Son las cinco de la tarde de este 6 de agosto. La misma hora y el mismo día, pero diez años después, del último abrazo de María a su hija Laura, un gesto cotidiano de cariño con el que sin que ellas lo supieran estaban sellando el adiós definitivo . María Chamón coge el teléfono y pregunta: «¿Sí? ¿Dígame?». Una voz dulce y amable accede a recordar el dolor que le acompaña desde aquella tarde de 2015 y lo hace con palabras de agradecimiento a los medios de comunicación que siguieron el minuto a minuto de un doble crimen que conmocionó a España .«Vivo por Laura y os atiendo por ella por muy difícil que sea». Su madre no quiere el olvido. «No me la quitó una enfermedad o un accidente, no, fue un asesino que con sangre fría y calculadora hizo lo que hizo». El asesino es Sergio Morate , hoy en la prisión de Herrera de la Mancha en el término municipal de Manzanares, Ciudad Real. Ahí comparte espacio con otros de su calaña , como José Bretón, asesino de sus hijos Ruth y José cuando tenían seis y dos años; o Tony King, el asesino de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes; también con Miguel Carcaño que cumple su condena a 21 años y tres meses de cárcel por el asesinato de la joven sevillana Marta del Castillo.María mantiene contacto con algunas de las familias a las que estos criminales «nos arrebataron lo más hermoso y lo más valioso que una madre puede tener: nuestros hijos». La suya, Laura, cumpliría el próximo 22 de octubre 36 años. «Como cada cumpleaños iré al cementerio a llevarle un ramo con 36 claveles, uno por cada año que debería cumplir, allí pues le hablo, eso me aporta, me tranquiliza, a ella no le gustaría verme mal o echa un puñetero asco, sigo aquí, miro al cielo y le digo: ‘Laura, estoy aquí por ti’», comparte emocionada.A sus 64 años María es una mujer fuerte. El mayor golpe que le podía dar la vida lo lleva asumiendo desde hace una década, ahora, con el paso del tiempo, quiere que nadie pase por el trance de perder a una hija asesinada a manos del exnovio de su mejor amiga, también asesinada por Sergio Morate. «No se puede quitar la vida a nadie. En estos 10 años ¿cuántas mujeres, cuántas chicas han muerto? Porque no desaparecen, la tierra no se las traga, las matan», así alza su voz contra la violencia machista , una lacra que se llevó por delante la vida de su hija.«Su destino no era ese. Laura era amiga de sus amigas, era muy feliz, alegre, buena hija, buena hermana, buena persona, cariñosa y luchadora, con sus ilusiones» y con un proyecto profesional enfocado a la estética y a la peluquería truncado para siempre. «Todas sus ilusiones, todos sus proyectos, todo, se acabó aquel 6 de agosto».«Desde entonces no soy la misma»Laura salió de casa a las cinco de la tarde porque había quedado con Marina «para tomar algo» y más tarde, a las nueve de la noche, a cenar con su hermana Sonia, pero jamás llegó a esa cita. «No puedes llegar nunca a pensar en ese desenlace porque siempre tuvimos la esperanza de que aparecerían, porque ¿cómo vas a pensar que semejante salvaje iba a hacer lo que hizo? », recuerda ahora, «mi hija Sonia tuvo un presentimiento, Laura no cogía el teléfono», ahí comenzó una pesadilla que se prolongó día y noche hasta el 12 de agosto.Ese día María participó en una concentración multitudinaria de apoyo de la sociedad conquense a Laura y Marina, cuando llegó a su casa puso la televisión y saltó la noticia: habían aparecido dos jóvenes muertas en el nacimiento del río Huécar, «la apagué, no quería saber más, no quería pensar». Eran los cadáveres de su hija y de su amiga.«Desde entonces no soy la misma ni lo voy a volver a ser, sigo tratando de vivir, me jubilé del Hospital y participo en un coro, a ella le encantaba la música y eso me da fuerzas», comparte sin olvidar el primer día del juicio contra Sergio Morate, el 23 de octubre de 2017. «Me hubiese gustado ponerme delante de él, mirarle a los ojos y que me mirara a la cara para decirle: ‘Me has jodido la vida’. Ahí estaba sentado en una silla de terciopelo como el que ve una película», recuerda.En la actualidad, María mantiene cierta relación con la familia de Marina Okarynska, ambas viven en Cuenca. «Nos vemos por la calle y nos saludamos, a ellos les han arrebatado a su hija, como a mi, y tienen el mismo dolor, porque aquí hay un único culpable, que es el asesino de Laura y de Marina », asegura, aunque siempre quedan preguntas sin respuestas, «que Marina no debería haber llamado a mi hija, pues no; que a lo mejor Laura no debería haberla acompañado, pues sí; Marina no merecía esa muerte, pero mi hija menos ».Tolón recuerda el crimenDe otro lado, la delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha, Milagros Tolón, destacaba ayer la labor de los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que intervinieron en este caso. «Trabajaron rápidamente, y g racias a una operación internacional detuvieron a Morate en Rumania días después. Fue una investigación impoluta», dijo.Asimismo, la representante del Gobierno de España en la región envió un mensaje de apoyo a las familias de estas dos víctimas. «Todos nos acordamos de este día de agosto en el que pasó esta triste noticia, mi recuerdo muy especial tanto a las familias de Marina como de Laura, esas dos chicas que tenían toda la vida por delante », comentó, para añadir que ahora «es momento para trabajar en que no vuelva a ocurrir».María Chamón en su casa de Cuenca JESÚS HUERTA – EP Chamón clama contra el negocio editorial y audiovisual del dolor La madre de Laura del Hoyo no logra encajar como la industria editorial y audiovisual hace negocio del dolor de las familias a las que un asesino o una asesina les ha quitado a un ser querido. «No se puede permitir que se publiquen o que se graben series a costa del dolor de las madres y de las familias a las que nos han arrebatado a nuestras hijas», asegura para solidarizarse con Ruth Ortiz, la madre de los niños Ruth y José, de seis y dos años, asesinados por su padre José Bretón en 2011, un caso pertubador y mediático que la editorial Anagrama recoge en ‘El odio’, un libro a partir de las conversaciones que Luisgé Martín ha mantenido con Bretón y que finalmente no llegó a ponerse a la venta.

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