El nombre de Morante de la Puebla engrandecía los carteles de San Sebastián. Había elegido el sevillano la tierra donostiarra para hacer el paseíllo el día más señalado del calendario taurino, un 15 de agosto que era menos festivo sin la presencia del torero herido. Al reclamo de Morante había nacido un extraño cartel mixto, que se quedó en un mano a mano con menos rivalidad que entre un padre y una hija: de las filas de los matadores, Marco Pérez; de la de los novilleros, Olga Casado. Aunque la madrileña, más allá de su debut en Olivenza, con pocos de su escalafón se habrá topado. Un autobús recorrió la ciudad para anunciar la presencia de la novillera que revolucionó en el festival de Vistalegre y que ha evitado la competencia con los de su liga: ¿eso es igualdad? «Se es joven un tiempo, se es mujer siempre», rezaba el eslogan de Casado, que reaparecía tras causar baja por una lesión en Gijón (casualmente, sorteaba). No era fácil sustituir a una figura insustituible y Marco Pérez decidió quedarse con sus dos toros y los dos de Morante. Se supo tras la primera corrida, aunque antes se habló de la inclusión de Pablo Aguado en caso de triunfar con la del Vellosino. Era el sevillano de los pocos que no tenían una cita este 15 de agosto, pero no hubo éxito posible. Barajaba la empresa también la opción de Fortes, pero el malagueño no tuvo que coger el avión, pues el salmantino prefirió quedarse con los cuatro como único espada. ¡Pues vaya espada! Ni con uno se le afiló, lo que le está haciendo perder orejas de esas que suman para los amantes de estadísticas y que hubiese maquillado su tarde.La encerrona de cuatro acabó siendo eso: una encerrona. Para el propio torero y para el público, empapado de sudor en la sauna de Illumbe, con el termómetro superando en la calle los cuarenta grados y con los abanicos a pleno rendimiento. La gente ya no sabía ni cómo refrescarse: unos se tiraban hielos, otros iban al baño entre toro y toro para meter la cabeza debajo del grifo; unos se desabotonaban la camisa –y no por cante grande en el ruedo– y otros se levantaban los pantalones o la falda. La mayoría, descalzos y con el compás abierto. La comodísima plaza de Illumbe, de pronto, era una olla a presión, con la cubierta cerrada a cal y canto, con los del tendido alto pidiendo a los acomodadores piedad para bajar a las filas más bajas. Noticia Relacionada estandar Si Preocupación empresarial: Morante, un torero insustituible Rosario Pérez En su temporada histórica, con más tirón taquillero que nunca, las empresas están pendientes de la evolución del Genio: todas quieren la reaparición en sus plazasUnas seis mil personas ocupaban los asientos, una cifra que aspiraba a miles más, pero la caída de Morante frenó la venta y hubo alguna devolución, unas doscientas. Las miles que acudieron no perdieron la ilusión y se palpaba, sobre todo, el interés por ver a la mujer que sueña con ser la mejor torera de todos los tiempos. Su espada hubiese querido Marco: un señor volapié enterró en su primero, orillando esa frase de Simón Casas que dice que las mujeres están hechas para dar vida y no para matar. Por derecho mató Olga, que se ganó la oreja por una estocada. Letal. Fue lo más rotundo del capítulo con el manso y tardo de La Purísima, con el que la salida y la lidia fueron más propias de una de las muchas capeas que celebran los pueblos en este mes agosteño. Quizá por eso la banda se animó con ‘España cañí’ durante la faena a un Veraz que mantuvo siempre su querencia. Y su presencia, más propia de plaza de segunda-tercera que de primera. Oigan, una cosa es cuidar a los novilleros, pero ni tanto ni tan calvo… ¡Igualdad para todos!Gachito era también el sexto, al que Casado recibió con bonitas formas a la verónica y quitó luego con el capote a la espalda. Perseguía la madrileña el triunfo, aunque esta vez el acero se lo impidió. Antes dejó los momentos de más despaciosidad, imprimiendo gusto en los muletazos, con un aquel que caló por momentos, con lista diposición, pero con demasiadas pérdidas de las telas. Preocupante la imagen de Marco en la suerte suprema. Se esperaba más de su tarde con el trébol de la buena suerte, en el de las cuatro hojas, el de los cuatro toros. Pero su estrategia en un verano envuelto en la polémica de supuestos ‘vetos’ no funcionó. ¿Esta decisión qué sería? Se anunció como un compromiso con la Fiesta, como un esfuerzo para tirar hacia delante tras la ausencia de Morante, muy presente en la mente de la afición. Como Roca Rey, del que más de un ‘torostiarra’ se acordó. Era una papeleta muy difícil la sustitución, y quizá sobre el papel era el menor de los males, aunque a Marco no le vino bien. De justa casta y alejados del volumen de los del Vellosino, los de Cuvillo dieron posibilidades para arrimarse –como un león lo hizo en los finales– y cortar las orejas. San Sebastián Plaza de toros de Illumbe. Viernes, 15 de agosto de 2025. Segunda corrida. Unos 6.000 espectadores. Cuatro toros de Núñez del Cuvillo y dos novillos de La Purísima (3º y 6º), de agradable presencia en general, justos de casta pero noblotes Marco Pérez, de lila y oro: dos pinchazos y estoca-da delantera (saludos); pinchazo, estocada y dos descabellos (silencio tras aviso); dos pinchazos y estocada (silencio); tres pinchazos y estocada (silencio). Olga Casado, de blanco y plata: estocada desprendida (oreja); cuatro pinchazos y estocada (silencio).Abundante su actitud –con un valor y una capacidad indiscutibles–, pero canina de alma y reposo, sin estrecheces. Ovación y silencio en su balance, en el que se acordaría del fulminante acero de Olga a Veraz. Las mujeres también matan, las mujeres también saben matar. Pero esta combinación, con el beneplácito de Morante –mandamás del cartel– nació rara y terminó peor. Lo que no puede ser no puede ser… Y, además, es imposible.

Leave a Reply