La Paloma vuelve a hacer su magia, pese al sofoco y el puente

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La Paloma vuelve a hacer su magia, pese al sofoco y el puente

Con los termómetros disparados, la lucha en el día grande de La Paloma ha sido por un pedazo de sombra en la acera y un vaso de limonada. De 2,5 a 8 euros, según el tamaño. Las calles Calatrava o La Paloma chorreaban personal, encantado con el tipismo de una fiesta que le da a Madrid un perfume a Ruperto Chapí y a Arniches. Por megafonía sonaban los chotis y los cuplés, y a las puertas de la Iglesia de La Paloma, con sus puertas de cristal, se arremolinaban quienes querían ver el famoso cuadro de la imagen o entrar para ver cómo los bomberos lo bajaban, como cada 15 de agosto, con un nudo en la garganta. No han faltado los políticos: la presidenta Isabel Díaz Ayuso, que tardó más de media hora en recorrer los 100 metros desde el coche al templo, entre vítores y fotos; y la alcaldesa en funciones, Inma Sanz, en el altar. Tres escalones más abajo, el delegado del Gobierno, Francisco Martín, y el resto de cargos públicos. Y cientos de fieles que, entre abanicos, trataban de seguir el acto sin desmayarse. Algunos no lo consiguieron.Contrastaba el Madrid casi desierto en las calles hasta llegar a la Puerta de Toledo, y el gentío que se congregaba a partir de ahí. Una chulapa entrada en años comentaba con otra la situación del país: el calor y «lo que está pasando con la inmigración». Su compañera se preguntaba: «¿Y no hay más países para entrar? Alemania, Rusia, Suecia…». En la calle Isabel Tintero, los barquilleros aprovechaban la buena sombra para invitar al personal a comprarles: «¿Ponemos algo? De canela, de coco que te vuelve loco; de vainilla, qué maravilla». Cinco euros, cinco barquillos, en paquetes. A las puertas de la iglesia de La Paloma, los castizos se multiplicaban como las gotas de sudor en la frente de los paseantes. «Que le digan al ayuntamiento que no cambie los monumentos de sitio», piropeaba a dos chulapas jóvenes. Noticia Relacionada estandar No Más de 1.200 agentes y 160 operarios de limpieza para la fiesta grande de La Paloma Sara Medialdea Autoridades políticas y bomberos comparten esta jornada protagonismo con la patrona popularUn caballero con la parpusa calada ofrecía claveles rojos y blancos: «¡A 2 euros!». También vendía la misma mercancía una señora con velo islámico a la puerta de una carnicería. Y el de la tienda de arreglos colgaba de un lado a otro de la calle mantones haciendo publicidad de su comercio. Las cartas de los bares en la zona son una loa al colesterol.Aunque la ola de calor y la coincidencia de la fiesta con un ‘puente’ han rebajado algo este año el personal presente, éste parecía multiplicarse ante la llegada de la presidenta madrileña. La «ayusitis» se ha disparado desde que se ha bajado del coche: «¡Qué mona es, es que es una monada!», «Está más delgada», comentaban entre ellas dos perfectas desconocidas. A duras penas, y parando cada pocos pasos para atender a quienes le pedían fotos o querían saludarla, ha llegado hasta el punto donde se realiza la ofrenda floral a la Virgen. Hasta el concejal de Vox Javier Ortega Smith ha colaborado con una vecina que quería un recuerdo de la presidenta, haciendo él mismo la foto que quería. Reyes Maroto (PSOE) y Pilar Sánchez (Más Madrid), ambas ediles del Ayuntamiento madrileño, estuvieron también presentes en la celebración. Todas expresaron sus buenos deseos para los madrileños en esta jornada, aunque sin olvidar los fuegos, que «se apagan en invierno», como recordó la socialista, y las condiciones laborales de los bomberos, que desde Más Madrid exigieron mejorar. Pero los llamamientos de Díaz Ayuso y del delegado del Gobierno coincidieron en un deseo: el de colaboración entre administraciones. Es lo único en que parecen estar de acuerdo. El delegado ha pedido a las comunidades que «dejen de frivolizar con la emergencia climática y de asumir los postulados de los negacionistas climáticos». También ha llamado a la concordia el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, que tras recordar a quienes sufren por la guerra «en Gaza, en Sudán, en Ucrania», ha pedido trabajar «cada uno en su responsabilidad por el fin de la violencia». Y les ha pedido: «Creemos ambientes entre nosotros libres de enfrentamientos». Después, ha llegado el momento más esperado y más emotivo: la bajada del cuadro de La Paloma por parte de los bomberos madrileños. El paso previo a la procesión que saldrá esta tarde a partir de las 8 de la tarde, con una carroza recién restaurada, llevada por sus anderos. El cuadro está rodeado por un espectacular marco, y todo el conjunto tiene un peso de 80 kilos. Hay que descenderlo sujeto con unas gruesas cuerdas a lo largo de siete metros, una delicada tarea que los bomberos consideran un honor y que este año le ha tocado realizar al miembro de este cuerpo Manuel Cerrillo. Para hacerlo, se ha subido en una escalera de 10 metros de altura, que se construyó específicamente para este fin, ha colocado sobre el cuadro la polea por la que pasaría posteriormente la cuerda roja que hará bajar la imagen, con la ayuda de sus compañeros bomberos que están a sus pies .Apenas seis minutos ha durado la operación. El remate de la fiesta será, esta tarde, la procesión, con la habitual exhibición de los bomberos.

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