«Olas de calor ha habido siempre, la cuestión es que ahora son más extremas por el cambio climático», afirma Bernat Jiménez, investigador de ciencias atmosféricas del Instituto de Geociencia. De esa preocupación nace el liderazgo del nuevo estudio en el que está inmerso: un método que, por un lado, predice la intensidad de estos episodios de calor y, por otro, analiza « en qué grado influye el cambio climático«.Es decir, esta tecnología serviría para « anticipar si la ola de calor va a ser extrema y de cuánto sería si no existiera esta alteración del clima», explica el autor principal del estudio, en el que han colaborado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Complutense de Madrid. Por ejemplo, «si ahora, en vez de 44 grados, pudieran haber sido 41; y si un evento similar en el futuro, en lugar de 44, será de 47 grados».Esta herramienta proporciona «una precisión similar a la de los modelos convencionales», pero «mucho más rápida» . Y es que los métodos tradicionales «destacan por su lentitud», con resultados que pueden tardar horas, mientras que este modelo los ofrece «en cuestión de minutos». «Ahí radica su carácter innovador», valora Jiménez.Noticia Relacionada estandar No La Aemet lo confirma: el agua de las playas de Andalucía alcanza temperaturas «de récord» Á. G. Se están registrando valores «muy por encima de lo normal» tanto en el Golfo de Cádiz como en el Mar de AlboránSin embargo, todavía se trata de un «primer paso» : una «demostración de que es posible determinar qué impacto tiene el cambio climático en estos episodios por altas temperaturas». Todo en un contexto en el que, según el CSIC, «las olas de calor están aumentando en frecuencia, duración e intensidad».Un escenario real y otro hipotéticoDetrás de este estudio está la IA, en concreto, la de tres modelos avanzados de Google, Huawei y Nvidia . Estos están entrenados con datos meteorológicos que pueden simular la evolución de la atmósfera durante los siguientes 10 o 15 días. Así, con grandes bases de datos y a base de observación, aprenden a identificar patrones y su evolución en el tiempo, explica el investigador.«Lo más costoso de estos modelos es entrenarlos, pero tienen la gran ventaja de que son muy eficientes: en uno o dos minutos puedes tener predicciones para los próximos 10 o 15 días», afirma Jiménez.La metodología se basa en combinar esas predicciones de las condiciones actuales con simulaciones climáticas, que indican cómo evolucionaría la atmósfera en un clima preindustrial. Por tanto, se compara un escenario real con otro hipotético . La diferencia entre ambos mundos «permite cuantificar el efecto del calentamiento».Por ahora, se ha aplicado de forma retrospectiva a cuatro olas de calor históricas –de la península ibérica (2018), Canadá-Estados Unidos (2021), India-Pakistán (2022) y Brasil (2023)–. «En la península ibérica, el cambio climático aumentó las temperaturas de la ola de calor de agosto de 2018 en más de 1,3 grados», ejemplifica el investigador David Barriopedro.El siguiente paso: prevenirEste método permitiría «diseñar estrategias de adaptación, mitigar riesgos y tomar decisiones de gestión del riesgo». Así, Jiménez espera que esta herramienta pudiera integrarse «en un sistema como el de avisos, para tener un servicio climático que indicase en qué cantidad los valores se atribuyen al cambio climático».Por otro lado, los investigadores abren la puerta «a otros fenómenos meteorológicos , como una DANA o los ciclones», aunque es «muy difícil hacer esta atribución». «Primero hay que predecir el evento de manera exacta y, luego, simularlo en una etapa preindustrial», indica Jiménez, «algo que resulta más fácil en las olas de calor».

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