salud mental y tal vez se sentirían más apoyados y más comprendidos para contar cómo ha sido su proceso.—Algunas personas siguen pensado que la voluntad y las ganas son suficientes y que ellos pueden solos, que no necesitan medicación…Sí, esto también forma parte de la cultura actual del individualismo en la que cada uno es responsable de su propia vida y de lograr su felicidad. Incluso diría que esto viene también de esos mensajes de empoderamiento de las redes sociales. A nadie se le ocurriría pensar que uno se puede operar a sí mismo de una cirugía, pero sí que tal vez esa persona pueda hacer esfuerzo por salir de la cama, por probar, por mejorar… Es cierto que lo que ayuda a los pacientes no solo es la medicación sino que también influye la fuerza de voluntad que permite que hagan un cambio de hábitos, que acepten la ayuda y los apoyos y que tengan la capacidad de explicarse a sí mismos lo que le ha pasado porque eso les beneficia más de lo que cree.—¿Es cierto que España es el país en el que más psicofármacos se prescriben?—No, es falso. Los antipsicóticos se prescriben cuando corresponde, en las psicosis y a veces en el trastorno psicoafectivo o en el trastorno bipolar. Y la tasa de prescripción de antidepresivos en España es similar a la del resto de países de la OCDE, solo con la excepción de las benzodiacepinas y los hipnosedantes, cuyas cotas son más altas. Estamos al nivel que corresponde en relación a la calidad y la idiosincrasia de nuestro sistema sanitario.—En los medios se mete en el mismo saco a todos los psicofármacos.—Si, y se corre el riesgo de que algunos pacientes crean que no les hace falta medicarse. Con algunos titulares se recrudece el estigma y los prejuicios y se impide que algunos pacientes acudan a consulta a tiempo. La mayor cantidad de días con psicosis o depresión no tratada aumentan el riesgo de que la enfermedad se cronifique o incluso que gane virulencia o gravedad.El Dr. David López, con su libro ‘Hablemos de psicofármacos’, de Arpa Editores. tania sieira—¿Qué podemos esperar y qué no de los psicofármacos?—Lo que no podemos esperar es que cambien nuestros hábitos y nuestra forma de ser ni para mal ni para bien. A veces hay que cambiar cosas y esos exige esfuerzo tanto a nivel individual como social. No resolverá cuestiones como la precariedad laboral o los problemas de conciliación. No se deben usar para contrarrestar el malestar y el sufrimiento pues no se trata de que todo sea positivo ni de que siempre haya felicidad. La cuestión es que tenemos que vivir las partes negativas de la vida y tenemos que integrarlas, pues es importante que seamos capaces de desarrollar resiliencia, capacidad de afrontamiento y creatividad para resolver problemas y ser capaz de enfrentarnos a las situaciones difíciles. Puedo entender que una persona esté muy desbordada si no es capaz de encontrar una solución a un problema, pero tiene que haber un compromiso de que una vez que el tratamiento, a veces farmacológico o a veces terapéutico, haga su efecto, dedique tiempo y esfuerzo a cambiar aquellos hábitos que le ayuden a no recaer. Es cierto que eso no pasa con todas las enfermedades, pues algunas con una carga genética más pesada entrañan dificultad y no me gustaría que se pensase que intento cargar aún con más responsabilidad a esas personas que tienen esa enfermedad. Pero en el caso que estemos hablando de cuadros más adaptativos sí que es posible buscar ese compromiso para cambiar hábitos que le ayuden a mejorar.

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