El mundo de las marcas está lleno de ejemplos de productos que triunfan en un país y fracasan en otros . Sin embargo, hay historias excepcionales en las que un simple snack logra algo mucho más profundo: transformarse en parte de la identidad cultural de toda una nación . Ese es el caso de KitKat en Japón. Lo que nació en Inglaterra en 1935 como una chocolatina pensada para ‘tomarse un descanso’ se convirtió, al otro lado del planeta, en un símbolo de buena fortuna , un regalo cargado de significado y hasta un objeto de coleccionismo gastronómico.Ninguna otra marca extranjera ha sabido adaptarse con tanta precisión al carácter japonés. Hoy, KitKat en Japón no solo se compra en supermercados: se regala como amuleto antes de los exámenes, se colecciona en sus más de 300 variedades de sabores, se vende en boutiques gourmet y forma parte de la experiencia turística del país. Y es que, lejos de ser un producto importado más, se ha vuelto un icono cultural .La historia de cómo una barrita de chocolate se incrustó en la vida japonesa es un ejemplo magistral de marketing, innovación y, sobre todo, de adaptabilidad hacia una cultura ajena .De desencuentro a entendimiento culturalCuando KitKat llegó a Japón en 1973 de la mano de Nestlé, su éxito no estaba garantizado. Los japoneses tenían una tradición repostera muy diferente, con dulces más ligeros , sabores menos azucarados y un consumo marcado por festividades o regalos. Además, la estrategia global de Nestlé, centrada en el descanso y una merienda rápida, no encajaba con la percepción nipona. Fue entonces cuando el equipo local decidió investigar a fondo.Noticia Relacionada estandar No Un abuelo coreano prueba por primera vez los churros con chocolate en España y opina sin filtros ABC Una delicia para el paladar irresistibles para muchosA través de estudios etnográficos , se descubrió que en la zona de Kyushu, cerca de la Universidad de Kyushu, las ventas de KitKat se disparaban en épocas de examen . ¿La razón? Muchos estudiantes usaban la barrita como amuleto , pues ‘KitKat’ sonaba de forma similar a ‘kitto katsu’, que en japonés significa «seguro que vencerás». Nestlé entendió rápidamente el fenómeno y lo convirtió en estrategia .De simple snack a talismán de éxitoA partir de ese hallazgo, la compañía decidió posicionar KitKat como un símbolo de apoyo y buena suerte . En 2005 lanzó la campaña ‘Lucky Charm’ y, pocos años después, firmó una alianza con Japan Post para permitir que los padres pudieran enviar KitKats personalizados a sus hijos con mensajes de ánimo antes de los exámenes .El éxito fue abrumador, miles de paquetes se enviaron desde las oficinas postales y la marca ganó reconocimiento internacional. Con estas acciones, el snack británico se transformó en una especie de amuleto comestible cargado de buenos deseos antes de los exámenes. Innovación con sabor localLa segunda clave del éxito fue la innovación en sabores . Desde principios de los años 2000, Nestlé Japón apostó por crear ediciones limitadas que reflejaran la gastronomía local . Aparecieron KitKats de té matcha , batata morada de Okinawa , wasabi , sake , miso e incluso salsa de soja . Algunos parecían auténticos esperpentos, pero todos despertaban curiosidad.El fenómeno de los ‘Gotochi KitKats’ (sabores regionales) conectó con la tradición japonesa del ‘omiyage’, ese regalo que los viajeros compran como recuerdo para familiares y amigos. Los KitKats se convirtieron así en el souvenir perfecto: pequeño, accesible y cargado de identidad regional. Hoy, coleccionar y probar los diferentes sabores es casi un deporte nacional entre turistas y japoneses. Razón por la que, entre 2012 y 2014, KitKat se convirtió en el dulce más vendido del país , superando incluso a marcas locales históricas como Meiji.KitKat gourmet: la ChocolatorySin embargo, la evolución de Kitkat en el país no se detuvo ahí y en 2014 nació ‘KitKat Chocolatory’, una boutique de chocolate premium en pleno distrito de lujo de Ginza, donde el producto pasó de ser snack popular a una delicatessen . Diseñado por el reputado chef pastelero Yasumasa Takagi, el local ofrecía creaciones exclusivas como chocolate amargo con frambuesa, sakura, sake o incluso envoltorios con pan de oro.La idea funcionó tan bien que la ‘Chocolatory’ se expandió a otras ciudades, generando más de 2.000 millones de yenes en ventas y atrayendo a más de un millón de clientes en pocos años.Un icono culturalHoy, KitKat en Japón es mucho más que un producto de consumo. Es un talismán de estudiantes, un regalo de viajeros, un lujo gastronómico y un símbolo de cómo una marca puede integrarse en una cultura cuando la escucha y la respeta . La coincidencia lingüística fue el punto de partida, pero la clave estuvo en la innovación constante y en la sensibilidad cultural. Y es que lo que empezó como una chocolatina extranjera se ha transformado en un icono japonés. Un caso único en el mundo del marketing que demuestra que, a veces, las marcas no solo venden productos, crean cultura .

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