La reciente polémica en torno al zoológico de Aalborg , que ofrece rebajas fiscales a cambio de mascotas donadas para alimentar a sus grandes felinos, no es un caso aislado. Dinamarca ha sido escenario en los últimos años de varias controversias internaciones relacionadas con sus zoológicos y su enfoque directo, incluso crudo, respecto a la muerte y el uso de animales en sus centros. Disecciones públicas, sacrificios por control de población y una pedagogía sin filtros han provocado reacciones de incomprensión y escándalo en buena parte del mundo, aunque dentro del país nórdico apenas generen revuelo.En 2015, el zoo de Odense, en el centro de Dinamarca, llevó a cabo la disección pública de un león joven en presencia de centenares de personas, incluidos muchos escolares. El animal había sido sacrificado meses antes junto a sus dos hermanos para evitar problemas de consanguinidad y por la falta de espacio en otros zoológicos europeos que pudieran acogerlos. Pese a una campaña internacional que recogió cerca de 130.000 firmas pidiendo que no se realizara la disección, la dirección del centro mantuvo la actividad por considerarla una herramienta educativa valiosa. Noticia Relacionada A cambio de deducciones fiscales estandar No Un zoo de Dinamarca pide donar mascotas vivas para alimentar a sus fieras Rosalía Sánchez Conejos, cobayas y hasta caballos acaban en el menú de los grandes depredadores«Lo hacemos porque forma parte de un gran paquete de difusión de conocimientos», declaró entonces la zoóloga Nina Collatz Christensen, defendiendo que mostrar los órganos de un mamífero de forma abierta ayudaba a los asistentes a comprender mejor la vida y la muerte animal . «En un supermercado no se ven cerdos ni terneros, sólo un paquete de carne picada. Así se tiene una mejor comprensión de la vida y la muerte de los animales», argumentó. Niños se tapan la nariz ante el hedor del cadáver del león AFPDurante aquella sesión, unas 400 personas —entre ellas decenas de niños— presenciaron cómo se cortaba la lengua del león y se despellejaba el cuerpo ante sus ojos. Algunos pequeños se tapaban la nariz por el olor; otros observaban con fascinación. «¿No sería raro que oliera a flores?», preguntó retóricamente el guía Rasmus Kolind mientras el hedor del cadáver llenaba el espacio. «Los animales muertos huelen a muerte, no hay mucho más que decir al respecto».Decenas de niños presenciaron cómo se cortaba la lengua del león y se despellejaba el cuerpo ante sus ojos Diversos colectivos animalistas recogieron 15.000 firmas en contra de esta práctica. Sin embargo, pese a que en ese se levantó mucha polémica, lo cierto es que el zoológico de Odense realiza este tipo de exhibiciones educativas.El sacrificio de una jirafa bebé en 2014Un año y medio antes, en 2014, otra controversia del mismo tono había puesto a Dinamarca en el centro de una tormenta mediática internacional: el zoo de Copenhague sacrificó a una jirafa joven, llamada Marius y de apenas 18 meses de edad, por motivos similares —evitar la endogamia y mantener el equilibrio genético del grupo—, y posteriormente diseccionó su cadáver ante el público. El caso generó una oleada global de indignación, protestas, amenazas de muerte al director del centro e incluso críticas de personalidades internacionales. Pero dentro de Dinamarca, la reacción fue muy distinta.Los restos de Marius se utilizaron para alimentar a leones ABCAllí, estas prácticas se consideran parte de la gestión rutinaria de un zoológico moderno. Disecciones públicas, control poblacional mediante eutanasia y educación sin edulcorantes son vistas como herramientas legítimas para fomentar el conocimiento y preservar el bienestar de los animales que permanecen en los recintos. Para los responsables de estos centros, esconder la muerte y la anatomía es una forma de desconexión con la realidad natural que ellos, precisamente, quieren combatir. Para los responsables de estos centros esconder la muerte y la anatomía es una forma de desconexión con la realidad natural De hecho, el zoo de Odense había realizado anteriormente disecciones públicas de un camello y un poni, y planeaba hacerlo con los otros dos leones sacrificados. La intención declarada es convertir esas experiencias en habituales, como parte de su programa pedagógico. Cosa que han logrado, a pesar de las polémicas.El sacrificio de una familia de leones Finalmente, otra polémica que sacudió los medios internacionales fue, también en 2014, el sacrificio de un león adulto y cuatro de sus cachorros para introducir a un nuevo macho reproductor. Esta decisión, con el objetivo de asegurar la diversidad genética a largo plazo y evitar consanguiniedad en futuras relaciones.El director del zoológico, Bengt Holst, explicó entonces que mantener a estos ejemplares en instalaciones separadas no era viable, tanto por cuestiones de espacio como por el riesgo de estrés y agresividad. Según defendió, en términos de bienestar animal y gestión de poblaciones se trataba de la decisión «más responsable», dado que ninguna otra institución europea accedió a acoger a los cachorros.Varias asociaciones propusieron alternativas, como la esterilización de los ejemplares o la búsqueda de adopciones en zoológicos fuera del programa europeo de cría en cautividad (EEP). Sin embargo, el centro danés insistió en que esas opciones iban en contra de los objetivos de conservación y de la salud genética de la población cautiva: la esterilización elimina la posibilidad de mantener una reserva genética completa de la especie y el traslado a zoológicos no acreditados podía suponer un riesgo para el bienestar y la trazabilidad de los animales.Gestión transparente de los animalesDesde el zoo de Copenhague se argumentó que esta gestión transparente de la población es habitual en Dinamarca y está sujeta a estrictos protocolos. En países nórdicos, la percepción sobre la muerte animal en zoológicos es menos tabú que en buena parte de Europa occidental.El propio Holst resumía esta visión en varias entrevistas: «Entendemos que pueda generar emociones, pero preferimos explicar con claridad lo que sucede a nuestros animales. Nuestra responsabilidad principal es con la especie y su conservación, no con las emociones de los visitantes».

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