El genocidio, un horror del siglo XX que causa controversia en el XXI

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El genocidio, un horror del siglo XX que causa controversia en el XXI

El pasado se construye en círculos concéntricos. Esta historia comienza en Leópolis y Berlín. La joya de la Galitzia -una región histórica que hoy está en parte integrada en el oeste de Ucrania- y la capital alemana eran entonces, como ahora, ciudades en ebullición . El desenlace de la Primera Guerra Mundial había redefinido las fronteras de Europa y troceado imperios, por lo que Berlín ya no era el hogar de un Káiser ni Leópolis una esquina en el mapa de Austria-Hungría. Las armas también habían hundido al Imperio Otomano, donde los Jóvenes Turcos habían provocado el genocidio de la minoría armenia. Entre 600.000 y 1,2 millones de personas -se disputa la cifra exacta- habían sido asesinadas entre 1915 y 1916. Muchos de los responsables, como el ex gran visir Mehmet Talaat, considerado el arquitecto de las matanzas, se habían refugiado en Alemania tras la derrota. Entre tanto, algunos supervivientes ansiaban ajustar cuentas con los instigadores del infierno. Soghomon Tehlirian, atormentado por el asesinato de su familia, era uno de ellosEl 15 de marzo de 1921, en la Hardenbergstrasse, una calle céntrica de Berlín, Tehlirian, por entonces un joven de cabello y ojos oscuros, estaba a punto de matar. No obraba poseído por un ataque de furia ni preso de un arrebato descontrolado. Su acción formaba parte de la Operación Némesis , organizada por la diáspora armenia con el objetivo de saldar cuentas.Noticia Relacionada estandar No La paz global vive su peor momento desde la II Guerra Mundial María G. Astorga El número de conflictos bélicos activos en el planeta asciende a 56, la mayor cifra desde 1945Consciente de que sería su última oportunidad, Tehlirian se las ingenió para acercarse a su víctima y asegurarse de que era él. La Hardenbergstrasse estaba transitada, pero, cuando comprobó que había encontrado al hombre que buscaba, no dudó; empuñó su Luger P08 -un modelo de pistola popular en Alemania-, le apuntó con el cañón a la cabeza y apretó el gatillo. Mehmet Talaat se desplomó. Los ecos de ese disparo se escucharon por toda Europa y cambiaron la historia. En Leópolis, un joven llamado Raphael Lemkin , estudiante de Lingüística, se sorprendió cuando conoció los detalles del caso. Lo cuenta Samantha Power en ‘Problema infernal. Estados Unidos en la era del genocidio’ (2005), al describir su incomprensión ante el hecho de que Tehlirian fuera a ser juzgado, en tanto que su víctima, culpable de muchos miles de muertes, había vivido protegido por el exilio hasta encontrarse con él. El asombro dio sus frutos: Lemkin se dedicó al Derecho , y a él le debemos el concepto de genocidio, un término que plasmó por primera vez en su libro ‘El dominio del Eje en la Europa ocupada’ (1944). La ONU reconoció dos años después que el genocidio era un crimen, y en 1948, también bajo amparo de las Naciones Unidas, nació la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio.Raphael Lemkin se dedicó al Derecho y acuñó el término genocidio ABC«Lemkin, creador del concepto de genocidio, pensó en los armenios al inventarlo. En sus últimos años, quiso hacer una historia general del genocidio, analizar los elementos que lo configuran, para entender cuáles eran las raíces de los que habían sucedido en la Segunda Guerra Mundial», explica Igor Pérez Tostado, profesor de la Universidad Pablo de Olavide. «Buscaba sus leyes generales», añade.Que no se repita«El concepto de genocidio triunfó bastante rápido. De hecho, el término apareció ya en el acta de acusación contra los principales jerarcas nazis ante el tribunal de Núremberg, aunque todavía no como un crimen sobre el que el tribunal tuviera jurisdicción», explica Rosa Ana Alija, profesora de Derecho Internacional Público de la Universidad de Barcelona. «Después de la Segunda Guerra Mundial, el término se incorporó al derecho internacional con mucha rapidez, una decisión en la que se aprecia la voluntad de evitar que se volviera a repetir algo como el Holocausto», analiza.Por desgracia, la prevención fue insuficiente. La organización en defensa de los derechos humanos Human Rights Watch elaboró una lista para recoger los genocidios que se produjeron en el siglo XX , después del Holocausto. Entre ellos, figura el genocidio en Camboya, entre 1975 y 1983, que causó dos millones de muertos; el de Ruanda, en la primavera de 1994, que provocó unos 800.000; o el de Bosnia, en julio de 1995, que se saldó con alrededor de 8.000. Instigadores y perpetradores -los jemeres rojos, los nacionalistas serbios y los extremistas hutus- no compartían ideología. Tampoco motivación. El método para matar también difirió de un caso a otro, así como el número de víctimas. No obstante, sí hubo un punto común.