Apenas sobresalían unos pequeños cuadrados, detrás de otro cuadro, en uno de los puestos del Rastro madrileño, pero el ojo conocedor de Juan Manuel Bonet (París, 1953) se dio cuenta de que se trataba de una obra de Guillermo Pérez Villalta . «Está firmado y con la etiqueta detrás del año 70», comenta ufano el reputado crítico de arte y colaborador de este periódico, señalando esos mismos cuadraditos que ahora asoman tras el sofá de su salón. Se lo vendieron «bien», dice, en uno de tantos domingos de vagabundeo por los alrededores de la Plaza de Cascorro. Si está en Madrid «y no llueve», el antiguo director del IVAM, del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y del Instituto Cervantes, hoy presidente del Patronato de la Fundación Colección ABC, se acerca al Rastro. «Y normalmente viene con cuatro o cinco piezas», apostilla su esposa, Monika Poliwka .Una de las últimas es un grabado de Gustavo de Maeztu por el que ha pagado 40 euros y que ahora espera su lugar de destino, apoyado sobre unos libros en el suelo. En otra ocasión, hace 35 años, volvió a casa con un enorme plato de Manuel Millares que compró por 2.500 pesetas. El artista del Grupo El Paso solo había realizado dos y Bonet llamó a su viuda, Elvireta, en cuanto llegó a su casa. Sabía que lamentaba profundamente el robo de ese plato y se lo pudo devolver. En agradecimiento, la viuda del pintor canario les regaló un cuadro que ahora decora su salón, con otras obras también donadas por artistas o adquiridas a lo largo de décadas en España, Europa e Hispanoamérica. Bonet suele ir solo al Rastro. Tras 40 años de matrimonio, la historiadora del arte polaca asegura tener en su domicilio en Madrid y en su casa de campo en Guadalajara «rastros de todo el mundo», aunque apoya e incluso alienta esa pasión que comparte con Bonet por las vanguardias artísticas. Esa «enfermedad incurable» , como la describe el crítico, que les ha llevado a formar una colección de unas 90.000 piezas entre obras de arte, libros, manuscritos, partituras y fotografías, cuyo valor asciende a entre 7 y 8 millones de euros.Un centro «ambicioso»«Es una colección muy especial, muy buena, realmente de nivel internacional, pero reunida con muy poco dinero», asegura Poliwka antes de apuntar que «hay mucho Rastro en ella». «Y conocimiento» , añade. La historiadora del arte bromea con que «antes de Google ya existía Juan Manuel» y su prodigiosa memoria facilitó la construcción de esta colección que en un futuro cercano se mostrará al público. La Fundación Antonio Pérez, de Cuenca, va a crear un espacio en Tarancón para darla a conocer, para alegría de la pareja. «Es cosa rara que una institución te busque y se ofrezca para albergar tu colección», resalta Poliwka, «conmovida» por la «sensibilidad» de la Fundación y de su secretario Jesús Carrascosa. Noticia Relacionada estandar No Un nuevo museo en Tarancón albergará la colección de Monika y Juan Manuel Bonet ABC Impulsado por la Fundación Antonio Pérez, dará a conocer obras de las vanguardias, así como la importante biblioteca del matrimonio y centenares de partituras y cartasCon esta ciudad conquense no tenían hasta ahora una vinculación personal, pero sí con Cuenca . Bonet recuerda que el hoy Museo de Arte Abstracto Español, ubicado en las Casas Colgadas, fue el primero en el que trabajó en su juventud. Su fundador, el pintor Fernando Zóbel , era amigo de su padre, el historiador del arte Antonio Bonet, y vio en aquel joven un singular interés por el arte. Además, el matrimonio conoció al artista Antonio Pérez y ha apoyado siempre a su Fundación. Juan Manuel Bonet y Monika Poliwka, en el salón de su casa Ángel de AntonioEn estos días Bonet y Poliwka andan atareados en su casa, seleccionando las piezas que viajarán a la Casa Parada de la ciudad conquense, a solo 85 kilómetros de Madrid. ‘Constelación vanguardias ‘, como se llamará el nuevo centro que albergará su colección y archivo, «remite al libro de Mallarmé ‘Un golpe de dados’, a las constelaciones de Joan