Muere el exquisito arquitecto de la escena, Robert Wilson

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Muere el exquisito arquitecto de la escena, Robert Wilson

«Pienso en mi trabajo como en una obra, una ‘opus’, una construcción, un producto que evoluciona en el tiempo y combina varios elementos y colaboraciones muy valiosas. Siempre he estado interesado en algo que está a caballo entre el arte y la vida». Son palabras de Robert Wilson , uno de los grandes directores de escena de nuestros días, que ha fallecido en Nueva York a los 83 años. Era, según el New York Times , el «artista teatral más importante de Estados Unidos, e incluso del mundo». Exquisito, perfeccionista, elegante, de una personalidad inconfundible, especialmente en su tratamiento de la luz, trabajó en numerosas ocasiones en España: ‘O corvo branco’, ‘Osud’, ‘Vida y muerte de Marina Abramóvic’, ‘ Turandot ‘ -las cuatro en el Teatro Real-, ‘Don Juan último’, ‘The Temptation of St. Anthony’, ‘Einstein on the Beach’, ‘Proserpina’, ‘La dama del mar’ o ‘Letter to a man’ son algunos de los títulos que presentó (y en varios casos estrenó) en nuestro país. Precisamente durante la reposición en el Teatro Real de su montaje de la ópera de Puccini , Wilson compartía parte de su credo artístico: «La escena es un lugar diferente a cualquier otro lugar. En los cincuenta y siete años de carrera como director jamás le he dicho a un actor o a un cantante lo que tiene que pensar. Mis direcciones, en lo formal, son muy estrictas, y los actores y los cantantes han de seguir esas líneas formales; pero lo que sienta cada uno es totalmente personal».Robert ‘Bob’ Wilson nació el 4 de octubre de 1941 en Waco, Texas. Según su propia confesión, fue un niño introvertido. «Mi madre me dijo que me iría bien en el mundo porque sabía estar solo», dijo en una ocasión. En 1962 se trasladó a Nueva York, donde estudió diseño de interiores en el Pratt Institute de Brooklyn, y donde creó el colectivo teatral Byrd Hoffman School of Byrds , un laboratorio en el que crearía sus primeras obras experimentales, como ‘Deafman Glance’ (1970) y ‘A Letter for Queen Victoria’ (1974–1975).Su encuentro con el compositor Philip Glass y la coreógrafa Lucinda Childs estableció un punto y aparte en su carrera. Juntos estrenaron en 1976 la ópera ‘Einstein on the Beach’, de cinco horas de duración que rompió con las estructuras tradicionales de la ópera y es un referente indiscutible del teatro de vanguardia internacional.La ópera fue un campo en el que dejó patente su personalidad, con montajes de títulos populares como ‘Madama Butterfly’, ‘Pelléas et Mélisande’, ‘La Traviata’ o ‘L’Orfeo’. Pero también destaca su trabajo con artistas de diferentes disciplinas como Tom Waits, Laurie Anderson, William Burroughs, Lou Reed , Jessye Norman, Mikhail Baryshnikov , Willem Dafoe o Marina Abramović . No hay que olvidar su faceta artística, con dibujos, pinturas y esculturas expuestos en museos de todo el mundo, y con diseños de instalaciones lumínicas.Porque si hay algo que distinguiera el trabajo de Robert Wilson era el tratamiento de la luz en escena, a la que consideraba un intérprete más. Sus sesiones de montaje de luces en los teatros eran maratonianas, y los actores o figurantes que empleaba como ‘dobles de luz’ admiraban tanto como temían su meticulosidad. « Sin luz no hay espacio », decía el director, que presentaba siempre puestas en escena minimalistas, austeras y elegantes, tanto en lo que se refiere a la escenografía como al movimiento escénico, siempre detallista y preciso. «Cuando creo empiezo siempre por el espacio -afirmó en una entrevista con ABC en 2004 con ocasión del estreno de ‘ Proserpina ‘ en el Teatro Romano de Mérida-. Después creo una estructura en el tiempo. Por último, cuando todos los elementos visuales están en su sitio, he creado un marco para que lo llenen los actores. Siempre que adapto una producción a un nuevo lugar, tengo que empezar primero por el espacio y actuar en consonancia. El reto consiste en trabajar con la arquitectura existente, que es extremadamente bella y poderosa. Tiene que convertirse en parte integrante de la producción, de modo que el espacio sea uno de los elementos vivos de la obra y no solo decoración».«Robert Wilson -dijo de él Emma Suárez , que encarnó a ‘Proserpina- es un pintor que crea un cuadro introduciendo sus elementos de composición; actores, música, luces y sonido. Rompe todos los esquemas, incluso los míos, desconcertando».

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