Los hay de unos pocos cientos de metros y de más de dos kilómetros de longitud; con apenas una vía por sentido o con hasta diez carriles. Algunos discurren prácticamente debajo de los edificios y otros hasta a 40 metros de profundidad. Pueden (o no) incluir salidas de emergencia, aparcamientos, accesos a oficinas y edificios públicos… Sin embargo, los 40 túneles urbanos y vigilados de la capital, cada uno con sus particularidades, tienen algo en común: son fundamentales para facilitar la movilidad . Pueden pasar desapercibidos a la sombra de sus primos hermanos, los de la M-30 , que con cerca de diez kilómetros de longitud forman la red subterránea de vías urbanas más extensa de Europa (y del mundo, antes de que Japón tomase la delantera). Sin embargo, señala Carlos Rubio, subdirector general de infraestructuras, estos 40 kilómetros totales de vías soterradas soportan «1,1 millones de circulaciones diarias, más que Calle 30». Solo por el de Plaza Castilla, que alcanza los diez carriles en el ramal de Agustín de Foxá , pasan unos 65.000 vehículos al día. Rubio se sabe de memoria las singularidades (y curiosidades) de muchas de estas vías. Uno de los más antiguos es el de Plaza Mayor, actualmente en obras , y el más pequeño, poco más de 30 metros, conecta Cartagena con Avenida de América, «pero aún así hay que vigilarlo porque es la salida a la A-2, si pasase algo colapsaría el tráfico de esa parte de la ciudad», señala. Llegando al corazón de Azca, desde donde controlan todos estos subterráneos, señala la parte superior de la torre Picasso: «Mira, en caso de incendio ahí tenemos una de las salidas de aire precisamente de los túneles de Azca». En estos bajos se sitúa el Centro de Control de Instalaciones Urbanas, donde una veintena de personas vigilan día y noche, 365 días al año, cada rincón de estos atajos. Desde este centro, que tiene una pequeña réplica lista para usar en caso de emergencia en la calle Albarracín, se controlan además las galerías de servicio, unos 160 kilómetros de subterráneos de película por los que no pasan vehículos –ni personas, excluyendo el personal de mantenimiento– y que son claves para el abastecimiento de agua, luz y comunicaciones de la ciudad; las más de 260.000 luminarias que alumbran la capital y más de 400 fuentes ornamentales. «Desde aquí se pueden arrancar, encender y ajustar en remoto», apunta Rubio. «Pero algo que no podemos hacer, por ejemplo, es apagar la ciudad de noche. El sistema está pensado para que sea imposible, podemos bajar la intensidad, pero nunca dejar un rincón completamente a oscuras. Si hay que hacer algún corte hay que ir ‘in situ’ al centro de mando que queramos, hay 2.500 repartidos por toda la ciudad». Noticia Relacionada estandar Si Una M-30 a 60 metros de profundidad sin circulación Helena Cortés La circunvalación cuenta con siete kilómetros de galerías de emergencia que discurren bajo el baipás sur. Se construyeron a la vez que los túneles, ya que su profundidad impedía evacuar a la gente rápidamente a la superficieVolviendo a los túneles urbanos, Rubio insiste en la importancia de la seguridad: más de 800 cámaras, relata el subdirector general, vigilan cada rincón. Mejor no cometer ninguna infracción en ellos, porque casi seguro que la verán desde el centro de control. «Tenemos también detectores de incendios, sensores que miden la temperatura, gases…», relata Rubio. Unos mil en total, según el inventario municipal. Ahora, además, algunos de los aparatos de este gran hermano subterráneo incluyen también inteligencia artificial: «Antes podíamos ver si se paraba un peatón o si había un incendio, pero ahora estos sistemas predicen incluso cómo se va a propagar el humo o si hay algún vehículo atascado con el que tengamos que tener especial cuidado, porque es de transporte de personas con movilidad reducida o transporte líquidos peligrosos, por ejemplo», señala este otro ‘cerebro’ de las infraestructuras. Por el momento, tienen cámaras inteligentes en Azca y Ríos Rosas, y están estudiando en qué puntos esta tecnología, que no es precisamente barata, puede ser más útil para dar una mayor seguridad a los conductores. Una vez detectado el problema queda actuar. A través de los paneles (más de 400 en toda la red, según los últimos datos del inventario municipal) y hasta megafonía pueden señalizar cualquier contratiempo en remoto. «Si hay un incendio y el operador no actúa pueden incluso cerrarse