Los niños vuelven a los toros en Palma entre protestas de los animalistas

Home People Los niños vuelven a los toros en Palma entre protestas de los animalistas
Los niños vuelven a los toros en Palma entre protestas de los animalistas

A las siete de la tarde, ya llevan tres rondas y dos tortillas de patata. En el bar Venecia se respira vermú seco y fiesta en las horas previas a la gran corrida en el Coliseo Balear . La peña taurina y gastronómica Oro y Plata, la más grande Mallorca , presidida por Soledad Hidalgo, cumple con su liturgia gastronómica: viandas, cervezas a punto de desbordar y jamón cortado con esa fe con la que ya casi no se corta nada. Las servilletas vuelan, los móviles graban, y los niños vuelven a sentarse a la mesa y, más tarde, en la plaza.Porque este jueves, en Palma, había corrida . Pero también había regreso. Ocho años después de que se aprobara la ley balear de la socialista Francina Armengol, que prohibía la entrada de menores a los festejos taurinos , los niños han vuelto a sentarse en los tendidos de Palma. Una reforma legal impulsada en 2024 por PP y Vox en el Parlamento balear para levantar la prohibición. Ahora pueden ir en compañía de un adulto y con su entrada -que el Coliseo Balear vendía esta vez a un precio popular de nueve euros-.Noticia Relacionada estandar Si Palma se prepara para el huracán Morante con la vuelta de los menores a los toros Mayte Amorós «Si los niños no lo viven, ¿quién los defenderá mañana?». El Coliseo Balear abre sus puertas este jueves con la expectación tras ocho años de vetoJulián Coll , vocal de la peña Oro y Plata y fundador de las tertulias del Niza, denuncia el largo silencio taurino en la isla: «Venimos de una larga travesía del desierto. En Mallorca, los aficionados a los toros hemos estado arrinconados ». Critica abiertamente a los políticos por haber «simpatizado con los radicales», lo que acabó con una tradición que en los años 60 y 70 sumaba más de 30 festejos anuales. Sin embargo, hoy se muestra esperanzado: «Que podamos tener una corrida de postín con tres toreros de primera serie es de lujo».Antonio Cañellas , cirujano y secretario de la peña, es el encargado de escribir y reenviar por WhatsApp la crónica de cada festejo. «Nos reunimos cada año unas horas antes porque aquí comentamos el cartel, los toros, la morfología, las opiniones de los que los han traído», explica. Desde su experiencia médica, defiende el tratamiento del toro en la lidia: «El toro no tiene los niveles de sufrimiento que la gente puede imaginar. Tiene unos niveles de cortisol y adrenalina altísimos, igual que el torero, que sufre mentalmente». Recuerda su propia infancia con nostalgia: «Yo llegaba a casa y con un periódico toreaba. No me arrepiento de que mi padre me iniciara; no me traumatizó».Entre tapas, jamón y vino, Soledad Hidalg o celebra que «ha vuelto a resurgir el tema taurino, que estaba dormido. La gente quiere fiesta». La corrida del Coliseo es «la más esperada del año en Mallorca, una pequeña quiniela taurina». En un rincón del bar, Ramón, el dueño , guiña un ojo: «Ahí estamos. Lo veo muy bien», dice sin ahondar. Eso sí, deja caer una historia familiar que lo conecta con la épica taurina: «Mi abuelo era alguacil y estaba en la plaza cuando murió Manolete en Linares»Carteles con la palabra ‘Tortura’ entre los manifestantes antitaurinos EFEA pocos metros, los antitaurinos esperan apostados enfrente de las puertas de la plaza con pancartas y gritos de protesta. La venta de entradas a nueve euros para niños inflamó aún más los ánimos. Cerca de cien manifestantes animalistas desplegaron pancartas y altavoces a ritmo de batucada. «Tortura», «Vergüenza», «Ni arte ni cultura» . Y corearon: «Torero, cobarde, que tengas una mala tarde» . «Los niños al parque y no a ver matar». «Sangre y dolor no son tradición». Una joven pegada un cartel que rezaba: «Los toros no son objetos sin sentimientos; vuestros corazones sí». Un señor, vestido como para la Diada, le gritaba «vergüenza» a una familia con tres generaciones. La España del sí ignorando a la del no. Ambos compartiendo la misma acera.La Fundación Franz Weber denunció el «compadreo» del alcalde de Palma, Jaime Martínez, con las peñas taurinas y su silencio ante las advertencias de la Defensora de la Ciudadanía sobre la entrada de menores a la corrida. En los días previos a la corrida, el PSOE, Més, Podemos y la asociación animalista Satya denunciaron que la entrada de menores al Coliseo Balear vulneraba el título de «Palma, ciudad amiga de la infancia» otorgado por Unicef en 2018. Bajo el lema «No queremos volver al siglo XV», los colectivos acusaron al gobierno municipal de exponer a los niños a un espectáculo «cruel» y de «normalizar la violencia».Ajenos a la indignación, en El Pacharán volaban los platos de rabo de toro y la sangría que Mei, cocinera china, prepara con esmero con la receta de Carmen, la ex propietaria de este mítico bar taurino. Cuando se hacen las ocho y media de la tarde, el sol de agosto cae sobre la piedra del Coliseo Balear y los abucheos se intensifican . Un niño de seis años se detiene frente al cartel. «¿Cuál es el toro más fuerte?», pregunta. Y su abuelo se agacha, le señala el nombre de Juan Pedro Domecq y le dice: «El que más pese, pero eso lo verás tú mismo». El niño sonríe. Hace apenas un año, esa escena habría sido ilegal.A las puertas, siguen las colas intermitentes . En la taquilla lo adelantaban: «Se ha vendido entre un 20 y un 22% más que el año pasado, y eso que falta la avalancha final». La avalancha llegó. El cartel era serio: Morante, Sebastián Castella y José María Manzanares . La plaza, casi llena (un 80%) . «Pocos guiris». Los niños, sentados junto a padres y abuelos, miran con curiosidad más que con fervor. En muchos casos, era la primera vez. Y ya se sabe: la primera vez nunca es sólo una tarde. Es una semilla.La tarde arrancó con Morante de la Puebla, Manzanares y Castella en el cartel. Pero la verdadera expectación estaba en la grada . No solo aficionados veteranos, también chavales de 15, 16 años, algunos con su primera entrada en la mano, otros repitiendo tras la corrida de Inca del domingo pasado.La empresa lo tenía claro: si los niños vuelven, los toros pueden volver . Se habilitaron zonas familiares, se adelantó el horario a las nueve, se agotaron las entradas infantiles en muchos sectores. Isabel, la conserje de la plaza, no podía ocultar la emoción. «Mi nieta -de nueve años- disfrutó en Inca. Ahora viene a la de Palma. Yo he visto llorar a niños porque no podían entrar. Hoy por fin pueden».En los tendidos, Paco acomoda la colchoneta rojigualda que ha alquilado en la entrada. La ovación más larga se la lleva un chaval de 11 años, imitando pases en el callejón. Una señora le aplaude como si acabara de matar seis victorinos. «Así empieza todo», dice. Así terminó también. Con padres sacando fotos, niños pidiendo firmar el cartel y abuelos cerrando los ojos. Como si no hubieran pasado ocho años. Como si nada hubiera cambiado. Aunque, en realidad, hoy lo ha hecho todo.

Leave a Reply

Your email address will not be published.