Han pasado casi noventa años desde que el Monasterio de Sijena fuera arrasado por las llamas, en un incendio provocado por milicianos anarquistas procedentes de Cataluña. Es cierto que aquellos actos no fueron ejecutados por la Generalitat, pero también lo es que ellos eran la institución republicana gobernante en el territorio de donde partieron las tropas al frente de Aragón y fue incapaz de proteger ese gran tesoro patrimonial que estas encontraron a su paso. El resultado fue la pérdida irreparable de parte del conjunto, el desarraigo de sus bienes y un conflicto que aún colea.Lo que siguió después fue igualmente grave: el traslado unilateral de pinturas murales y objetos litúrgicos a Barcelona en pleno contexto bélico, sin autorización legal del Estado y en abierta contradicción con la Ley de Patrimonio Artístico de 1933 que prohibía mover bienes de un Monumento Nacional. El Monasterio de Sijena gozaba de esa protección desde 1923. Nadie, ni por causa de guerra, ni por supuestas razones de conservación, tenía legitimidad para sacar lo que era, es y será de Sijena y Aragón.Más de ocho décadas después, tras años de litigios, los tribunales han dado la razón a Aragón. Sin embargo, el cumplimiento de las sentencias está siendo lento, obstaculizado por una Generalitat cuyo presidente de modo desafiante ha dicho que Aragón debería dar las gracias a Cataluña por haber salvado las pinturas. ¿De verdad hay que agradecer que se arrancara con espátula lo que no estaba autorizado a tocarse? ¿No habría sido mejor que ese patrimonio nunca hubiera estado en peligro? Si Sijena no hubiese ardido, hoy no estaríamos debatiendo su ‘salvación’, sino celebrando su plenitud.Es hora de que la Generalitat de Cataluña actúe con altura institucional. Pedir perdón no es asumir una culpa penal, sino reconocer el daño causado por acciones que en 1936 no supo evitar y por retener lo ajeno durante décadas. Solo así podrá cerrarse esta herida, que no es solo de Aragón, sino de todos los que creemos que el patrimonio no se expropia, se respeta.José Manuel Ibarz . Huesca

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