El Cid: «Eso de que la edad no importa es una mentira como un templo»

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El Cid: «Eso de que la edad no importa es una mentira como un templo»

Un maestro de 51 años, el tapado en las quinielas, resucitó las glorias eternas en la Feria de Santander, la gran joya del verano taurino. Lejos de los focos, Manuel Jesús ‘El Cid’ emergió como la gran sorpresa mientras dictaba una lección magistral de temple, mente y corazón. Como si no hubiera mañana se plantó frente a la exigente bravura de Vengativo, al que cuajó a placer hasta colocar ambos nombres en el pódium de honor del ciclo de Santiago.—Llegó El Cid a Cuatro Caminos y pegó un repaso a todas las figuras que se anunciaban en la feria. ¿Cómo lo ha vivido?—Un repaso, no. He hecho lo que siento y me ha salido cara; también podría haber sido cruz. Mirando más allá de la competencia, mi intención era expresarme si un toro me regalaba veinte embestidas. Para mí Santander era una de las citas más importantes con los toros de Victorino, un encaste que conozco.—Además, compartía cartel con el mandamás, Roca Rey.—Compartir la tarde con la máxima figura, medirme con este tipo de toreros, era un acicate. Fue bonito cuajar el toro y brindárselo.—¿El contenido del brindis?—Son cosas de toreros, pero en resumen le decía que estaba agradecido por compartir cartel con él, me hacía mucha ilusión.—Sin comerlo ni beberlo, se vio envuelto en una polémica cuando cogió la sustitución, por derecho propio, de Cayetano al ofrecerse a torear gratis Morante.—Cuando me enteré de todo eso, ya me habían dicho que toreábamos mañana. La empresa decidió esperar a que terminase la corrida y, si había algo importante, poner al triunfador. Corté las orejas y me dieron la sustitución. Y yo feliz de poder torear una tarde más en la tierra donde tengo la peña más grande, donde tanto se me quiere, y donde con la labor de la empresa y esos carteles ha ido tantísima gente.El torero de Salteras Raúl Doblado—De toda la vida, las sustituciones han sido por meritocracia, para quien se lo gana en el ruedo. ¿Qué opina de lo sucedido?—Yo ahí ni pincho ni corto, no tengo nada que ver con esa polémica. Los toreros que han triunfado en la plaza siempre han tenido estos premios. Me gané la sustitución en el ruedo y feliz de volver a torear en una tierra donde se me quiere mucho, en ese pedazo de cartel con Juan Ortega y Roca Rey.—Si no hubiese sido usted el sustituto, más de una voz habría dicho que Roca no quería torear con usted después de mojarle las orejas en la de Victorino.—Bueno, yo no creo que sea mojar las orejas. A lo mejor otra vez Roca Rey corta cuatro y yo ninguna. Cada uno intenta hacerlo lo mejor posible y, evidentemente, siempre quieres estar mejor que el compañero. En Santander me salió bien a mí y otro día le saldrá a otro. El toreo es así.«He sido como el Ave Fénix: estaba medio derretido en ceniza y he vuelto a volar un poquito»—Como la película, la leyenda del Cid continuó en dos carteles de ‘No hay billetes’ y con la tele presente un día.—He sido como el Ave Fénix: estaba medio derretido en ceniza y he vuelto a volar un poquito. Aunque tampoco me como la cabeza con eso: solo quiero disfrutar, hacer el toreo que tengo en la cabeza y crecer; aún puedo crecer mucho como torero. Creo que con Vengativo se vio.—¿Qué virtudes le vio?—Ya en el capote lo hizo bien, tenía recorrido, sobre todo por el izquierdo. Y me fui a los medios con esa mano y conectamos. Fue bravo, repetidor; había que dejarle la muleta adelante y esperarlo mucho. Algunas veces embestía con un poquito más de velocidad de lo que suele embestir lo de Victorino. Y eso era porque estaba muy encastado, era muy bravo y había que poderlo. Tuvo muchas virtudes.—Si se llega a dar más coba, hubiese provocado el indulto y habría evitado el trance de la tizona, que esta vez entró.—Fue un grandioso toro, pero como aficionado y no pensando en el triunfo sin matarlo, Vengativo no era de indulto y sí de la vuelta al ruedo que se mereció como mejor toro de la feria. El indulto es algo muy serio.—Ha echado por tierra el refrán del «toro de cinco y el torero de veinticinco». ¿Acaso la edad no importa?—Claro que importa. Y el que diga lo contrario miente. Cuando dicen que ahora están mejor que antes es una mentira como un templo. Yo estaba mejor físicamente con 20 que con 50. Lo que pasa es que el toro no te pide el DNI. Pierdes en unas cosas pero ganas en otras. La edad no pasa en balde, los reflejos son otros. Entonces tienes que agudizar la maestría, los tiempos, y pensar más delante del toro. Cuando estás con la hierba en la boca, tienes más prisa de que aquello no pare; ahora los disfrutas más a fuego lento, tienes menos prisa en torearlos. Con los años, recuerdo mucho las conversaciones con los maestros Camino, Antoñete, Manolo Vázquez… La edad te da un poso y otra visión, porque estudias otras cosas y afianzas lo que realmente llevas dentro. Unas veces sale y otras no, pero cuando se cuaja le gusta a todo el mundo. Por lo tanto, para bien y para mal, la edad importa.