Un hombre de aldea, un ‘paisano’, como se dice en Asturias, de esos que se han hecho a sí mismos a base de trabajo y de esfuerzo . Marcial Manzano Rivero , fallecido a los 89 años en el hospital de Arriondas, nació en 1936 en una aldea del concejo de Parres, en el oriente asturiano, en las faldas de la sierra del Sueve. Tiempos difíciles y paisaje difícil en una zona agreste, por entonces muy mal comunicada, en la que no había más alternativas que el campo y el ganado sin más opción que trabajar y trabajar. «Las vacas no saben de domingos», decía siempre. Allí se curtió el carácter de este hombre que hizo el servicio militar en Madrid antes de volver a casa para ayudar a sus padres que regentaban una tienda-bar en La Salgar , una aldea de apenas doce habitantes. Era este un modelo muy habitual en la Asturias rural. Un comercio llamado Casa Herminia en el que se vendía todo lo que pudieran necesitar los vecinos, lo mismo unas madreñas que jabón, cuchillas de afeitar, tabaco o comida. Y donde al mismo tiempo se podía tomar un culín de sidra o un vino, comer por encargo, mantener una tertulia o jugar una partida a la brisca. Se casó con Olga Sánchez, una gran guisandera , que cocinaba como pocas el cabrito con patatas o el pitu de caleya mientras criaba a sus cuatro hijos : Olga, Sandra, Esther y Nacho . Allí aprendieron estos el oficio y, sobre todo, aprendieron los valores del esfuerzo, del trabajo y de la importancia de la familia.Casa Herminia fue el embrión de lo que hoy es el restaurante más importante de Asturias , el único con tres estrellas , que recibió hace menos de un año , y uno de los grandes de España, Casa Marcial. Con el apoyo de Marcial y de Olga, Nacho Manzano regresó al negocio materno tras pasar un tiempo trabajando en restaurantes de Gijón. Tomó las riendas junto a su hermana Esther y en 1993 nacía, en el mismo lugar, Casa Marcial. Modernizaron todo, aplicaron técnicas más actuales, pero sin renunciar nunca a la herencia de sus padres . Por eso la fabada, los tortos de maíz o el pitu de caleya siguen estando presentes en un restaurante de tres estrellas perfectamente integrado en el mundo rural. Los hermanos Esther, Sandra y Nacho Manzano con sus padres, Olga y Marcial y Chus Sánchez, hijo de Esther en La Salgar, aldea ubicada a tres kilómetros de Arriondas, en Asturias efeMientras el imperio de los Manzano se iba extendiendo con restaurantes en Gijón, Oviedo o Londres , o con un cátering de renombre, Marcial permaneció apoyando a sus hijos desde la sombra, siempre al lado de Olga, su mujer. Él se ocupaba de los animales y se dedicaba a sus dos grandes aficiones, la caza y la brisca . La primera la compartía con frecuencia con su nieto Jesús, ya incorporado al negocio familiar.El pasado miércoles ingresó en el hospital y ya no logró recuperarse. Junto a él, toda su familia, para la que fue ejemplo y guía . Sin él, sin su esfuerzo y su trabajo, sin su bonhomía, La Salgar, esa pequeña aldea del concejo de Parres, difícilmente se hubiera convertido en lo que es hoy: el epicentro de la mejor cocina asturiana.

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