Ubicado a unos 20 kilómetros de la ciudad austriaca de Innsbruck y en pleno corazón del Tirol, en Wattens, se encuentra una de los museos más curiosos del continente que se puede vivir con los cinco sentidos. Fue en este lugar donde Daniel Swarovski fundó su empresa de cristales tallados allá por 1895. En 1995 para celebra el centenario de esta firma de lujo abrió sus puertas ‘Los mundos de cristal de Swarovski’, un espacio donde ciencia y magia se unen en un complejo que se extiende hoy día por 7,5 hectáreas y que ha atraído a más de 17 millones de visitantes desde su inauguración. Concebido por André Heller , este museo verde, que armoniza perfectamente con el mundo alpino tirolés, cuenta con obras de artistas de todo el mundo que han experimentado con este material para mostrar su propia visión del cristal. La pieza central es ‘El gigante’ , una especie de montaña con una cara esculpida bajo la que se encuentran las famosas ‘ Cámaras de las maravillas’, un mundo subterráneo que se basa en la histórica cámara del castillo de Ambras de Inssbruck que intentó compilar todo el saber de su época como colección universal. Cada sala ha sido diseñada por un artista de renombre como por ejemplo Fernando Romero, quien diseño ‘El sol’, una instalación formada por 2.880 cristales hechos a medida que explora la relación de la humanidad con el sol, Derek McLane , escenógrafo galardonado que ideó ‘El arte de la interpretación’ donde se presenta la historia de Swarovski en el mundo del espectáculo o Manish Arora , quien diseñó ‘Listos para amar’ un paraíso del amor con diferentes corazones elaborados a mano con diversas técnicas tradicionales indias. Una de las obras de ‘Las Cámaras de las maravillas’ Swarovski Crystal WorldsUn paseo entre obras de artePor su parte, el jardín paisajístico acoge otras instalaciones que no dejan indiferente a nadie, como son el laberinto verde en forma de mano que invita al visitante a explorar y jugar al escondite, la cámara de las maravillas natural, una excavación romana que se encontró durante las obras de reforma del parque que incluye restos de muros de edificios que datan del siglo III d.C. o El carrusel , un tiovivo que incluye 15 millones de cristales de Swarovski creado por el diseñador español Jaime Hayón. A destacar es la Nube de cristal que cuenta con más de 800.000 cristales montados a mano. Creada por Andy Cao y Xavier Perroit esta obra de 1.400 metros cuadrados se ubica sobre otra importante pieza, la Piscina Espejo, a la que se puede acceder a través de un sendero para poder disfrutar de esta experiencia óptica. Aquí, la luz de los cristales se refleja en el agua como si fueran estrellas incluso a plena luz del día. Obra La nube de cristal, Torre de juegos y una de las piezas de la cámara creada por Derek McLane Swarovski Crystal WorldsPor otro lado, hay una torre de juegos que ofrece diferentes experiencias en cuatro niveles superpuestos que están conectados por una red vertical única que permite escalar hasta una altura de poco más de 14 metros. Aquí se puede desde descansar en la última planta, hasta probar con juegos de memoria o rompecabezas. Como curiosidad, las fachadas del edificio, diseñadas por el estudio de arquitectura Snohetta, cuentan con 160 facetas cristalinas diferentes todas ellas entre sí. Los paneles están impresos con un patrón de millones de diminutos motivos de animales. El complejo cuenta también con un restaurante y una cafetería que ofrecen una gastronomía internacional y platos típicos de la zona elaborados con productos de temporada. Por otro lado, está la primera óptica de la firma y la que es una de las tiendas de Swarovski más grande del mundo que incluye además diferentes obras de arte como ‘El cielo estrellado en mosaico’, una cúpula con mosaicos negros de Bisazza acabados a mano que simula un cielo estrellado que descansa sobre columnas exquisitamente decoradas. Imagen de la tienda de Swarovski, una de las más grandes del mundo Swarovski Crystal WorldsDatos de interés- El horario de apertura es de 9 a 19 horas siendo la última entrada a las 18 horas. – El precio de la entrada es de 23 euros por persona. Los niños menores de cinco años no pagan y de 6 a 17 pagan 7 euros. – Hay un aparcamiento gratuito con punto de recarga para vehículos eléctricos. – Hay una lanzadera que circula varias veces al día entre Innsbruck y el museo.

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