Cerrar lo que funciona, importar lo que contamina, es la paradoja energética española. Porque mientras España camina hacia la desaparición de sus centrales atómicas –a excepción, quizás, de las catalanas, tal y como adelantó ABC– el Gobierno de Pedro Sánchez y el sector hacen una apuesta firme y clara por el gas natural, un combustible fósil menos contaminante que otros como el carbón o el petróleo, pero que, aún así, genera emisiones de dióxido de carbono y otros gases contaminantes. Y es que en plena crisis de estabilidad del sistema eléctrico, con un apagón reciente aún sin resolver del todo –tras la reciente tramitación por vía urgente del Real Decreto con medidas para reforzar el sistema que no convence más que a los socialistas en el poder–, y con la guerra arancelaria abierta con Estados Unidos, España incrementa en un 79% sus importaciones de gas natural licuado procedente del país norteamericano y consolida su dependencia de fuentes fósiles externas, convirtiéndole en nuestro principal proveedor gasista, con un 44% del total, por delante incluso de Argelia, la segunda mayor cifra histórica, solo superada por el pánico de marzo de 2022 tras la invasión rusa de Ucrania. Todo ello mientras el Gobierno pone todo su empeño en avanzar en el cierre de su parque nuclear –si bien tiene sobre la mesa una suerte de singularidad energética para Cataluña que alargaría de nuevo el periodo de cierre de sus centrales atómicas–, una de las pocas tecnologías firmes y autóctonas disponibles, según los expertos consultados, y en contra de la tendencia internacional. No en vano, el coste económico , estratégico y ambiental de esta decisión, añaden los analistas, empieza ya a medirse en precios, emisiones y pérdida de autonomía.Noticia Relacionada estandar Si Sánchez promete a Junts y ERC una singularidad nuclear catalana María Jesús Pérez Llegan a un acuerdo, aún no escrito, para entregar la independencia energética a Cataluña a través de las nucleares, ampliando el plazo para el cierre de todas sus centralesEl 28 de abril de 2025, España vivió lo que muchos de los expertos del sector califican como un ensayo general de lo que puede venir si se consuma el cierre nuclear de los siete reactores con los que cuenta aún el país: un gran apagón nacional por falta de respaldo firme en el sistema. La red eléctrica operó ese día con el mínimo nivel de seguridad del año, según el propio operador del sistema, Red Eléctrica. Desde entonces, España ha tenido que multiplicar el uso de gas para garantizar la estabilidad del sistema. Solo en junio, el uso de ciclos combinados para generación eléctrica aumentó un 157,8% respecto al mismo mes del año anterior, según cifras del propio gestor del sistema, Enagás. Ahora bien, el problema no fue puntual. Según datos de la distribuidora tras sus recientes resultados semestrales, el consumo de gas para electricidad en lo que va de año ha crecido un 41,2% . Su consejero delegado, Arturo Gonzalo, destacaba que el gas ha sido clave para estabilizar el sistema ante la intermitencia renovable.Pero lo que podría haber sido una lección de realismo energético ha derivado en una huida hacia adelante. En lugar de revisar el cierre nuclear, el Gobierno ha decidido profundizar su dependencia de fuentes externas de gas , justo cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha exigido a la Unión Europea un compromiso de compra de energía como condición para evitar todavía más aranceles.Noticia Relacionada estandar Si EE.UU., principal proveedor energético de Europa, mete presión para tener mayor control Raúl Masa La mayor parte del petróleo y gas licuado que llega a la UE sale del otro lado del AtlánticoDe hecho, recientemente, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen pactaba con Trump mantener el acceso al mercado estadounidense a cambio de compromisos energéticos . «Tenemos un déficit con la UE de 350.000 millones de dólares y va a desaparecer rápidamente» –dijo Trump–, y «una de las maneras en que puede desaparecer fácil y rápidamente es que tendrán que comprarnos nuestra energía». A lo que añadió: «Tienen que comprar y comprometerse a comprar una cantidad equivalente