Ola de calor: la ciencia explica por qué una ducha fría no es la solución para combatir el calor extremo

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Ola de calor: la ciencia explica por qué una ducha fría no es la solución para combatir el calor extremo

Mientras la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) no cesa en sus avisos sobre la subida de las temperaturas en lo que ya es el verano más caluroso de la historia, las ideas para combatir el calor extremo se amontonan.Ya se sabe aquello de beber líquidos – principalmente agua – aunque no se tenga sed, y que las comidas sean ligeras ; usar protector solar y vestir ropa ligera ; permanecer en lugares frescos y con ventilación siempre que sea posible; así como aquello de reducir la actividad física en las horas centrales del día para evitar golpes de calor. Algo que parece de pura lógica y que no todos respetan.Otra de las prácticas que parece evidente, y que en este caso desmonta la ciencia, es la de ducharnos con agua fría , algo que puede llegar a ser contraproducente. Lejos de este alivio tan deseado ante el calor extremo, puede desestabilizar más la autorregulación del cuerpo y provocar el efecto contrario.Cierto es que hay mucha gente que defiende las bondades de los baños de agua fría, que se conocen desde la antigüedad y ya Hipócrates, el primer médico que apareció en los medios escritos con su célebre juramento, los aplicaba como remedio a numerosos tipos de enfermedades. Pero ante el calor, no es la solución más eficaz.Por qué ducharte con agua fría en plena ola de calor no es buena ideaEl farmacéutico y divulgador Álvaro Fernández advierte en sus redes sociales que lo que parece un remedio lógico puede tener el efecto contrario, acalorándonos aún más. «Al principio sí, enfrías tu cuerpo con el agua y tienes 10 minutos de gustito, pero después, sofocón. Estarás todavía peor», explica. Según cuenta, al exponer el cuerpo a una temperatura tan baja, este reacciona activando sus mecanismos de defensa, entre ellos, la producción de calor para compensar el enfriamiento.Aunque no lo percibamos a simple vista, cuando nos duchamos con agua muy fría los vasos sanguíneos de la piel se contraen. Este fenómeno , conocido como vasoconstricción reduce la pérdida de calor a través de la superficie del cuerpo. Como resultado, el organismo retiene el calor en lugar de liberarlo.Además, al engañar al cuerpo haciéndole creer que la temperatura exterior es muy baja, se bloquean dos mecanismos naturales de refrigeración: la sudoración y el flujo sanguíneo hacia la piel . Es decir, aunque al salir de la ducha sintamos un alivio inmediato, al poco tiempo el cuerpo se recalienta más fácilmente y la sensación de bochorno puede ser incluso mayor.La ducha de agua tibia, le mejor solución en plena ola de calorLa solución más eficaz es optar por una ducha templada o tibia. El enfriamiento de la temperatura favorece a que el cuerpo alcance su temperatura natural, lo cual supone una señal para el cuerpo, y puede comenzar a entrar en el proceso de descanso. Es una ducha que, además de refrescar, mejorará el proceso del sueño en las noches de calor.Otra recomendación práctica es reducir progresivamente la temperatura del agua hacia el final de la ducha , dejando unos segundos de transición entre cada cambio, para que el cuerpo se aclimate sin estrés. Y al terminar, evitar frotarse enérgicamente con la toalla, ya que la fricción también puede aumentar la temperatura corporal.

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