Jasson Sempertigue fue uno de los primeros sacerdotes a los que el entonces obispo Robert Francis Prevost ordenó en 2015 en Perú. Aunque la historia no quedó ahí. Al año siguiente, lo llamó para ser su secretario personal en Chiclayo, cargo que desempeñó desde 2016 hasta 2019. Vivir y trabajar mano a mano con el que ahora es el Papa León XIV le sirvió para conocer a aquel misionero estadounidense que hoy día es el sucesor de Pedro. Pocos días después de su elección, viajó hasta el Vaticano, donde pudo reencontrarse de nuevo con el que considera «un padre y amigo». Sobre estos cien días de Pontificado, resalta en esta entrevista a ABC que lo que ha visto en él es «un cambio sustancial» pero que, aun así, «sigue siendo el mismo».¿Qué hay del obispo Robert Prevost en León XIV?Me parece que el tema del cambio, en el caso de las personas con alguna vocación tan peculiar como la del sucesor de Pedro, es ‘sui generis’. Considero que desde su elección como Papa, se ha operado en él un cambio sustancial. Por eso, el cambio de nombre, porque ya no es Robert Prevost, ahora es el Papa León XIV, es Pedro. Ahora bien, desde el lado de la amistad, puedo decir que, al encontrarme con el Papa León XIV , tengo la conciencia plena de saludar a Pedro. Sin embargo, soy consciente también de que este saludo de amistad es especial, porque en la persona del Papa veo a un padre que conozco y me conoce. Podría decir que todo ha cambiado, pero, a la vez, todo es idéntico. Por un lado, él ha cambiado en su ser y en su misión; ha cambiado de nombre y ha cambiado de vida. Por otro lado, es siempre el mismo: humilde, amable, siempre de buen humor, prudente; el padre y amigo al que he tenido la suerte de servir por algún tiempo.¿Cuáles eran las decisiones más difíciles de tomar para él cuando era obispo en Chiclayo?Nunca he participado en las decisiones que ha tomado como obispo de Chiclayo. Mi rol ha sido mucho más modesto. Pero lo que puedo decir es que siempre se ha tomado con mucha seriedad el pastoreo de su querida diócesis. Consultaba, discernía, rezaba, decidía. Creo que así hacía todas las cosas.¿Qué le ha sorprendido en estos cien días de pontificado?Me ha llamado la atención lo bien que se le ve ante las cámaras, lo cómodo que se siente ante miles y miles de personas, y la facilidad con la que conecta con todos. Todo esto, no sólo por el mérito personal de hablar diversas lenguas, sino también por el modo de transmitir: las miradas, los gestos, los saludos, las bromas. Todo siempre muy oportuno. Una cosa que me alegra profundamente es escucharle cantar en la Liturgia y en el rezo del Ángelus. Asimismo, me alegra mucho también verle siempre con una gran vitalidad.¿Cree que todavía se está adaptando a su nuevo rol?No creo que se trate de adaptarse a un rol. Pienso que se trata de tomar consciencia de la llamada divina. Creo que se conjugan dos cosas importantes: lo que aporta la persona humana del Papa y la gracia de Dios que eleva dicha naturaleza. Su saludo inicial, desde mi punto de vista, un saludo plenamente litúrgico y episcopal, me permiten pensar que el Papa León XIV intenta responder todo lo bien que puede a la llamada que Dios le ha hecho. Creo que es consciente de la llamada divina que ha recibido. Además, que cuenta con la gracia del Espíritu Santo que le asiste, y, no lo dudo, que se sabe acompañado por la oración de toda la Iglesia. Por otro lado, considero que es consciente de que es «vicario» de Cristo, y que le corresponde escuchar y obedecer al Señor. Le veo consciente de esto. Siento personalmente que todo el tiempo está tratando de escuchar a Cristo para actuar obedeciendo a su santa voluntad.

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