de energía».El efecto del acuerdo será inmediato, si bien para España era ya un hecho ‘per se’ a tenor de los datos semestrales apuntados anteriormente. Entre estos, destacaron los del mes de abril, cuando España importó de EE.UU. 14.463 GWh de gas, un 575% más que un año antes. Si bien, no es solo el país liderado por Trump quien nos abastece porque España sigue comprando gas ruso: en abril, aún representaba el 13,3% del total, pese a las sanciones y la guerra.Estrategia descoordinadaEn cualquier caso, España avanza hacia el apagón nuclear en contra de la tendencia internacional. El nuevo Gobierno alemán ha calificado de desastre el cierre de estas centrales y ha cambiado la postura histórica del país. Japón construye nuevos reactores; Francia proyecta una nueva flota; EE.UU. y Canadá desarrollan reactores modulares; y Polonia, Suecia, Países Bajos o Finlandia amplían su parque nuclear. Según la Agencia Internacional de la Energía, se espera que la generación nuclear toque niveles récord en 2025 y que se duplique la capacidad instalada para 2050.Noticia Relacionada Encuesta de los colegios profesionales estandar No El 78% de los ingenieros industriales, en contra del apagón nuclear en 2035 Xavier Vilaltella Una encuesta del Consejo General de Economistas y los colegios profesionales revela dudas con la agenda verde: el 73% considera un error que el sector automovilístico europeo margine a los coches de combustiónMientras tanto, España mantiene su calendario de cierre (entre 2027 y 2035) y una fiscalidad penalizadora que hace inviable su continuidad. Sin embargo, desde el Gobierno se sigue defendiendo el cierre. La ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, ha reiterado que «rebajar la tributación nuclear encarecería el recibo», algo que contradice el diagnóstico de los operadores, que aseguran lo contrario: lo que abarataría las tarifas sería mantener la energía nuclear como parte del mix.Los expertos y las empresas avisan de que el cierre nuclear no es solo una cuestión ideológica o climática. Es también una decisión económica con efectos directos. España cuenta con siete reactores que suponen cerca del 20% de la generación eléctrica, y las defienden: «son firmes, estables y no dependen del clima ni del mercado internacional». Pero nuestro país avanza hacia la desconexión sin haber resuelto el problema del almacenamiento , sin suficiente respaldo hidroeléctrico y sin acelerar la conexión de nuevos proyectos renovables industriales. El decreto antiapagones –retocado tras el fracaso inicial en el Congreso– es buena muestra de ello. Según Mediobanca, el rechazo fue «un retroceso significativo», mientras que desde Royal Bank of Canada advierten de que acciones como estas es «una fuente de incertidumbre regulatoria que desalienta inversiones». Diversos expertos avisan además de que el desacuerdo –muestra de la fragilidad del equilibrio parlamentario–, pone en riesgo inversiones milmillonarias .No obstante, más allá del debate técnico, hay también un clamor social en los territorios afectados. En Extremadura, el cierre de la central de Almaraz preocupa no solo por la pérdida energética, sino por el impacto en el empleo y la despoblación. El movimiento cívico «Sí a Almaraz, Sí al Futuro», que agrupa a más de 60 alcaldes e instituciones de todos los colores políticos, ha llevado recientemente su defensa al Parlamento Europeo.Su presidente, Fernando Sánchez, lo resume así: «Cerrar Almaraz es condenar al norte de Cáceres a la irrelevancia económica. Mientras en Europa se reabre el debate nuclear, aquí se impone el silencio y la resignación». Y añade: «Lo que pedimos no es una excepción, es una revisión racional basada en datos, no en prejuicios».En sus intervenciones recientes, incluso defendiendo su visión ante los parlamentarios europeos, Sánchez ha advertido: «Estamos a tiempo de evitar un error estratégico que costará más de lo que se quiere ahorrar». Y concluye con una pregunta difícil de esquivar: «¿Qué sentido tiene apagar una energía limpia y nacional mientras multiplicamos las importaciones de gas de Rusia y EE.UU.?».

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