La cara de Julián Álvarez en el banquillo nada más ser sustituido lo describe posiblemente mejor que unas cuantas palabras. Ese lento movimiento de cabeza de un lado a otro, retrato de impotencia y frustración, lamento resignado ante lo que no tiene explicación, el viejo «este Atleti» murmurado bajando por el paseo de los Melancólicos tras un partido cualquiera en el Calderón . La definición del Atlético. Pasan los años, pero la sensación que deja este equipo es la misma. Con Simeone también.Fue el suyo un ejercicio muy reconocible. Otra victoria tirada a la basura porque sí, por voluntad propia, por desgana o capricho, por defectos que se desatienden y errores sobre los que se insiste, por concesiones gratuitas e innecesarias, injustificables. Por tirarse atrás a la mínima ventaja, tocar sin motivo lo que no conviene, dormirse a deshora, invitar al rival a levantarse y desnudar la verdad de algunos jugadores a los que la propaganda acostumbra a elevar de forma tan exagerada como intencionada a estas alturas. Va un partido oficial y el colchonero ya visualiza la temporada que le espera padecer.El Atlético ya no estaba siendo para tanto en Cornellá cuando el marcador le daba las gracias (estaba siendo mejor, solo un poco, y ganaba por una genialidad de Julián no por una consecuencia concreta de ningún plan), pero fue mucho menos después, cuando su entrenador se puso a jugar con el mando. Cada ficha que tocó fue para empeorarla. Y sin razón. Alguna ya de saque. Como Baena, al que en su empeño por dárselas de original, el Cholo quiere reconvertir en segundo delantero a costa de reducirle sus opciones de pase (su fuerte). Pero sobre todo, después en las sustituciones. Hay quien interpreta lo de Griezmann , su suplencia, como un gesto de valentía y meritocracia, pero lo que de verdad se vislumbra ahí, al entrar sobre la hora al campo, es más bien una servidumbre. Tiene que jugar al menos media hora, parece, aunque el partido no lo demande por ningún lado. Fueron cambios todos los de anoche con pista de preconcebidos, no por una interpretación concienzuda del juego. Y así salieron.Noticias relacionadas estandar Si entrevista Roberto: «Me fijé en que al Atlético le rematan mucho de cabeza; trataré de hacerle daño así» Ricard López opinion Si DE CARA Simeone reinstala el desánimo en el Atlético José MiguélezLos aduladores hablan un año más de la mejor inversión del siglo en el Manzanares, pero el césped enseña una plantilla peor que la que había. Raspadori apuntó a paquete nada más presentarse, como su compatriota Ruggeri a vulgar lateral robotizado (alguna razón de peso habrá, seguramente en Forbes, para que el Atlético se haya lanzado de repente al mercado italiano). Koke, como Griezmann, está empequeñecido por la edad. Oblak regresó a su peor versión por alto, indeciso, tembloroso y fallón. Le Normand es un central histérico. Los llegados no han mejorado a los salientes y algunos que estaban han mermado; muchas piezas fuera de sitio y ya no hay nadie que tire un regate. Y el banquillo lo gobierna Simeone. Lo dicho, la cara de Julián Álvarez (que es la de todos los atléticos) lo resume mejor.

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