«El genocidio se refiere a la intención de destruir a un grupo», resume Ernesto Verdeja, investigador y profesor de la Universidad de Notre Dame (EE.UU.). «Hay diferentes acciones que pueden ser cometidas: asesinatos masivos, hambrunas, causar abuso mental o físico. Pero el punto central es que la violencia tiene que estar destinada a destruir al grupo en parte o totalmente», añade. «Hay que recordar que la intención y el motivo no son lo mismo. Puede haber muchos presuntos motivos; por ejemplo, defender la seguridad nacional. Nadie dice que va a cometer un genocidio. Así que tienes que inferir, a partir de las acciones, si se diferencia o no a civiles de militares, por ejemplo», prosigue.Desde el comienzo de la guerra en la franja de Gaza, desencadenada tras los atentados de Hamás del pasado 7 de octubre, las acusaciones de genocidio contra Israel y contra el propio grupo terrorista se han sucedido de manera ininterrumpida. La incursión terrestre del Ejército israelí en la Franja ha provocado un elevado número de víctimas mortales -con cifras que se aproximan a los 38.000 muertos, según estimaciones del Ministerio de Sanidad gazatí-, además de la destrucción de las infraestructuras de un territorio densamente poblado en el que se ha generado una grave crisis de desplazados internos . El bombardeo de hospitales, la insuficiente ayuda humanitaria y la falta de suministros -anestesias para operaciones, medicamentos para los enfermos de cáncer o cobertura para las mujeres embarazadas- está causando un sufrimiento terrible entre los civiles. Exponiendo esos hechos, Sudáfrica acudió a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya para denunciar a Israel. El tribunal dijo que era «plausible» que, de hecho, se hubieran llevado a cabo en la guerra de la franja de Gaza actos que violaban la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948. Por su parte, en la revista ‘The Atlantic’, el analista político Bruce Hoffman denunció que las intenciones genocidas de Hamás constituyeron el motor de los atentados de otoño, y subrayó que en sus textos fundacionales ya figura explícitamente su deseo de aniquilar al Estado de Israel, con las promesas de violencia desaforada que eso supone. No obstante, al no tratarse de un Estado, la CIJ no puede juzgar las agresiones cometidas por Hamás.Sudáfrica acudió a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya para denunciar a Israel«El problema que se plantea en derecho internacional es demostrar que se dan todos los elementos del crimen de genocidio, incluida la intención de destruir total o parcialmente a un grupo protegido. Eso es lo que tendría que hacer la Corte Penal Internacional respecto a los individuos sospechosos de haber cometido un genocidio. En cambio, la CIJ solo se ocupa de las controversias entre Estados, y su labor será determinar si los actos de Israel incumplen la Convención contra el Genocidio», puntualiza Alija.El reconocimiento del genocidio, aunque resulte doloroso, también forma parte de las pugnas de poder entre Estados. En un salto retórico, a finales de mayo, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, insultó al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, al que describió como un «vampiro sediento de sangre». Pocos días después, el medio israelí ‘Ynetnews’ publicó un artículo en el que animaba al Gobierno israelí a reconocer el genocidio armenio. De ese modo, argumentaba el autor, se corregiría una postura moralmente insostenible para Israel , pero, sobre todo, se dejaba entrever algo más: reconocer el genocidio armenio también supondría un golpe para Turquía, un país con el que las relaciones bilaterales se habían caracterizado, al menos hasta la incursión en la franja de Gaza, por la convergencia de intereses.Varias personas desentierran los cadáveres de personas asesinadas durante el genocidio en Bosnia APBorrar la identidad«Puedes cometer un genocidio sin asesinar. Puedes destruir la identidad de un grupo colonizándole, cambiando sus nombres, etcétera. La destrucción de la identidad de un grupo sucede mucho en conceptos coloniales», señala Verdeja. En esa matización se basan algunas de las acusaciones de genocidio lanzadas recientemente por las autoridades ucranianas contra el Kremlin, sobre todo debido a los traslados forzosos de niños ucranianos a territorio ruso, donde son sometidos a un proceso de reeducación diseñado para que olviden sus raíces; es decir, para destruir su identidad. «El genocidio aparece en un contexto imperial, en sociedades capaces de ejercer mucha violencia porque se están extendiendo. Si el grupo que se pretende conquistar no se somete, si la resistencia es a ultranza, entonces se toma la decisión final, que es exterminar », indica Pérez Tostado. «Este pensamiento viene de la época romana y continúa hasta el presente».Tras ser detenido, Tehlirian fue juzgado, pero le absolvieron. Considerado un héroe para los armenios, murió en 1960 en EE.UU. Más de un siglo después de la Operación Némesis, el mundo no ha logrado evitar que el genocidio aún sea una de las peores manifestaciones de la conducta humana.

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