Un terremoto de magnitud 8,8 ha sacudido Rusia, activando una alerta de tsunami en Japón, Estados Unidos y gran parte del Pacífico . El temor no es infundado: las olas ya han alcanzado las costas de Washington, Oregón y California. En este último estado, se han registrado olas de más de un metro en puntos como Arena Cove, Monterey y Crescent City. El Servicio Meteorológico Nacional ha advertido que podrían producirse corrientes peligrosas durante varias horas tras el impacto de las olas iniciales. La situación se mantiene en desarrollo, a la espera de nuevas actualizaciones.Este episodio vuelve a poner sobre la mesa las advertencias de los expertos sobre el riesgo sísmico en Europa, y en particular en la Península Ibérica. Recientemente, el 14 de julio hubo n terremoto de 5,3 frente a la costa de Almería que repercutió en Granada, Jaén, Málaga, Murcia y Alicante . En abril, se registró un seísmo que se dejó sentir en el sur de la Comunidad Valenciana y Murcia. Más atrás en el tiempo, el pasado 17 de febrero, un terremoto de magnitud 4,7 sacudió Lisboa, según el Instituto Portugués del Mar y de la Atmósfera (IPMA). El temblor se sintió en Vila Nova de Santo André, Lisboa y Portimão, así como en varias ciudades españolas: Badajoz, Sevilla, Huelva e Islantilla. Solo diez días después, se registraba otro seísmo de magnitud 4,1, tal como informaba el Instituto Geográfico Nacional (IGN). En esta ocasión el epicentro estaba en la localidad sevillana de Cazalla de la Sierra y también se dejaba sentir en Huelva, Córdoba y Badajoz.Los especialistas llegaron a explicar a ‘Euronews’ que los terremotos nacen del choque o roce entre las placas tectónicas de la corteza terrestre. En la Península son las placas euroasiática y africana las que generan «tensiones que se acumulan en las fallas geológicas, esas grietas frágiles que, al romperse, liberan energía en forma de ondas«, indican. María Belén Benito Oterino, catedrática en el área de Mecánica de los Medios Continuos y Teoría de Estructuras de la Universidad Politécnica de Madrid, detalló al medio europeo que « cuanto más tiempo pase desde que ha ocurrido un terremoto en una falla, más se está cargando y más posibilidades hay de que venga el siguiente«.Noticia Relacionada Según científicos portugueses El Océano Atlántico puede empezar a cerrarse desde Gibraltar Alexia Columba JerezY después de Italia, Grecia o Turquía, como países europeos más sísmicos, están España y Portugal. Y las zonas del sur y sureste son las que tienen más riesgos, es algo que también confirmaba Fernando Carrilho, del Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera (IPMA). En ese aspecto, Oterino adviertía que «nos afecta una zona al suroeste del cabo de San Vicente, donde ocurrió el terremoto de Lisboa de 1755. Si vuelve a romper, podría llegar a magnitud 8,5, repercutiendo en Huelva y Cádiz». Y añadía que «llevamos 140 años sin un terremoto de 6,5, como el de Andalucía en 1884. Estamos en tiempo de descuento» . Y ‘Euronews’ especificaba que las fallas del sur y Cataluña podrían llegar a 7 puntos de intensidad, «con una energía casi 900 veces mayor que la de Lorca». Y Carrilho tampoco descarta una «crisis sísmica» en Portugal.Mapa de la sismicidad en la Península IGNOterino ya explicó también en un artículo de ‘The Conversation’ que el daño causado por un terremoto no depende solo de su magnitud, sino de otros factores como la profundidad del foco o hipocentro, la distancia a la población y fundamentalmente, la vulnerabilidad de las estructuras expuestas.Y España y Portugal tienen normativas sísmicas, «nuestra norma prevé las aceleraciones esperadas, sobre todo en Granada, Alicante, Torrevieja y el sur», comenta la catedrática. Pero matiza que en España debe ser renovada, porque lleva 22 años sin revisarse y podría estar mejor . Además, incide en que deberíamos disponer de planes municipales de emergencia que garanticen una acción rápida y eficaz en caso de terremoto. «Faltan planes municipales en Andalucía, Valencia, Murcia, Cataluña y Pirineos», añadía en ‘The Conversation’. Anteriormente, esta experta ya aclaraba que no se trata de mirar a otro lado o de alarmar, sino de concienciar para prevenir.

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