La existencia de un Estado palestino ha sido una cuestión no resuelta desde hace décadas, cargada de significados jurídicos, diplomáticos y emocionales. Con más de 145 países -incluida España- que ya lo reconocen, y el futuro respaldo que Francia, Reino Unido, Australia y Canadá otorgarán en la próxima Asamblea de la ONU en septiembre, con implicaciones directas en la política internacional y en el equilibrio de fuerzas en Oriente Próximo.El reconocimiento de Londres está supeditado a condiciones centradas exclusivamente en Israel: permitir la entrada diaria de ayuda humanitaria en Gaza, abandonar los planes de anexión y comprometerse con la solución de los dos Estados. Sin embargo, no exige a Hamás la liberación de los rehenes ni su desarme, lo que ha provocado un fuerte rechazo en el Gobierno israelí, que ha subido la apuesta anunciando la ocupación de todo el territorio gazatí. Con este reconocimiento, Tel Aviv considera además que se está premiando el terrorismo de Hamás . Dos teorías explican qué hace que un Estado lo sea. La teoría declarativa, recogida en la Convención de Montevideo de 1933 , establece cuatro criterios: población permanente, territorio definido, Gobierno efectivo y capacidad para relacionarse con otros Estados. Según esta perspectiva, si una entidad cumple estas condiciones, existe como Estado, con independencia de si otros lo reconocen o no.Noticia Relacionada estandar Si El Gabinete de Seguridad aprueba el plan de Netanyahu para tomar la Ciudad de Gaza Nathalie Duplan La operación requerirá cinco meses y cinco divisiones, lo que implicará la movilización de unos 50.000 soldadosFrente a esto, la teoría constitutiva defiende que un Estado sólo existe si otros lo reconocen como tal. Aunque esta última no está codificada formalmente en el derecho internacional, en la práctica esta visión tiene un peso determinante: sin reconocimiento, no hay asiento en organismos internacionales ni acceso pleno a relaciones diplomáticas multilaterales.De materializarse el reconocimiento de Londres y París, solo quedaría Estados Unidos como obstáculo al ingreso pleno de Palestina en la ONU ReutersPalestina cumple de forma parcial los criterios de Montevideo. Tiene un territorio que aspira -Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este-; una población permanente y un Gobierno -la Autoridad Nacional Palestina (ANP)-, aunque su control territorial es fragmentado. Su capacidad para relacionarse con otros Estados es limitada, pero cuenta con un reconocimiento mayoritario en la Asamblea General de la ONU. Aun así, su estatus jurídico sigue siendo el de ‘Estado no miembro observador’.División internaPero la cuestión del reconocimiento no es solo diplomática, sino también política. «No parece que los Estados que reconozcan a Palestina admitan que Hamás siga ejerciendo alguna clase de autoridad en Gaza», afirma el profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Alcalá, Carlos Jiménez Piernas , quien subraya que los reconocimientos se hacen «en favor de la Autoridad Nacional Palestina como único Gobierno legítimo». Esta es una línea roja establecida por países como España o Francia, que buscan excluir a Hamás -considerado un grupo terrorista por la UE y EE.UU.- de cualquier protagonismo.El Ejército israelí confirmó este sábado el lanzamiento coordinado de 106 palés con ayuda humanitaria sobre Gaza en una operación que contó con la participación de seis países, entre ellos Grecia e Italia, que se incorporaron por primera vez a estas operaciones. EP/ReutersTras la masacre del 7 de octubre, Jiménez Piernas considera que «hay un antes y un después» para Hamás, y que su exclusión es una condición implícita en los recientes movimientos diplomáticos. Un ejemplo es la conferencia copresidida la semana pasada por Francia y Arabia Saudí en Nueva York, donde 15 países emitieron una declaración conjunta para reactivar la solución de los dos Estados y promover el reconocimiento de Palestina. Una iniciativa condicionada a que Hamás deponga las armas, libere a los rehenes y abandone el poder en la Franja.El investigador del ICS de la Universidad de Navarra, Javier Gil Guerrero , señala que la división interna es el problema estructural de la política palestina. «La sociedad está partida en