El runner: no corren, conquistan el mundo

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El runner: no corren, conquistan el mundo

Supe que algo pasaba el día que metí las zapatillas de correr en la maleta con la naturalidad de un psicópata que se limpia la sangre de la mejilla. ¿En qué me había convertido? La vida, contra lo que se piensa, es más larga que un domingo por la tarde, y uno tiene que ir buscándose entretenimientos para rellenar el vacío de la existencia y no bajar a las profundidades todas las noches: hay que flotar. Empezamos escapando de tigres y leones y gorilas, y de otros hombres, y hoy, sospecho, escapamos del mundo, de nosotros mismos, de la vejez, del tiempo, de la gravedad, del trabajo, del móvil, de la grasa, de la cerveza. Pero uno no puede escapar ya de cualquier forma, con la inocencia de un niño que simplemente echa a correr, así como está, y corre despreocupado por los caminos con la única condición de su voluntad. Eso fueron otros tiempos.—¿Pero no llevas reloj? ¿No mides las pulsaciones?—¿Para qué?—Hay que entrenar en zona dos. —¿En dónde?—Al sesenta o setenta por ciento de tu frecuencia cardiaca máxima.—Ah. La gente ha corrido siempre, pero no siempre ha sido runner: la diferencia es abismal. El footing se hacía en camiseta de publicidad talla XL y unos pantalones cualquiera, y el objetivo era simplemente sobrevivir a la carrera para seguir sobreviviendo en la vida. Y al día siguiente repetías, y así hasta que acababas cojo o en una carrera popular. Hoy para correr es necesario tener un pulsómetro, cascos inalámbricos, plantillas de fibra de carbono, calcetines supertranspirables y una camiseta que combine con el pantalón. Es lo mínimo. Y no corres: entrenas. Y te mides las pulsaciones, haces series de velocidad y un montón de cosas que antes solo preocupaban a gente como Kipchogue, y que no valen para nada si no te pagan por ello, pero son tan entretenidas, y tan cansadas. Y llegado el momento es eso lo que busca uno: cansarse más para pensar menos, ¿no? Quiero decir que los runners no corren por correr: corren para correr más, para llegar más lejos, para ir más rápido, para no volver al principio. Empezaron corriendo para estar sanos, y ahora solo tienen miedo de lesionarse y no poder seguir corriendo.«La gente ha corrido siempre, pero no siempre ha sido runner: la diferencia es abismal»—¿Y a dónde quieres llegar? —¿Pero te crees que esto es un viaje? En las carreras se entra por los diez kilómetros, y después llega la media maratón, que es una cosa muy seria en la que puedes morir de formas muy distintas. Hay gente que se replantea la vida a mitad de recorrido: ¿y no era mejor drogarse? Según la respuesta puedes acabar haciendo maratones completos, como Murakami, que dice que medita en el cansancio y que gracias a eso escribe mejor, aunque en Estocolmo no piensan lo mismo. Hay una cosa que es incuestionable, eso sí: para el que corre, andar es descansar. Y así se vive más tranquilo.El runner, en fin, es una parte fundamental del paisaje urbano y rural, que sueña con modificar igual que los coches modificaron el mapa. Por eso cada fin de semana hay una carrera en alguna parte de España cortando el tráfico, imponiendo su ley healthy. No corren por gusto: están conquistando territorio. Y poco a poco van extendiendo también su estilo de vida por la vía de Strava, una app que nació para compartir rutas de running y ha acabado siendo un Tinder de runners, para que estos se junten y, juntándose, acaben fundando su propio imperio romano.

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