Trump recibe a Starmer como huésped en su propio país, y lo hace subir las escaleras de su hotel

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Trump recibe a Starmer como huésped en su propio país, y lo hace subir las escaleras de su hotel

En un giro singular en la diplomacia internacional, el invitado hizo de anfitrión. Donald Trump hizo al primer ministro británico recorrer unos 600 kilómetros para recibirle ante las escalinatas de su resort de Turnberry. Mano extendida, sonrisa en la cara, se marcó el que puede ser el mejor anuncio para ese hotel y club de golf adquirido en 2014 y que arrastra pérdidas millonarias desde hace años. Keir Starmer, con su mujer de la mano, no tuvo más que actuar como si estuviera de nuevo, como en febrero, en la Casa Blanca.Fue una suerte de visita de Estado a la inversa. La imagen, con Trump en lo alto de la escalinata, esperando a su invitado en terreno británico pero bajo titularidad privada, capturó una escena inconfundible: el jefe de gobierno del país anfitrión subiendo los peldaños de un recinto propiedad del presidente extranjero que lo recibe. La fotografía resume con claridad esa fusión entre lo público y lo privado que ha marcado muchos momentos del mandato de Trump, quien, por cierto, será recibido en septiembre por el rey Carlos en una visita oficial al Reino Unido .Ha sido un viaje llamativo para un presidente que ha dicho siempre que no toma vacaciones. Cuando se escapa, suele hacerlo a sus residencias de Florida o Nueva Jersey, o a Camp David. Pero Escocia tiene otro peso en su biografía. Su madre nació en la isla de Lewis. Los campos de golf en esa región son los que más aprecia. Es lo más parecido que tiene a unas raíces.Noticia Relacionada estandar Si Trump contradice a Israel tras la entrada de ayuda en la Franja: «Sí hay hambre en Gaza» David AlandeteTrump ha convertido su campo de golf en Turnberry en algo más que un retiro estival. Allí, en la costa atlántica, ha recibido a Starmer y a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen , en reuniones de alto nivel con formato relajado, pero con negociaciones sustanciales. Turnberry no es embajada, ni base aérea, ni sede oficial. Es un negocio personal, remodelado a su gusto, que ahora sirve de decorado para encuentros de Estado. En esa escalinata, Trump no solo saluda. También envía un mensaje: el hotel está abierto, desde unas 600 libras (700 euros) la noche.La Casa Blanca insiste en que todo se ajusta a los protocolos. Que los gastos de seguridad y logística son los habituales. Que el resort está en manos de un fideicomiso gestionado por sus hijos. Pero los precedentes pesan. En 2019, el entonces vicepresidente Mike Pence eligió alojarse en el Trump International Golf Links de Doonbeg, a más de 300 kilómetros de Dublín, durante un viaje oficial. También entonces se alegaron motivos familiares. Y también entonces se abrió una investigación en el Congreso por posible conflicto de interés.Las protestas en Escocia no han sido multitudinarias, pero sí constantes. En Edimburgo y Aberdeen aparecieron pancartas con lemas como «No le pongan la alfombra roja al dictador» o «Stop Trump». La escena no es neutra. Starmer, líder del gobierno británico, subiendo la escalinata de un negocio privado en su propio país para ser recibido por un presidente extranjero que lo espera en lo alto, entre jardines y cámaras. En una Escocia con fuerte identidad europea e independentista, la imagen no pasa inadvertida.Trump aterrizó en Escocia el viernes 25 de julio. Llegó a bordo del Air Force One al aeropuerto de Prestwick, y desde allí se trasladó a Turnberry. Su viaje, oficialmente privado, incluye además una visita a su otro campo de golf en Aberdeen, donde inaugurará un segundo recorrido junto a su hijo Eric. Entre partida y partida, ha mantenido encuentros con líderes europeos.La seguridad ha sido visible. Uno de los elementos que más ha llamado la atención es el llamado «Golf Force One», un carrito de golf aparentemente blindado que acompaña al presidente durante sus recorridos. Ventanillas opacas, estructura reforzada, y escolta armada en los senderos del campo. Según expertos británicos, está equipado con materiales similares a los de su limusina oficial, «The Beast», adaptado para no dañar el césped.El dispositivo responde al endurecimiento de la seguridad tras dos intentos de asesinato en menos de un año, uno de ellos en un club de golf de Florida. En Turnberry, francotiradores se han apostado en puntos elevados del resort. Según ‘The Telegraph’, el coste de modificar un vehículo así supera los 250.000 dólares. A eso se suman gastos de vigilancia aérea, cierres parciales, personal logístico y alojamientos. Todo cubierto por fondos públicos. Como en todos los viajes presidenciales, también en los que Trump realiza a Mar-a-Lago o a Bedminster.Una vez más, la política y el negocio se cruzan. Las decisiones públicas se toman en una propiedad privada. Y la imagen del poder, como casi siempre con Trump, queda capturada para ser reutilizada posiblemente con fines comerciales.

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