Miró, los caligramas de Apollinaire, a la filosofía visual…», explica Bonet. En este proyecto, que pretenden que sea «ambicioso» e «internacional», buscarán «la conjunción de las diversas artes». Es una idea que siempre ha estado presente en las exposiciones que han organizado: «cómo se mezclan las artes, cómo los artistas tienen al lado a escritores, a músicos…». Del compositor Erik Satie , por ejemplo, poseen cientos de partituras y también de Debussy o Albéniz. «En los Encuentros de Pamplona de 1972 me di cuenta de la importancia de la música en relación con las artes plásticas y ese es un vínculo que me ha interesado mucho», dice Bonet.El crítico de arte se arrodilla ante una caja de cartón y de su interior saca una foto suya con Zóbel y Carmen Lafont en París, otra con sus padres y con el pintor abstracto Fermín Aguayo, su correspondencia con Leopoldo María Panero, una carta de Jorge Guillén, notas de Gómez de la Serna, un exlibris dibujado por Juan Gris… «Esta es la primera donación que nos ha llegado , de Guillermo de Torre y Norah Borges, que nos ha regalado una especialista en ultraísmo japonés«, enseña agradecido.En ese mismo salón, la pareja muestra después una obra de Xavier Valls , padre del político Manuel Valls, otra de Sonia Delaunay o algunos de los ‘guerreros’ que poseen. «A Pepe Guerrero lo conociste desde el principio –recuerda Poliwka– y tenemos una obra suya dedicada a ‘Juan Manuel Bonet, que me escribió la primera crítica a los 15 años’». A esa edad empezó «con estas manías», como él dice, frecuentando el rastro de El Jueves en la calle Feria de Sevilla. Y a sus 71 años sigue aplicando el refrán que le repetía Antonio Pérez en París: «A tu casa nunca volverás sin un libro más». La primera pieza de su colección, sin embargo, se la regaló su padre a los 13 en una estancia en su casa familiar en Galicia. Fue un ejemplar de ‘Fervor de Buenos Aires’ de Jorge Luis Borges, con cubierta de Norah Borges, hermana del escritor. Una de las joyas que se expondrán en Tarancón. Descubrir talentosBonet recuerda con cariño también la herencia recibida de sus padres o cómo a través de la figura de su tío abuelo Evaristo Correa Calderón, un profesor de instituto que fue amigo del pintor Gutiérrez Solana, de Ramón Gómez de la Serna y de Cansinos Assens, descubrió «todo ese mundo» que le cautivó. El que le impulsó a escribir sobre ultraísmo, sobre la generación del 50 de Saura y Millares, y de tantos otros españoles e internacionales de las vanguardias… «Juan Manuel cambió la vida a muchos artistas al detectar su talento y por eso le respetan, porque notan su solidez como crítico de arte«, apunta su mujer.La pareja, en el pasillo de su casa en Madrid Ángel de AntonioNo se ha adentrado apenas en la arquitectura, pero sí en la fotografía. Bonet señala con orgullo la fotografía que le hizo el francés Bernard Plossu para la galería de directores del Cervantes. Reina en una mesita, casi una isla entre libros, revistas y manuscritos que desbordan las estanterías y pueblan cada rincón de la casa. Aquí la apreciada colección polaca que atesora Poliwka desde hace 50 años, allá obras de Octavio Paz o Cortázar y más allá de Azorín o Baroja. En el despacho de Bonet se encaraman unos sobre otros en bastiones, como fieles soldados que asisten a su señor. En este poblado reducto de saber conserva unas 300 necrológicas publicadas en ABC desde 1990. «Tengo una broma negra y es que todos quieren morirse para que Juan Manuel escriba sobre ellos», comenta Poliwka con un ‘humor polaco’ que su marido reprocha con cariño. De una estantería, extrae los ‘Seis poemas galegos’ de Lorca, uno de los libros más raros de su colección que viajarán a Cuenca. También llevarán el Torner de su regalo de boda, el retrato que le hizo Manolo Quejido, un libro de Víctor Segalén recién adquirido y si todo va bien, un cartel de Picasso que persigue. «Si queremos contar bien una historia, faltan unas cuantas teselas para el mosaico que vamos a encontrar», asegura.

Leave a Reply