Las arriesgadas técnicas para luchar contra los incendios: apagar el fuego con más fuego

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Las arriesgadas técnicas para luchar contra los incendios: apagar el fuego con más fuego

Puede parecer una contradicción en sí misma, cual oxímoron, pero sí, hay ocasiones en las que para apagar un fuego hay que prender otro justo al lado. Es lo que se llama contrafuego o fuego técnico, una «técnica muy complicada» que en grandes incendios como el que todavía no se ha dado por extinguido en el abulense Valle del Tiétar « es la única» forma para poner coto al avance devorador de unas llamas que en menos de 72 horas redujeron a cenizas más de 2.200 hectáreas. « Hay que tener mucha experiencia en haberla realizado muchas veces», explica sobre este práctica Francisco Camuñas, agente medioambiental, pues además de compleja, entraña riesgos. Y también es «duro» , reconoce, para quienes como él están los 365 días del año «trabajando y cuidando el monte, ahora vamos y lo quemamos». «Pero –incide– para los grandes incendios que tenemos en estos tiempos con el cambio climático, la única forma cuando un incendio se va, como se ha ido éste –en el sur de la provincia de Ávila–, es acotarlo con contrafuegos». «Si no, es imposible acabar con él», señala, justo tras haber puesto en práctica otra vez la fórmula del prendido para que la llama cese.«¡Todos mirando para abajo, por si saltan pavesas!», recalca al resto de integrantes del numeroso dispositivo de la Junta de Castilla y León que en ese momento se dispone a sacar el soplete y que la vegetación arda. Precisamente uno de los peligros es que uno de esos pequeños pedacitos de ceniza coja vuelo para caer en un lugar todavía ‘vivo’, pero que no se quiere quemar, y ahí empiece a arder de nuevo. La idea del contrafuego es aplicar precisamente fuego cuando se acerca el frente de llama para quemar así esa zona, de modo que cuando el incendio llegue «no tenga zona que quemar y pararlo ahí» , explica Camuñas. Pero no se puede comenzar en cualquier zona, sino que se debe buscar un «punto de anclaje, un lugar seguro» en el que prender y hacer una estimación de lo que el fuego original va a tardar en llegar. Aunque no siempre es posible, como en este caso, de disponer de esa «línea donde darlo fuego», normalmente pegada a un camino, una carretera y con una zona menos frondosa. En el abrupto Barranco de las Cinco Villas ese «ideal» no existía, por lo que tocó «aprovechar una trocha, una pequeña senda» para que arrancase la ignición «directamente en el monte», explica con cierto lamento Camuñas. Pero, advierte, «a lo mejor por no sacrificar cien, doscientas, trescientas… hectáreas en la aplicación de un contrafuego, se nos queman 3.000, 4.000, 5.000 ó 6.000».Y en este caso, además de la orografía y el denso combustible vegetal, había otros factores en contra, como el viento y la temperatura, por lo que «cuanto peores condiciones sean, más te tienes que alejar de ese frente de llama para que te dé tiempo a aplicar tu contrafuego», asumiendo que la superficie afectada será mayor.El riesgo de los pavesazosSiempre se hace, apunta, con autorización del puesto de mando al frente de la extinción y en contacto con el helicóptero de coordinación (Hotel) por si salta «un pavesazo o cualquier problema que tengamos, nos meta un descarga (de agua)» desde un medio aéreo que impida su propagación.Noticia Relacionada estandar Si La mitad de los incendios registrados en Castilla y León este 2025 han sido intencionados Isabel Jimeno Cerca de 300 fuegos de los más de 600 desatados han tenido como origen la actividad pirómanaEn esta «complicada» técnica, incide el agente medioambiental, participa un grupo numeroso de efectivos . Como «mínimo» tres camiones de apoyo con mangueras y tres cuadrillas de tierra , las conocidas como ‘Romeo’, compuestas por cinco peones, otro especialista, un capataz, dos vehículos, uno todo terreno y otro vehículo pick-up (con depósito de entre 300 y 500 litros). «Hay que estar muy pendiente de si hay un pavesazo para apagarle y no provocar otro incendio, que es lo complicado», recalca Camuñas.En el originado el lunes sobre las once de la noche en Cuevas del Valle tuvieron que recurrir al contrafuego en varios puntos. Lo hicieron, por ejemplo, cerca de la carretera de Mombeltrán a El Arenal –otras dos de las localidades afectadas y que llegaron a estar confinadas– «para cerrar» ahí el incendio. Poniendo de este modo un freno al avance del flanco izquierdo, explica el agente medioambiental. Y es que, en fuegos así, « intentamos acotar los flancos , cerrando, cerrando… puesto que la cabeza –del fuego –» dadas sus dimensiones «es inasumible». De este manera, atacando con su propia ‘medicina’ por un lado y por otro, para ir «acotando, acotando para llegar a la cabeza y pincharla» y poder comenzar a dar por controlado el incendio.

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