Hay un lugar en el mundo que fue, por momentos dejó de ser y volvió a ser. La historia de Lanuza, considerada hoy pedanía en terreno municipal de Sallent de Gállego (en Huesca), es tan curiosa que daría para muchas páginas. La sinopsis de este escenario de película reseñaría que en 1978, con un centenar de habitantes, se construyó un embalse para regular el cauce del río Gállego. Dos tercios del pueblo en la zona baja y los pastos quedaron bajo las aguas; expropiados los terrenos y malvendidas las casas, sus habitantes se mudaron a Sallent, Sabiñánigo y Jaca. El pantano no cubrió finalmente toda la aldea, lo que sobrevivió fue saqueado y aun así sus antiguos moradores decidieron volver y poner de nuevo todo en pie.Noticia Relacionada Negocios estandar Si Retrato de una panadería rural: una vida de sacrificio en una España de pocas opciones Érika Montañés Jesús Peribáñez se jubila este año. Con él no solo se pone punto y final a cinco décadas de un negocio artesano, sino a que las familias de doce pueblos tengan pan cada día en casaUn resumen escueto de la travesía por la que ha pasado el que llaman «pueblo hundido», «fantasma», «renacido» o «resucitado», siendo todo ello cierto. «Pero aún hay que cerrar el círculo y generar infraestructuras que mejoren la vida de los ciudadanos», dice a ABC su alcalde, Jesús Gericó, quien no oculta el valor, trabajo y resiliencia de sus gentes para reconstruir este encantador enclave turístico. «Aquí y en Mérida»En torno a ese pantano y esa presa emerge en la actualidad un imponente Auditorio flotante, escenario irrepetible desde 1994 de la celebración de un festival, el Pirineos Sur (o Festival Internacional de las Culturas Pirineos Sur), con el que todos los artistas sueñan. Recuerda Gericó que Rozalén declaró que desde que se descubrió música ansiaba cantar en Lanuza y también en el Anfiteatro de Mérida. ¡A ese nivel los equiparó! Arriba, el embalse de Lanuza donde se practican deportes náuticos. Abajo, un detalle de las calles y a la derecha, en 1985, aún por reconstruir por sus vecinos FOTOS: RAMÓN COMETEste año, en su 32 edición, ha batido récords, con 47.000 asistentes del 10 al 27 de julio, y roto las tablas con Viva Suecia, Julieta Venegas, Manu Chao, Ben Harper y Amaia colgando los cinco ‘todo vendido’ más aclamados del certamen. El festival es un gran reclamo económico para la nueva vida en clave turística del pueblo. El primer edil insiste: «No es solo un éxito de organización, que también, sino de ubicación». Es privilegiada (reflejo al agua, música al frente, luces desafiando el cielo y mirada a la majestuosa Peña Foratata abrigando el embalse). «Lanuza, Sallent, son mucho más. Son refugio climático, son montaña, remanso de paz y naturaleza », enumera Gericó.Sallent tiene el precio del suelo urbanístico más caro de Aragón y es el noveno destino de interior más visitado de España. «Algo se habrá hecho bien», apuntilla el regidor. Han aflorado por todo el valle del Tena segundas viviendas y visitas a miles después de la pandemia. La gente ha descubierto el paraíso desde 2020. El mismo pantano que hizo desaparecer el pueblo es ahora sinónimo de vida y turismo en ebulliciónSallent septuplica sus residentes en periodo estival, pero no lo hace en la misma medida con los recursos, así que el alcalde popular tiene claras sus reivindicaciones. Salen en el ‘National Geographic’ como uno de los mejores destinos de España, un oasis idílico tejido de casas de piedra con postigos de madera y techos de pizarra, pero en un medio despoblado, los habitantes necesitan servicios. « Ponerte malo es tener a una hora el hospital de Huesca o tener que ir al centro de salud de Biescas; los niños se levantan para coger el autobús a las 7.30 horas y estudiar en el instituto» más cercano . Los vecinos cuentan las bondades y también las desventajas de estar al inicio del valle pirenaico del Tena. Hay que ponerse en su piel; el turista siempre es bienvenido , abarrota estos lares con furgonetas camperizadas y caravanas, pero hay que pedirles que tanta paz dejen como se encuentran. «Es nuestro Pirineo, queremos disfrutarlo todos», proclama el alcalde. El turismo, eso sí, ha conseguido desestacionalizarse y consecuencia del ‘boom’ que protagoniza Sallent es su oro como el pueblo con más bares por habitante del país. La riqueza turísticaHoy por hoy, la aldea de Lanuza es mejor de lo que fue gracias a la lucha de sus gentes y el socorro administrativo tras el abandono del pueblo por inundación. Esas mismas personas que en treinta años han reconvertido su historia por dos veces observan ahora los senderistas copando ‘La Casueña’ y ‘El Fondón’ o esperando en el embarcadero para practicar algún deporte náutico en al embalse que fue su sentencia de muerte. Pueblo siempre ganadero, salta ahora a otro sector que le sonríe, pero son conscientes de que esta riqueza en ebullición también puede ser pasajera Depende a veces de si las compuertas están abiertas. O no.

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