automáticamente. Eso es lo más importante, y luego la ventilación (hay más de 700 extractores). Para cada túnel hay planes de activación por zonas sobre qué debe hacer la infraestructura», apunta Rubio. El 80% de sus incidencias, aclara el subdirector general de infraestructuras, son vehículos averiados, seguidos de algún pequeño alcance. Hace años tenían problemas con los sintecho que dormían en las salidas de emergencia, obstaculizándolas, y consiguieron resolverlo cambiando los sistemas de cierre. En los bajos de Azca, por ejemplo, lo más complicado de gestionar era el vandalismo: no era tan poco habitual que los fines de semana algún que otro gamberro abriese los extintores. Otro problema que solventaron las cámaras.50 años sumando díasTodos los días, añade Rubio, se cortan carriles en seis o siete túneles por mantenimiento: «Es un trabajo continuo». Cuentan con dos equipos móviles de conservación que, distribuidos por la ciudad, están en menos de veinte minutos en cualquier punto. En cualquier incidencia, dan soporte a los servicios de emergencia: «Ellos se conocen las tripas e instalaciones de cada uno», apunta el subdirector general. Y no es sencillo, porque en esta ciudad «llevamos cincuenta años sumando subterráneos a la red», cada uno hecho según los requerimientos y capacidades del momento.Los dos últimos miembros que se unirán a esta familia serán los que ya se están ejecutando en el remate norte de Castellana y en Conde de Casal . El primero, aún en ejecución y que recibirán en un año y medio, será muy singular, porque funcionará de distribuidor en toda la zona de las Cuatro Torres y el Hospital La Paz y además contará con un segundo nivel que pasará por debajo de la M-30 para dar servicio a todo lo que será Madrid Nuevo Norte. «En Conde de Casal pasamos de un subterráneo de 160 metros a uno de grandes dimensiones, que tendrá por encima el intercambiador y por debajo la estación de Metro», señala Rubio de camino a las tripas del paso de Ventisquero de la Condesa, uno de los más ‘modernos’ de la cartera municipal, pues se construyó en los años 2000. Cada túnel, relata Rubio, es mucho más de lo que vemos desde el coche. «Son como una pequeña ciudad, con cuartos de suministros, tomas para garantizar el agua en caso de emergencia, doble acometida eléctrica e incluso grupos electrógenos…».El día del apagónDe hecho, relata, el día del apagón «todo funcionó perfectamente» gracias a los grupos electrógenos, pero decidieron cerrar todos estos pasos urbanos por precaución, para evitar problemas en el interior y reservar, en medio del caos de movilidad que vivió la ciudad, una vía para emergencias. Tras una de las salidas de emergencia del Ventisquero de la Condesa (no todos los túneles tienen, pues en muchos dan directamente a la calle) y a lo largo de las escaleras de evacuación surgen, a los lados y a distintos niveles, estas salas de suministros. Una de ellas incluye, por ejemplo, un colector, para achicar el agua. Sin él, habría inundaciones y filtraciones cada dos por tres. Dentro de Ventisquero de la Condesa Arriba, el estampidor, una estructura que da estabilidad al túnel. Abajo, uno de los carriles destinado a vehículos y una salida de emergencia Isabel Permuy En un nivel superior está el cuarto de control. Todos estos subterráneos urbanos se pueden abrir y cerrar desde el centro de Azca, pero si falla la electricidad, también son autónomos y pueden controlarse ‘in situ’.Justo encima de la bóveda bajo la que circulan los coches está una de las estancias más curiosas, el estampidor, un espacio diáfano y enorme con paredes de hormigón que da estabilidad a toda la estructura en aquellos túneles más profundos. «Están en casi todos: O’Donnell, Sor Ángela de la Cruz, María de Molina, Pío XII… En Ríos Rosas, por ejemplo, es un aparcamiento», apunta Rubio.Hasta donde recuerda este subdirector general, en los últimos años no ha habido ninguna orden de evacuación. Es decir, todos estos sistemas están por estrenar: «La norma dice que en Madrid solo es necesario tener todos estos sistemas de seguridad en los de más de 200 metros, pero nosotros controlamos cualquier atajo clave para la movilidad. Ahí están Olavide, República Dominicana o el de la cuesta de Moyano, que es muy pequeño pero importante, porque pasa al lado de Atocha», admite. Una red subterránea que nunca duerme, pero sí crece.

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