Eran Riklis, director de ‘Leer Lolita en Teherán’: «Le pregunté a la autora si le parecía extraño que un israelí dirigiera su historia»

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Eran Riklis, director de ‘Leer Lolita en Teherán’: «Le pregunté a la autora si le parecía extraño que un israelí dirigiera su historia»

Eran Riklis habla sonriendo, y eso que lo que dice es serio. El director israelí de ‘Los limoneros ‘, premiadísima y muy vista película de 2008, con Hiam Abbass defendiendo su jardín ante la casa del ministro de Defensa, vuelve ahora a mirar los pequeños grises de la vida diaria frente al blanco y negro de los titulares de la Geopolítica. Lo hace con ‘ Leer Lolita en Teheran ‘, en la que adapta la novela autobiográfica de Azar Nafisi, publicada en 2003, en la que un grupo de mujeres solo aspira a la libertad de hacer lo que quieran ante la dictadura de los ayatolás. 22 años después de la publicación de la novela, todo suena a reciente. Las protestas de 2022 por la muerte de Mahsa Amini evidenciaron la lucha por los derechos de las mujeres, brutalmente reprimida. Casi nada ha cambiado respecto a aquel Irán de los años 80 donde la protagonista reunía clandestinamente a siete de sus antiguas alumnas de la Universidad para leer obras prohibidas de Nabokov, Austen o Fitzgerald. En su salón, los libros se convertían en refugios de libertad, espejos donde las jóvenes reflejaban sus vidas frente a la opresión teocrática. Riklis da vida a esta historia con un reparto de actores iraníes exiliados que llenan de comprensión una historia conmovedora. – Adaptar una novela autobiográfica tiene un peso mayor que llevar a la pantalla otro tipo de libro, ¿sintió un vértigo especial al tener que adaptar la vida de una persona real?–Leí la novela muchos años atrás, en 2008, después rodar ‘Los limoneros’. Sentí que era el mismo tipo de material: trata sobre mujeres, una situación política… y sabía que no era fácil para un israelí, pero dije, «soy un hombre del mundo». [ríe] En 2016, volví a leer la novela, descubrí que nadie había hecho una película, lo cual fue extraño. La llamé y le dije: «¿Es extraño que un director israelí quiera hacer tu historia, tu historia personal, tu historia en Irán?». Ella respondió: «Me encanta, creo que es genial». Nos conocimos y le pregunté varias veces: «¿Todavía te sientes bien con esto?». Ella dijo que sí. Era consciente del reto y de las preguntas que surgirían, pero creo que los artistas debemos ser libres siempre que respetes la historia, los personajes y su contexto. Tomé una decisión importante: solo usé actores iraníes, exiliados, porque en América a veces eligen a un marroquí para interpretar a un israelí o a un palestino, y viceversa. Mis actores conocían muy bien sus personajes, lo que me ayudó a estar más tranquilo.A lo largo de la película, Eran Riklis va disparando fotografías de la Revolución iraní que son, en sí mismas, una película. Las ocho que usa son del fotógrafo David Burnett , quien tuvo permiso de Jomeini en 1979 para fotografiar la Revolución. «Lo contacté en Washington, hablé con su agente y compré las fotos. Estoy muy feliz porque, al verlas, el público entiende que está en el lugar correcto», explica el cineasta. Son imágenes que parecen un cruce entre Caravaggio y una película fotografiada por Vittorio Storaro. Riklis se ríe con la comparación: «Storaro cuenta que estudió años en la escuela de cine y que al salir no sabía nada, pero que un domingo fue con su esposa a una iglesia en Roma y vio una pintura de Caravaggio y, en ese momento, entendió qué era el cine . Creo que esa foto de Burnett es similar: la ves y entiendes la idea».Las mujeres protagonistas de ‘Leer Lolita en Teherán’ protestan contra el régimen (1), bailan en casa en libertad (2) y viven bajo la opresión de la policía de la moral en la calle (3)–¿Cree que el filme es más relevante ahora, en 2025, por la vuelva de los talibanes a Afganistán y la persecución a las mujeres de Irán tras la ‘revolución del velo’ de 2022? (la entrevista es en el festival de Barcelona, meses antes de la guerra de Irán con Israel y la intervención de EE.UU)–La historia cuenta algo específico sobre mujeres iraníes en 1980, pero es universal, aplica a mujeres y hombres. No tuve que esforzarme para hacerla universal. En cada país donde se proyecta, el público puede verla como algo ajeno o como la historia de su propio país, o incluso como una advertencia sobre el futuro si no se tiene cuidado.–¿Cree que el arte puede cambiar la forma en que la sociedad se ve a sí misma?