dos», afirma, aludiendo a la fragmentación entre Hamás, que controla Gaza, y Al Fatah, que domina Cisjordania a través de la ANP. Esta partición dificulta no solo el reconocimiento, sino cualquier negociación de paz o establecimiento efectivo de un Estado palestino.Acuerdos imposibles«¿Quién es el interlocutor real de Israel o de Occidente en Palestina?», se pregunta Gil Guerrero. «Ahora mismo no hay ningún actor en Palestina capaz de garantizar que lo que se acuerde con Israel o con Occidente se lleve a cabo». La ANP, desprestigiada por la corrupción y la falta de legitimidad entre la juventud palestina, no tiene la fuerza suficiente para gobernar Gaza ni consolidar un proyecto estatal inclusivo.Además, cuestiones fundamentales como si Palestina podría tener o no un Ejército siguen sin resolverse. El fracaso de los Acuerdos de Oslo (1993) dejó suspendidas decisiones clave, incluida la configuración de fuerzas armadas palestinas, pero esa será una discusión para el futuro. Debatirlo ahora «sería hablar del tejado antes de poner los cimientos de la casa», ironiza Gil Guerrero.Palestinos muestran lo que lograron obtener de un paquete de ayuda humanitaria lanzado por un avión militar en Jabalia, en el norte de la Franja AFPEl impacto del reconocimiento varía según el contexto y la coordinación internacional. Jiménez Piernas considera que los gestos individuales, como el de España, que reconoció al Estado palestino el año pasado, pueden diluirse. En cambio, un reconocimiento conjunto liderado por potencias permanentes del Consejo de Seguridad como Francia y Reino Unido podría ser un «espaldarazo político de gran relevancia». De materializarse, solo quedaría Estados Unidos como obstáculo al ingreso pleno de Palestina en la ONU.Esto tendría implicaciones no solo jurídicas, sino estratégicas, ya que enfrentaría al Gobierno israelí con una realidad diplomática adversa. «Supone un desagravio frente a la política israelí y una consolidación jurídica al derecho del pueblo palestino a constituir un Estado soberano», afirma Jiménez Piernas, quien recuerda que este derecho fue ya reconocido por la ONU en la Resolución 181 de 1947 y la 242 de 1967.Desde una perspectiva geopolítica, el reconocimiento del Estado palestino tiene también un componente de presión. «Hay una gran preocupación en sectores de la sociedad israelí por un aislamiento sin precedentes respecto a Occidente», advierte Gil Guerrero. El apoyo firme que Israel disfrutaba tanto de demócratas como republicanos en EE.UU. comienza a resquebrajarse, mientras que su imagen ante Europa se erosiona progresivamente.Israel siempre ha buscado proyectarse como una democracia liberal alineada con los valores occidentales. Sin embargo, la escalada militar en Gaza, la negativa a aceptar la solución de los dos Estados y su política de asentamientos ilegales en Cisjordania debilitan esa narrativa.Cerco internacionalLa presión diplomática, el reconocimiento conjunto de grandes potencias europeas y la investigación abierta en la Corte Penal Internacional contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu , por posibles crímenes de guerra aumentan el cerco internacional.El reconocimiento no resolverá de inmediato el conflicto ni otorgará automáticamente soberanía plena, pero puede cambiar el equilibrio político y diplomático. Es un mensaje al Gobierno israelí que establece que la comunidad internacional está dispuesta a actuar y a respaldar la solución de los dos Estados.El profesor de Política Internacional de la Universidad Europea de Madrid, José María Peredo , insiste en que el reconocimiento no será viable mientras el interlocutor principal en Gaza, Hamás, sea una organización que rechaza la existencia de Israel y que está financiado por potencias regionales como Irán. «La desmilitarización de estos grupos y el fortalecimiento de una autoridad legítima y dispuesta a negociar son condiciones esenciales», señala. «La Autoridad Nacional Palestina surgió con esa intención tras los Acuerdos de Oslo, pero el proceso se estancó. Retomar esa vía requeriría una nueva generación de líderes palestinos con voluntad de convivencia, y un contexto internacional que apueste con firmeza por una solución negociada», concluye Peredo.

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