La playa de Vlijada, en la costa sureste de Santorini, esconde uno de los mayores secretos de la isla. En este imponente paisaje lunar, famoso por sus caprichosos barrancos moldeados por el viento y el mar, se encuentra la antigua fábrica de tomate concentrado ‘D. Nomikoú’, convertida en 2014 en el Museo Industrial del Tomate.El antiguo complejo industrial, además de ser un magnífico ejemplo de la arquitectura cicládica, es uno de los principales testigos de la historia reciente de la isla, cuando Santorini era un lugar inhóspito, cuyas gentes luchaban contra las adversidades climáticas y geológicas para sobrevivir. En el interior del museo, encontramos a Antonis Valvis, de 83 años. Valvis explica a este medio que comenzó como ayudante en la fábrica a la tierna edad de 7 años. Poco después, el patrón, Yorgos Nomikós, le envió a El Pireo a formarse en una escuela de mecánica. Tras su regreso a la isla, y durante muchos años, estuvo a cargo del mantenimiento de las sofisticadas máquinas, de las primeras de combustible que llegaron a Grecia desde Italia y que elaboraban el mejor concentrado de tomate del país. Aunque se jubiló hace muchos años, Valvis sigue acudiendo casi a diario a poner en funcionamiento las máquinas para que «no se oxiden», y responde amablemente a las preguntas de los visitantes más curiosos. «La fábrica es mi iglesia. Acudo porque me siento en deuda con el señor Nomikoú. Gracias a él adquirí estos conocimientos y ahora tengo que ponerlos al servicio de sus nietos».Valvis trabajando en la fábrica de tomates marta cañeteEl octogenario recuerda con melancolía los años en los que la fábrica producía 185 toneladas de concentrado de tomate; según él fueron «tiempos difíciles pero buenos». También explica que la isla cambió profundamente tras el descubrimiento de las ruinas de Akrotiri por el arqueólogo Spyros Marinatos: «Las fábricas empezaron a cerrar y la gente empezó a vivir del turismo», incluidos muchos de sus antiguos compañeros de la fábrica, que ahora regentan hostales y apartamentos de alquiler estacional.Entre 1920 y 1970, la base de la economía de la isla eran los tomates, el vino, la cebada y la guisantes. El tomate enano de Santorini comenzó a cultivarse a finales del siglo XIX, introducido por monjes católicos. Se caracteriza por su sabor dulce y su capacidad de crecer únicamente con el riego de las gotas de rocío y la humedad retenida por las rocas volcánicas de la isla.Vida en la islaLa fábrica D. Nomikoú funcionaba a máximo rendimiento entre los meses de junio y agosto, en dos turnos de doce horas cada uno, en las que trabajaban cerca de setenta operarios, en su mayoría mujeres jóvenes. Los tomates llegaban a Vlijada en grandes canastos de mimbre, trasportados por burros. En la entrada de la fábrica, los cestos se pesaban, los jornaleros recibían el pago y comenzaba el proceso de elaboración y empaquetado, que duraba unas tres horas y media. Para producir un kilo de concentrado de tomate, se necesitaban aproximadamente tres kilos y medio de tomates frescos. En 1950, en la isla existían nueve fábricas como esta. Actualmente, solo sigue una de ellas en funcionamiento, pero el tomate enano de Santorini, que cuentan con denominación de origen, siguen siendo uno de los productos más valorados de la gastronomía local. Ypatios, pescador de Fira MARTA CAÑETEEn una de las plazas de Fira, la capital de la isla, Ypatios, un pescador de 50 años, intenta vender el género que ha capturado durante la noche. Nos explica que, desde los terremotos, recoge sus redes prácticamente vacías y se ha visto obligado a despedir a sus trabajadores porque no puede pagarles un sueldo: «Nunca ha habido tan poco género. Es como si los terremotos hubieran ahuyentados a los peces», se lamenta. En las callejuelas de la localidad se respira tranquilidad. A pesar de que ha comenzado la temporada turística, en la capital de la isla apenas hay visitantes. Petros, de 65 años, propietario de una tienda de souvenirs, explica que los terremotos han afectado al turismo y que este año no ha contratado personal adicional para que le ayude a llevar la tienda: «El alquiler de la tienda es alto y no me alcanza para pagar la seguridad social de otro trabajador». Petros considera también que la nueva tasa diaria de veinte euros impuesta a los cruceristas perjudica a la economía local: «si al menos ese dinero fuera para la isla … pero no, es para las arcas del Estado. No lo usarán para mejorar el puerto, las carreteras o los hospitales».Ypatios, pescador de Fira MARTA CAÑETEEn los últimos tiempos, la isla —con una población permanente de 15.550 habitantes— ha estado recibiendo cerca de 5,5 millones de turistas al año. El alcalde de Santorini, Nikos Zorzos, confirma a ABC que las reservas este año han disminuido en comparación a los años anteriores. Según Zorzos, el problema no ha sido tanto el fenómeno sísmico en sí, sino la «exagerada» cobertura mediática que se le dio. Recuerda que, aunque fueron numerosos, los seísmos «no provocaron ninguna catástrofe en la isla».Antonis regenta un hotel boutique en la caldera desde el año 2000. Cuenta a ABC que la isla lleva tres décadas siendo la gallina de los huevos de oro, y esta es la primera vez que se enfrenta un problema serio. «Hasta ahora no habíamos tenido un año difícil, ni siquiera durante la pandemia del COVID-19. Este es el primero. Esperábamos que el Gobierno nos ayudara, pero está complemente ausente. Vienen solo a hacerse la foto. Nos sentimos abandonados».Boom demográficoEl crecimiento del sector turístico también ha impulsado un significativo aumente demográfico: «Gracias al desarrollo económico, Santorini ha logrado retener a las personas jóvenes, porque existen oportunidades de desarrollo profesional. Al mismo tiempo ha atraído a personas de otras regiones de Grecia que ahora residen de forma permanente en la isla», explica Zorzos. Según datos del ayuntamiento, unos 150 alumnos de primaria y secundaria llegan cada año. Actualmente, la isla cuenta con 4.600 estudiantes distribuidos en 34 centros escolares.Cambio de modeloA pesar de que el turismo trae a la isla prosperidad económica, cada vez son las los empresarios que reclaman un cambio de modelo. Entre ellos se encuentra Antonis, quien considera que Santorini debe avanzar hacia un modelo sostenible, «pausado» y respetuoso con el entorno natural y cultural de la isla. «Somos muchos quienes estamos trabajado para que esto cambie, para fomentar un turismo pausado en la isla». Tengo clientes que, a pesar de que mi hotel está en la caldera, no saben que que es un volcán. Hay turistas que se van sin conocer el enorme patrimonio histórico, cultural y gastronómico de la isla».Desde principios de año está en vigor el Sistema de Asignación de Atraque, que regula la llegada de cruceros a Santorini e impide que el número diario de pasajeros que desembarcan supere los 8.000. Además, el alcalde ha solicitado al gobierno central que no se concedan más licencias para la construir nuevos alojamientos turísticos, sin importar su categoría. También se están ejecutando proyectos de renovación en las infraestructuras públicas de la isla: «El objetivo de estas iniciativas es mejorar la calidad de vida de los residentes permanentes y de los visitantes», concluye Zorzos.

Leave a Reply