¿Cómo va todo, querido amigo? Por curiosidad, he estado mirando las temperaturas de Sheffield y he visto que estos días tenéis por allí máximas de 22 grados. La verdad es que me produce cierta envidia, no te lo voy a negar. Los climas templados son propios de gente civilizada, seguro que allí utilizáis los días de descanso para ver museos, para visitar a familiares o para leer tranquilamente en el jardín de esas urbanizaciones que tenéis, silenciosas, grises y llenas de mujeres que se llaman Mildred y que ofrecen tarta de arándanos a los nuevos vecinos. Eso está muy bien. Nosotros, por el contrario, estamos en plena ola de calor y llegaremos fácilmente a los cuarenta grados, así que la gente aparca ese ‘savoir faire’ y se limita a ir a la playa o a la piscina semidesnuda como todo acercamiento al arte. Como ya te he hablado bastante de ese tema, no voy a abundar. En cualquier caso, aquí a los vecinos no les regalamos tarta de arándanos; como mucho, si se descuidan, les obsequiamos con una derrama para las goteras en el cuarto. Pero, más allá de eso, creo que hay algo de lo que no te he hablado aún, una especie de tercera vía de nuestros veranos, formada por la gente que no va ni a playa ni a montaña, ni a la piscina ni al extranjero. Son los Rodríguez, Nickie. No, no me refiero a ‘Los Rodríguez’, aquella banda de Calamaro, sino a los Rodríguez, que es como llamamos a los hombres que tienen que trabajar pero que dejan a su familia de vacaciones. Es decir, en vez de volver todos, vuelve solamente el hombre y el resto de la familia se queda donde estuvieran. En el fondo es una declaración de amor: «Vosotros disfrutad, que ya me sacrifico yo por la familia». Aunque, en ocasiones, suena a ‘escaqueo’: «Ahí os quedáis con vuestra madre, que yo me voy a Madrid».Noticia Relacionada Cartas a mi amigo Nickie estandar Si Piscina: manual de instrucciones José F. Peláez «En España son territorios complejísimos, casi te diría que atávicos, y tú no dejas de ser un guiri, un guiri rosáceo y despistado que no conoce los códigos como los conozco yo»Hay una variación de esto, que son los hombres divorciados. Ya sabes que lo normal es que pasen medio mes con sus hijos y medio mes solos. Por eso, es difícil distinguir al Rodríguez puro del sobrevenido, porque sus costumbres son las mismas y se pueden resumir en disfrutar del lujo del silencio, en no discutir ni negociar con nadie, en aparcar en cualquier lugar y en hacer exactamente lo que te apetece, en una especie de autocracia, de absolutismo a la española -todo por la familia, pero sin la familia-. Cuando digo eso de hacer lo que te apetece, no pienses en hombres ligando con mujeres. No suele ir por ahí la cosa. La realidad es que cuando un hombre puede hacer lo que quiere, lo que hace es nada, la nada total, la nada absoluta. Yo reconozco haber alcanzado cierta maestría en ese noble arte. De hecho, tocarme las narices es mi disciplina favorita, me recuerdo a ‘El Nota’ de ‘El gran Lebowski’, ya sabes, ese filósofo de bata y sandalias que deambula por Los Ángeles con un White Russian en la mano y la certeza de que nada tiene demasiada importancia. ‘El Nota’, como el buen Rodríguez, flota. Vive instalado en una especie de resignación placentera, Nickie, como si hubiese descubierto que resistirse a la marea es una manera inútil de perder energía. No es que sea un vago -que lo es-, sino más bien un escéptico existencial que ha elegido no sufrir durante unos días.Su pasotismo no es indolencia sino sistema: se levanta cuando quiere, se pone una camiseta de Los Ronaldos, escucha a Kiko Veneno y ya está. No molesta, no se implica, no cambia. Solo es. A veces creo que todos los Rodríguez aspiramos secretamente a la utopía de limitarnos a andar descalzos por casa mientras todo se derrumba a nuestro alrededor. Porque, al final, hay una verdad incómoda: muchos hombres no queremos hacer nada. Y cuando se da la situación, simplemente hacemos nuestro sueño realidad. Porque la vida cansa, y el sofá no. Pero ojo, cuando digo nada, me refiero a nada: sin tele, sin radio, sin móvil. Con un libro y óptimamente ni siquiera eso.Noticia Relacionada Cartas a mi amigo Nickie estandar Si El español en el extranjero: manual de instrucciones José F. PeláezSe trata solo de estar en el sofá, con la mente en blanco y, de fondo, una de esas series que recomienda Máximo Sentencia . O mejor aún, poner todas tus energías en trabajos mecánicos, que es muy de Rodríguez. Ayer mismo monté una estantería, dos horitas con todas mis capacidades destinadas a entender ese plano en sueco, dejando el resto del mundo en pausa. ¡Ah, qué maravilla el nihilismo cuando llega con diéresis!Aunque otra característica del Rodríguez es unirse a otros Rodríguez. Lo suelen hacer cuando cae el sol. Yo ayer mismo me fui a cenar con dos interesantes ejemplares. No se mira el dinero, el tiempo, ni el colesterol. Sin embargo, a la hora de comer es diferente, se observa a los Rodríguez comiendo en barras de bares, en solitario, pero felices porque ya piensan en la siesta, Nickie. Hay un dicho: «Madrid, en agosto, con dinero y sin familia: Baden-Baden». Dicen que la frase es de Francisco Silvela, que fue quien presidió el Consejo de Ministros durante la regencia de María Cristina. Pero yo la hago mía en este Valladolid-Baden-Baden, que es tan Habsburgo como María Cristina, pero tres siglos antes.«La realidad es que cuando un hombre puede hacer lo que quiere, lo que hace es nada, la nada total, la nada absoluta»Aunque una cosa es estar de Rodríguez y otra serlo. Algunos nacen Rodríguez como el que nace albino, ambidiestro o gilipollas. A los Rodríguez de nuevo cuño -a los que están- se les nota por su sobreactuación. Quieren aprovechar para hacer muchas cosas, que es algo que va contra el espíritu del buen Rodríguez. Yo no estoy de Rodríguez, yo nací así y tengo el espíritu metido en los huesos. Porque el buen Rodríguez es el que se limita a ser él mismo durante un par de semanas al año. Y ese es el problema, que el Rodríguez tiene fecha de caducidad. Digamos a partir de un punto no solo es una ordinariez si no una manera de engañarse. Si necesitas que tu familia se vaya para hacer lo que siempre has querido hacer, solo hay dos opciones: o haces cosas muy malas o no sabes montártelo. Por eso, Nickie, es mejor vivir como un Rodríguez, pero en familia, en una especie de exilio interior, en un estado zen que te permita estar en silencio dentro de ese campo de batalla que es un hogar español a la hora de cenar, digamos que un miércoles cualquiera de febrero. Que no sé cómo serán en Sheffield, pero me los imagino como aquí, pero con menos ruido y menos Copas de Europa.Te mando un abrazo de Rodríguez. Siempre tuyo, Nickie.

Leave a Reply