«¿Cómo está, Señor?». «Bien, Presidente». El tradicional despacho de verano entre Felipe VI y Pedro Sánchez comenzó ayer cinco minutos antes de lo previsto en el Palacio de Marivent. El jefe del Ejecutivo acudió tras su reunión con la presidenta del Gobierno balear , Marga Prohens. Sus andares, la expresión de su rostro y la hechura del traje de chaqueta azul oscuro que lució acusaban el cansancio del final de un curso agonizante. Hace exactamente un año, Sánchez aterrizaba en Palma un poco menos cansado, pero preocupado ante la sensación de que las pocas certezas que tenía entonces se le iban tambaleando. Se presentó en el Palacio de la Almudaina para despachar con el Rey después de una jornada de alto voltaje: había presidido el último Consejo de Ministros del curso y, como colofón, había declarado como testigo ante el juez Juan Carlos Peinado en el Palacio de la Moncloa por la investigación que salpica a su mujer Begoña Gómez por presunto tráfico de influencias y corrupción.Noticia Relacionada estandar Si El borrado intencionado de los mensajes de móvil sienta en el banquillo a García Ortiz Nati Villanueva Avala la investigación de Hurtado y confirma el procesamiento del fiscal general por filtrar datos del novio de AyusoA Sánchez le habría gustado hacerlo por escrito, pero el juez no le dio opción. Desde Moncloa intentaron entonces que su reunión con el Rey sirviera de cortina de humo : en el día en que todos los medios buscaron su foto declarando, la única imagen que hubo de él fue junto a Felipe VI. Pero aparecer con el Rey no alivió el yugo del presidente por los escándalos de su mujer.Un año de golpesTampoco sirvió de nada ayer. Doce meses después de aquel día, Sánchez no acudió a la Almudaina y se reunió con el Rey en Marivent. El maquillaje no disimuló el desgaste de un año donde ha recibido toda clase de golpes . Y es que, por mucho que el reciente caso Montoro le haya dado un leve respiro en las últimas semanas, el balance político del curso no admite excusas. Tras el ingreso en prisión de Santos Cerdán y todas las derivadas del caso, la erosión en la figura de Sánchez es notable. Si hace un año, además, daba su primera rueda de prensa tras declarar ante el juez Peinado, ayer lo hacía el presidente después de que el Supremo diera luz verde a sentar en el banquillo al fiscal general de Estado, Álvaro García Ortiz , por filtrar datos de la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Cuando Sánchez llegó ayer a Marivent, llovió. Y no paró en toda la tarde. Chispeó también en la rueda de prensa posterior. Que lloviera en estas fechas en Palma y no hiciera un calor infernal, no dejó de ser un reflejo de lo que ocurre en en el seno del Gobierno de coalición, donde Sánchez pierde apoyos. El saludo inicial al jefe del Estado reflejó la buena sintonía que desde el Palacio de la Zarzuela y Moncloa siempre se ha deslizado que existe entre ellos. Aunque lo cierto es que desde hace algo más de un año y hasta ahora estas reuniones no son todo lo frecuentes como querrían desde la Casa del Rey. Antes de la pandemia, sí que se cumplía la máxima estricta de que estos encuentros fueran semanales y se celebrasen en Zarzuela. La llegada del Covid, sin embargo, fue la excusa para distanciar estas reuniones y que, en muchos casos, tampoco fueran presenciales. Estos encuentros, cuando se celebran, duran algo más de una hora y al ser privados no aparecen en agenda porque la prensa no está convocada. La única excepción es el de verano, como el de ayer, que siempre ha servido para señalar el fin del curso político y el inicio de las vacaciones estivales.

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