Jueves, víspera de La Asunción. En un día normal, La Bañeza celebraría sus fiestas patronales, pero hoy hay responso. A las doce y media de la mañana, cerca de quinientas personas copan las tres naves de la iglesia Santa María. Han acudido para despedir a Abel Ramos , voluntario de 35 años fallecido en las tareas de extinción del fuego que asoló el pueblo de Quintana y Congosto, y en el que quedó atrapado por una lengua de fuego junto a Jaime Aparicio , otro voluntario cuya muerte ocurrió la mañana del jueves, poco antes del funeral. No cabe un alma en el templo. Afuera la multitud se agolpa. Amigos, vecinos, familiares y autoridades atienden al rezo por Abel Bravo, empresario, constructor y promotor de eventos deportivos en La Bañeza, el más importante de ellos el Motoclub, cuyos miembros lo despiden entre lágrimas. «Queremos honrar tu vida, breve pero profundamente dedicada». Sergio Vidales pronuncia las palabras ante el féretro cerrado de Bravo. Antes de acabar la misa, durante la bendición impartida por cinco sacerdotes, la iglesia entera aplaude. Huele a incienso. Ya de pie, los vecinos vuelven a ovacionarlo. Lo harán tres veces más hasta que el féretro atraviese la nave principal en dirección a la plaza. Abel Bravo, uno de los rostros más queridos de la vida social y deportiva de la comarca, ofreció su maquinaria para desbrozar y hacer cortafuegos en Quintana y Congosto. Eso los vecinos no lo olvidan. «Allí no había nadie, ni bomberos. Solo los vecinos apagando las llamas». Hay desconcierto, sorpresa e impotencia. El fuego se esparció con virulencia debido a los vientos cambiantes, dice Natividad, vecina de Fuente Calada. Pero, sobre todo, insiste, debido a la falta de medios para apagarlos. Fueron voluntarios como Abel Bravo y Jaime Aparicio quienes combatieron las llamas tanto en Quintana como en Nogarejas. La mañana se consume entre explicaciones y reproches, mientras el coche fúnebre parte con los restos de Abel Bravo en dirección a León, donde será incinerado.Noticias relacionadas estandar Si La UME, en el epicentro del fuego en Orense: «Esto es muy duro, venimos de estar cinco meses en la DANA de Valencia» Diego Jiménez y David Sánchez De Castro estandar No Un detenido por provocar el incendio que ha vuelto a poner en jaque a la sierra de la Culebra Isabel JimenoDesde La Bañeza está cortado el paso hacia los pueblos donde fallecieron ambos vecinos. Apostados en la vía hacia Puebla de Sanabria, efectivos de la Guardia Civil impiden el paso. No es seguro, explican, no sólo porque el fuego permanece latente en Quintana y Congosto, sino porque muchas estructuras se han resentido con la acción de las llamas. Los vecinos nunca habían visto algo de esta velocidad, comentan los habitantes de Jiménez de Jamuz. «Los fuegos se apagan en invierno», repiten para dejar claro cómo la tragedia pudo haberse evitado. Todos reclaman a Abel Bravo como de su pueblo. Allí donde preguntes por él, alguien lo reclama como cercano.ignacio gilUna vez acabado el funeral, los familiares de Abel Bravo prefieren no hacer declaraciones. Los conocidos de La Bañeza sí. Las labores a las que se dedicaban ambos fallecidos eran, en principio, poco arriesgadas, pero la labor se tornó mortal cuando un cambio brusco de viento unió dos frentes de fuego, atrapándolos sin posibilidad de escape. «Una inesperada unión de dos lenguas de fuego los atrapó», explica el alcalde de La Bañeza, Javier Carrera. Desde el pasado lunes, su municipio ha preparado cinco centros para evacuados, el más grande de ellos en el pabellón deportivo, donde todavía permanecen cerca de cuatrocientas personas.«No hay nadie que limpie»«La burocracia se ha comido la limpieza. Los pueblos están vacíos y sin animales ni actividad, se han convertido en gasolineras», dice Santi Fernández, vecino de Carracedo. «Aquí no ha faltado de nada. Los bomberos estuvieron aquí, pero con vientos de sesenta kilómetros por hora y lenguas de tres kilómetros de fuego, hay que echarle cojones para esperar el fuego. El humo no te dejaba ver», asegura. El problema, insiste, son las condiciones del campo. «Aquí el problema es que pudo haberse evitado, la masa forestal no la podemos controlar. Solicitar la poda de un árbol, es imposible. En toda esta zona había ovejas y cabras, ahora no, ya hay poda, no hay nadie que limpie». Y como esa, muchas opiniones pasan de boca en boca en esta jornada de luto. Solo en la provincia de León, ya son más de 8.000 personas las que han tenido que abandonar sus hogares. Vienen de más de una treintena de pueblos y muchas han encontrado refugio en polideportivos y albergues habilitados con urgencia en localidades como La Bañeza y Astorga. En los pueblos cercanos el olor ceniza es penetrante y la humareda se impone en el paisaje. La escena que deja el fuego en esos pueblos es desoladora. Casas arrasadas, carreteras cortadas, bodegas chamuscadas… El incendio de Molezuelas de la Carballeda, que se originó en Zamora y luego pasó a territorio leonés, ha devastado cerca 38.000 hectáreas. Además de las víctimas mortales, hay varios heridos graves por quemaduras, algunos en estado crítico ingresados en hospitales de la región.Los vecinos evacuados que pueden regresar a sus casas (es el caso de pueblos como Jiménez de Jamuz) miran atentos a la carretera, examinan las columnas de fuego: las altas temperaturas y los vientos sofocantes, pueden avivar el incendio en cualquier momento. Hoy, víspera de La Asunción, el viento bate las guirnaldas chamuscadas de León y Zamora. Se han suspendo todas las fiestas patronales. En La Bañeza los habitantes no han terminado aún de despedir a Abel Bravo, cuando ya se preparan para un nuevo funeral y se previenen, «Dios no lo quiera», de un siguiente incendio.

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