—Hay un gran salto generacional dentro del mismo cartel. ¿Lo nota?—Es que yo he toreado con Roca, con Borja, con toreros que podrían ser mis hijos. Ellos hacen cosas que yo me digo: «Esto no lo hago ni muerto». Pero, bueno, quizá haya otras cosas que ellos no son capaces de hacer. A lo mejor cuando pasen los años lo harán. Otra cosa negativa que tienen los años es que para tú durar mucho tiempo y que la gente siga queriéndote ver, tienes que ser muy buen torero. Si pierdes interés, lo mejor es quitarse.—¿Hasta cuándo esta segunda vuelta?—Mientras pueda hacer disfrutar a la gente y el físico aguante. Cuando me salga un toro con el que no pueda, diré: «Hasta luego, Lucas».«He toreado con toreros que podrían ser mis hijos. Hacen cosas que yo no haría ni muerto y quizá haya otras que ellos no sean capaces de hacer»—Le han bautizado ‘el resucitador de la feria’. ¿Hay más cuerda?—La ilusión está a tope, y la ilusión mueve el mundo. Y lo que me hace feliz de verdad es torear. Como dice el Cholo, partido a partido, que las cosas en el toro están difíciles.—En Santander no solo aplaudieron su maciza faena a Vengativo, sino cómo se jugó las femorales con un primer victorino muy costoso. ¿Acaso no mengua el depósito del valor?—El valor es efímero, es la confianza que uno tenga en sí mismo. El miedo siempre está ahí, pero si se lo tienes al toro te encorseta. Para unos, el valor es pasárselo lo más cerca; para otros, lo más despacio posible. Creo que el valor es ser capaz de pensar delante del toro y saber qué hacer en cada momento, tener confianza en sí mismo y saber que nadie es imprescindible.—¿Realmente cree que no hay toreros imprescindibles?—A ver, ahora mismo, imprescindibles son Roca Rey y Morante, los dos que están tirando de la gente.—Se ha extendido el rumor del veto por no torear Morante y sí usted. ¿Alguna vez ha vetado a alguien?—Jamás he vetado a nadie ni creo que ahí lo haya. Cuando me han propuesto torear con un emergente, ahí he estado. También he hecho muchos favores y he ayudado al que he podido; es mi forma de ser, aunque luego alguno no se haya portado tan bien conmigo. Pero, en fin, yo lo de vetar lo veo absurdo: a mí lo que me gustaría es medirme con el que pega fuerte.—¿Sigue las redes sociales?—Tengo, pero no les hago caso y apenas las utilizo, porque esto te vuelve loco. Muchos opinan sin dar la cara, sin enseñar su verdadero rostro. A mí me gusta la gente que da la cara.—¿Servirá este triunfo?—Ahora las ferias están hechas con meses de antelación. Esto ha cambiado mucho y apenas sirve. Y no lo digo por mí, sino por los chavales que triunfan y de poco les vale. Esto ya no hay quien lo cambie.—Después de 25 años de alternativa, ¿cómo ve las plazas de toros hoy?—Con muchísima gente y con más jóvenes que nunca, lo que de cara al futuro es buenísimo, aunque haya que ir educándolos. Parecía que no había repuesto y cada vez vemos más juventud en los tendidos.—El movimiento antitaurino, con Urtasun al frente, sigue pico y pala.—Los antitaurinos nos hacen hasta un favor y lo del ministro ha provocado que la juventud se rebele. Fíjese, en Santander me han visto torear chavales que ni habían nacido cuando tomé la alternativa.«Me encantaría torear el festival de Antoñete en Madrid. Eso es canela en rama»—¿Han cambiado sus espejos?—Siguen siendo los mismos: Camino, Ordóñez, Manolo Vázquez, Antoñete… Y un torero tan grandioso como José Tomás: ¿quién no ha querido ser José Tomás?—Le unía una relación de admiración y cariño con Antoñete, cuyo festival está organizando Morante. ¿Le ha llamado?—No me ha llamado, él tendrá sus ideas.—¿Y le gustaría?—Me encantaría. ¿A quién no le va a gustar torear ese festival con figurones como César Rincón? Eso es canela en rama.—Usted ha sido gente en Madrid y se ha echado en falta su presencia en sus bodas de plata como matador. ¿Por qué?—Algunos hablaron de ‘espantá’, y yo no he pegado ninguna. La empresa me planteó elegir entre cuatro corridas de San Isidro y torear el domingo de Ramos. Acepté hasta que me dijeron que tenían mucho compromiso de confirmaciones mexicanas, que no podía ir a San Isidro. Y les dije que ahí tenían otro hueco en Ramos. Ojalá pueda volver a Madrid el próximo año.—¿Por qué reapareció El Cid?—Me faltaba algo, quería desarrollarme más como artista. Sentía un vacío que con los festivales no se llenaba.—¿Ha necesitado ayuda psicológica?—No, para eso siempre he sido muy fuerte mentalmente. Hay compañeros que necesitan llevar el psicólogo al lado, pero yo siempre he tenido un poder mental muy fuerte.—¿Y en lo físico?—Sí, ahí tengo un entrenador, porque ya no puedo hacer lo de tiempo atrás. Mi pierna derecha no tiene vasto interno por las cornadas y apenas puedo correr, pero hago mucha bicicleta y me cuido.—¿El sueño de lo que queda de temporada?—Disfrutar y crecer.

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