Crece y crece Jessica Bouzas sin que le despeguen los pies del suelo. Que el tenis te lleva a firmar tu mejor resultado en un WTA 1.000, como los cuartos de final de Montreal, y también te dice todo lo que tienes que mejorar cuando caes ante Victoria Mboko, ídolo local de 18 años, por 6-2 y 6-4. Pero en ese equilibrio camina una Jessica Bouzas (Pontevedra, 22 años) cada vez más segura de que está llamada a abrir las puertas de la élite. Desde este pasado lunes, 43 del mundo, la mejor posición de su carrera, en un viaje en el que todo está a su alcance, como ha demostrado en las dos últimas temporadas.Chocó contra la canadiense y una pista volcada en la joven nueva estrella del tenis, aunque no la notó en un principio, firme en su estrategia de jugar en el límite del riesgo, con ganadores y agresividad, presionando a la rival para contar con varias opciones de rotura en el primer set. La apuesta comenzó a salir cruz, porque también se pusieron encima del azul eléctrico los fallos por prisas, precipitación y presión. Con 4-3, Bouzas ya no pudo levantar las tres opciones de ‘break’ que tuvo en contra y aunque logró desestabilizar a Mboko cuando sacaba para ganar el set, a esta le salieron alas para dominar el choque a partir de ahí. A Bouzas, que contó con un 2-0 al inicio del segundo capítulo, se le acumularon las dobles faltas y la precipitación tomó el mando de su derecha. No pudo sumar ni un solo juego más. A pesar de la derrota, pocos reproches, da otro paso más hacia donde quiere estar. Otro hito en su carrera, con estos primeros cuartos en un torneo de categoría 1.000, y un pie entre las cincuenta mejores (43).Casi tenía miedo de molestar a las grandes con sus latigazos. «Jessica es una jugadora muy sólida, está siempre golpeando duro, con tiros muy consistentes», definía Mboko, que se enfrentará a Elena Rybakina en la primera semifinal (en la segunda, Madison Keys-Clara Tauson). Pero Bouzas se quitó la venda de los ojos y se dio cuenta de que nadie le estaba regalando nada. Que se merecía estar donde ella quisiera. En 2024, los primeros pasos. Pero no tímidos, sino convencidos. En la Caja Mágica remontada ante Paula Badosa en primera ronda; en Wimbledon, triunfo de los grandes, ante Marketa Vondrousova, defensora de la corona en la Catedral. «Ha sido una de las victorias más importantes de mi carrera», decía entonces cuando celebraba entrar en el top cien, cuando todavía su carrera no había tomado los giros de solidez y madurez por los que transita ahora.Para 2025, límites derribados a patadas y a golpes ganadores. «A principio de año jugué un partido muy bueno contra Sabalenka y el verme ahí fue algo que me motivó muchísimo», explicaba la gallega sobre un 6-3 y 7-5 ante la bielorrusa en la segunda ronda del Abierto de Australia, su tope en aquel momento. Pero sus palabras, igual que sus resultados, han ido cambiando hacia el despegue. Y no solo por resultados, sino también por su paso al frente y liderazgo.En abril debutó como integrante del equipo español de la Copa Billie Jean King convertida en número 1. No le pesó la responsabilidad y despachó sus encuentros, contra Beatriz Haddad-Maia (6-3, 4-6 y 6-4) y Linda Noskova (6-4 y 6-2), para llevar a España a la fase final. El pasado mes de julio, otra zancada, sus primeros octavos de final de un Grand Slam, en Wimbledon, después de tres intentos. «Me da ganas de seguir, de creer mucho más en mí y de saber que esto es posible. Yo me lo empiezo a creer. Aunque el tenis es un deporte de muchas semanas, tienes que ser muy estable y ahí es donde se notan las grandes jugadoras. Yo quiero seguir trabajando para poder alcanzar ese nivel», explicaba a los medios desplazados a Londres. Eso sí, calma ante la euforia, como le siguen indicando desde su equipo, con Roberto Ortega a la cabeza. «Estoy feliz haciendo un trabajo bueno con mi equipo. Con esa tranquilidad que yo busco fuera; dentro mi mentalidad también está cambiando. Esos pensamientos que al principio entraban en mi cabeza ahora ya no entran. Es todo el rato cosas positivas: luchar, seguir», decía al alcanzar estos cuartos. Analizado ya lo que ha ido bien y mal en Montreal, Bouzas apunta ya hacia el US Open -«Nueva York es un sitio que me encanta», decía en Wimbledon-, donde intentará afianzarse en las rondas de prestigio, y quién sabe si hacer avanzar sus límites un poco más. Y del 16 al 21 de septiembre, volverá al vestuario español para empujar al equipo (Badosa, Bucsa, Bolsova y Párrizas) en los cuartos de las Finales de la Copa BJK, contra Ucrania.

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