En verano no hace falta pasaporte para viajar en el espacio. Basta con tumbarse, mirar hacia arriba y esperar a que la Tierra choque contra la basura espacial que dejó un cometa hace siglos. A eso los astrónomos le llaman Perseidas . Y los más dados a la poesía lo bautizaron como las ‘ lágrimas de San Lorenzo ‘. Ocurre cada año, entre mediados de julio y finales de agosto. Pero en realidad no son estrellas, y tampoco caen. Son granos de arena cósmica -a veces un poco más grandes- que se lanzan contra nuestra atmósfera a velocidades de hasta 60 kilómetros por segundo. En cuanto rozan el aire, arden a 5.000 grados . Y nosotros, desde el planeta Tierra, vemos una raya luminosa que dura menos que una promesa electoral.Y este martes era el momento álgido de las Perseidas . La noche del año en la que todos nos convertimos en astrónomos amateur y pedimos deseos que probablemente nunca se cumplirán. ABC se traslada hasta Inca para vivir la experiencia con el IAAM, el Instituto de Astronomía y Astronáutica de Mallorca , un centro dedicado a acercar las maravillas del cosmos a todos. Desde cursos y observaciones hasta la protección del patrimonio científico del Observatorio de Costitx, referencia mundial en el descubrimiento de asteroides, situando a España en el segundo puesto mundial, sólo por detrás de Estados Unidos.Con cinco generaciones de telescopios a sus espaldas, ha descubierto más de 5.000 asteroides , seleccionando los más grandes porque, aunque al principio detectaron 10.000, «rastrearlos todos era imposible», indica su director, Salvador Sánchez. Son un equipo reducido pero apasionado que cuenta con seis miembros -entre ingenieros informáticos y voluntarios- y que financian su labor gracias a la fundación del instituto y a los ingresos del astroturismo . Esta noche, bajo un manto de estrellas fugaces, nos unimos a ellos para mirar el cielo, entender un poco más del universo. Y, claro, pedir un deseo.Noticia Relacionada Dónde ver bien la lluvia de meteoros estandar No Cinco de los mejores enclaves de España para ver las Perseidas Rocío Jiménez Este fenómeno consiste en una lluvia de meteoros y tiene lugar siempre en agostoA las seis y media de la tarde, el polideportivo Mateu Cañellas se convierte en un improvisado observatorio. Todo un ejército de telescopios, mantas y voluntarios del IAAM se prepara para la función. Siete telescopios en total, listos para acercarnos el Sol y la Luna como si pudiera caber en la palma de la mano.Primero, toca nivelar el trípode con un simple nivel de albañil. «Todo empieza aquí. Si no está bien nivelado, no hay nada que hacer. Y por eso a veces ese telescopio que tenéis en casa no os funciona, pero claro, esto no lo pone en el libro de instrucciones », advierte un voluntario, señalando la importancia de este gesto aparentemente trivial. Después, se monta el tubo del telescopio, asegurándolo con tornillos en la montura y el resto de las piezas. «En apenas diez años, este telescopio ha pasado de costar 40.000 euros a valer unos 3.000 », asegura antes de resolver la siguiente duda que surge: «La tecnología china es la causa». La última pieza por colocar es la lente y aquí tenemos un buen ejemplo de ‘extra’ para un telescopio. «Una lente simple es asequible, pero ésta, que se ve muchísimo mejor cuesta unos 500 euros». Su peso la delata: tiene cinco lentes dentro protegidas con relleno de gas argón.Joan Guillem explica la técnica de observación solar: «El aumento del telescopio divide la distancia, permitiendo ver el Sol como si lo tuvieras a la mano. Hoy se ve rojo, significa baja actividad de manchas solares ». Basándose en un ciclo solar de 14 años con picos cada siete, predicen un nuevo máximo alrededor de 2032, con la consiguiente posibilidad de tormentas solares. Y bromea con el chiste recurrente entre astrofísicos: «El Sol se va volviendo gordo y frío cuanto más viejo. Se prevé que llegará aproximadamente hasta Júpiter… el problema es que de camino tiene a la Tierra, que acabará churruscada», advierte ante el estupor generalizado.Niños asomados a los telescopios, colas de curiosos siguiendo las explicaciones de los voluntarios y las gafas solares listas para observar al Sol en el polideportivo de IncaAntes de la puesta de sol, nos ponemos gafas de protección . Con ellas, el sol aparece como una bola en un fondo de teatro negro. Dentro del telescopio, se muestra un disco limpio. «¿Y esos puntos negros?»; pregunta Víctor, de nueve años. «Son las zonas frías» del astro rey.Al anochecer, el espectáculo empieza. «Las Perseidas son partículas del cometa Swift-Tuttle que impactan contra nuestra atmósfera», explica Salvador Sánchez, director del Observatorio de Costitx, a un grupo de adolescentes atentos. «Es un recordatorio de que la Tierra está constantemente impactando con lo que encuentra en el espacio» . Sánchez se detiene un momento, mirando hacia el cielo, y añade con orgullo que su observatorio ha descubierto más de 5.000 asteroides. «Al principio detectamos 10.000, pero nos centramos en los más grandes porque no podíamos seguirlos todos».La observación de las Perseidas es como «atravesar una nube de mosquitos con el coche» , añade de forma gráfica Guillem, apasionado miembro del IAAM. La diferencia es que aquí los mosquitos se incineran a 100 kilómetros de altura, en lo que los científicos llaman línea de Kármán, y nosotros llamamos «el principio del cielo».Las familias toman posiciones con mantas y bocadillos. «Venimos cada año», dice Sandra, vecina de Marratxí, junto a su hija Érika. «Es como un ritual. Pedimos deseos, pero también aprendemos. Aquí te explican lo que ves. No es solo mirar por mirar».Los astrónomos voluntarios se reparten entre telescopios y explicaciones. Un equipo apunta hacia Saturno, visible a la derecha de la Luna , con sus anillos tan definidos que cuesta creer que sean reales. Otro guía a los visitantes hacia la Luna, blanca, cerquísima, con los cráteres perfectamente visibles, como recién esculpidos con un cincel. Pero no todo es poético. La Luna también puede arruinarlo todo. Porque este año, a las Perseidas les toca actuar con un foco en la cara este martes 12 de agosto. « En luna llena, un palmo alrededor no ves nada . Ni estrellas fugaces, ni estrellas, ni naranjas en chocolate», resume Guillem, subrayando la necesidad de un cielo oscuro para apreciar verdaderamente el fenómeno. En Inca, la contaminación lumínica ha bajado significativamente. El alumbrado público antiguo ha sido reemplazado por LED direccionales, devolviendo el cielo a la noche y facilitando que los ojos se adapten a la oscuridad.Mientras tanto, Sánchez resume la esencia de la noche: «Cada Perseida es un recordatorio de que estamos dentro de un cosmos activo. No son sólo rayas de luz ; son fragmentos de historia cósmica atravesando nuestra atmósfera. Y aquí, y en Costitx, nos aseguramos de que cada descubrimiento, cada observación, sea compartida con quien quiera mirar hacia arriba».Así, entre chistes de astrofísicos, mantas sobre el césped y telescopios apuntando hacia la eternidad, Mallorca ofrece un espectáculo que no necesita billete ni vuelo. Por unas horas todos seguimos estrellas fugaces, pero los cazadores del Observatorio de Costitx persiguen el universo entero. Cerramos los ojos y pedimos algo ambicioso : que sigan detectando asteroides, que ninguno nos caiga encima. Y, si lo hace, al menos que lo haga bonito, con luz y espectáculo, como estas Perseidas.

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