–Creo que tienen un efecto progresivo. Lees un libro y tal vez lo piensas mañana, la próxima semana o en cinco años. Con el cine es lo mismo. Incluso si comes palomitas cuando ves una película, algo queda. Libros, literatura, poesía, cine, teatro, periodismo: cualquier expresión de ideas afecta a las personas, a menos que quieras ser un ignorante. Hay gente que dice: «No me importa, esta es mi opinión y no voy a cambiar». Pero el arte hace que la gente reconsidere cómo ve el mundo. No quiero sonar anticuado, pero todo se reduce al amor. Si no hay suficiente amor, hay problemas.–Hay una frase en su película que dice: «Si pierdes la fe en el futuro, no sobrevivirás»…–Sí, es una frase hermosa. Creo que hay que mantener la fe en el futuro, en tus ideales, en tu forma de pensar, pero con una puerta abierta a nuevas ideas. Es peligroso estar anclado a una postura, ya sea de izquierda o de derecha. Cuando tenía 14 años, vivía en Brasil porque mi padre trabajaba en la embajada. Yo estudiaba en el Colegio Americano. Era finales de los 60, con la Guerra de Vietnam y la dictadura en Brasil. Nuestra maestra de literatura nos dio ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’. Ese libro cambió mi vida. –Hay una escena en la que se habla de Tom Hanks y del amor que le profesan, pese a que el cine americano está vetado y antes solo lo veían por las parabólicas y, ahora, porque se pasan unos a otros pendrives con las películas pirateadas… ¿Cree que el arte, las películas, siempre encontrarán la manera de llegar a la gente, sin importar las restricciones?–Sí, siempre. Ese momento con Tom Hanks es bonito porque todos lo quieren… Un revolucionario islámico puede decir: «Soy estricto, pero amo a Tom Hanks ». Muestra la parte humana. El humor es clave en situaciones catastróficas, y no hay suficiente gente con sentido del humor. Tom Hanks representa algo universal, como Forrest Gump. –Además de haber contado con actores iraníes exiliados, ¿se ha reunido con cineastas u otros artistas que forman ese ‘Irán exterior’? –No he trabajado directamente con directores iraníes, pero nos conocemos de alguna manera. Una vez, durante una guerra en Gaza en 2014, contacté a directores de Egipto, de Líbano, de Siria, de Irán… Encontré el correo de Asghar Farhadi en Francia y le escribí, pero su compañía de relaciones públicas me respondió: «Apreciamos tu acercamiento, pero cuando tengas el dinero, hablemos». No pasó nada, pero creo que los cineastas nos respetamos y apoyamos mentalmente, cada uno tratando de hacer lo suyo.–¿Le preocupa que los periodistas siempre pregunten sobre Gaza o Israel solo por ser ciudadano de allí?–No, es parte de lo que hacemos. Soy un poco político y diplomático, pero hay una realidad que no puedes esconder. Formo parte de un grupo que quiere cambiar la situación, aunque no hemos tenido éxito aún. Espero que lo logremos, porque la situación actual es una locura para todos.Noticia Relacionada reportaje Si Escritores perseguidos y exilados: héroes, a su pesar Karina Sainz Borgo Acuchillado como Rushdie, exiliado como Sergio Ramírez, escondido como Saviano, o amenazado… Así es el presente de cientos de escritores porque sus palabras son incómodas. Su causa es la de la libertad. ABC Cultural reúne en este reportaje las voces de autores perseguidos. Ninguno quiso ser activista, solo escribieron aquello que consideraron necesario–¿’Leer Lolita en Teherán’ se proyectará en Israel? ¿Cree que será bien recibido allí?–Sí, sí, seguro. En 2003, ‘La novia siria’ fue un gran éxito en Israel porque trataba sobre los drusos. Pero ‘Los Limoneros’, sobre una mujer palestina, fue un desastre en Israel, aunque un éxito mundial. En 2010, hice ‘El viaje del director de Recursos Humanos’, sin palestinos, y gané el premio de la Academia Israelí. Dije en la ceremonia: «Hago un filme sin palestinos y me dan el premio, es muy fácil». Este filme de ahora me da buenas sensaciones, creo que la gente irá si escucha que es bueno, no dirán: «Es sobre iraníes, no nos importa». En está funcionando bien, pero Francia es Francia.–Si dirigiera ‘Los Limoneros’ ahora, en 2025, ¿cómo cree que sería recibido en Israel?–No muy bien. Hablé con Hiam Abbass , la actriz principal, que es palestina-israelí y vive en Francia. Le dije: «¿Y si hacemos ‘Los Limoneros 2’». [Se ríe] Sé que es una mala idea, pero siento presión por hacer algo similar, una historia simple sobre la situación, algo poético pero realista. Quiero encontrar una buena historia.

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