Día ajetreado el de hoy en el Prado . Por la mañana, reunión del Pleno del Patronato , que ha aprobado las cuentas de cierre del ejercicio 2023 , que concluyó con un resultado presupuestario positivo de 33,4 millones de euros, aunque a esta cifra hay que restarle los 16,4 millones de gasto ya comprometido para el Salón de Reinos , traspasados al siguiente ejercicio. Esto deja el saldo final en 17 millones de euros . Los ingresos propios superaron en 14,5 millones de euros las previsiones del año: destacan los 23,7 millones de euros por venta de entradas, con un incremento del 53% sobre lo estimado. En 2023, la pinacoteca estableció un nuevo récord de visitantes: 3,3 millones . También crecieron los ingresos por patrocinio, que llegaron a 7,8 millones (+60,9%). La subvención del Estado fue de 49,6 millones: 22,5 millones para gasto corriente y 27 millones para inversión. De ésta, 20,5 millones corresponden a las obras del Salón de Reinos y el resto a inversiones ordinarias.Javier Solana , que ha sido renovado en su cargo de presidente del Patronato, destaca «el nivel de excelencia en la gestión que demuestran estas cuentas y la capacidad de ejecución del Prado con los Fondos Europeos de todas las áreas implicadas». Solana ostenta el puesto desde julio de 2019. La subsecretaria de Cultura, Carmen Páez, ha sido designada vocal de la Comisión Permanente.Noticias Relacionadas estandar Si Prostitución, pobreza, emigración, reivindicaciones laborales… El arte social toma el Prado Natividad Pulido reportaje Si 23 días para la eternidad: así se restauró ‘Las Meninas’ Natividad PulidoPor la tarde, los tres últimos directores del Prado, Fernando Checa, Miguel Zugaza y Miguel Falomir , clausuraron con una mesa redonda el curso de verano ‘El Prado del siglo XXI’ , organizado por la Fundación Amigos del Prado y dirigido por Falomir, que ha tenido lugar en el auditorio del museo desde el martes. Los tres subrayaron cómo ha cambiado el museo desde la profunda crisis que atravesaba en los años 80 hasta hoy. Se pasó de la portada del ‘Herald Tribune’ hablando del Prado como «el museo enfermo de Europa» , a su ampliación y modernización con el Campus del Prado: el pacto parlamentario del 95, las exposiciones de artistas internacionales, la ley reguladora de 2003… «Yo era profesor de universidad y me tuve que poner las pilas . Me dieron mimbres científicos, pero no había preocupación por el estatus ni por la organización del museo. Fueron años de polémicas. Cuando asumí el cargo en 1996 el museo atravesaba una gran crisis y padecía una presión social que se reflejaba en la prensa a diario», recuerda Checa. Miguel Zugaza añade que había una gran inestabilidad en la institución (Philippe de Montebello había conocido al frente del Met hasta a siete directores del Prado) y «poco margen para la creatividad». Cuando llegó al museo, recuerda, era tal la confusión que el Patronato y la gerencia tenían dos organigramas distintos de la pinacoteca. Entre los sambenitos de su etapa, cita Zugaza la privatizacion y mercantilización : «Necesitábamos recursos, dinero, para desarrollar nuestros proyectos». Para Falomir, «la salida del ‘Guernica’ del Prado y la cesión del Palacio de Villahermosa al Museo Thyssen se debieron ver como un agravio. La ley del Prado de 2003 permitió dar el gran salto al museo; también, la ambición intelectual de sus exposiciones. Antes solo se exponía pintura española». Recuerda los tiempos en que un camión blindado se llevaba cada día la recaudación de la taquilla al Ministerio. De izquierda a derecha, Fernando Checa, Miguel Falomir y Miguel Zugaza, en la clausura del curso ‘El Prado del siglo XXI ABCEsa ley de 2003, añade Zugaza, «era necesaria para tener mayor autonomía y autogestionar los propios recursos, lo mismo que el pacto parlamentario para sacar el museo de la batalla partidista . Se sumaron todos los partidos políticos». Eso sí, recuerda Checa que la ampliación del Prado «enfureció a la Iglesia , que puso un pleito al Prado [por los trabajos en el Claustro de los Jerónimos], y hubo que lidiar con el Ejército [el Museo del Ejército se trasladó a Toledo». «Yo me puse el casco -dice Zugaza-. El proyecto de la ampliación de Rafael Moneo ha sido uno de los ejes del cambio del museo. También, los presidentes del Patronato fueron figuras clave». Cada cual contó su experiencia. Fernando Checa recuerda que en su etapa como director «solo salían en la prensa noticias malas del museo: todas las noches a las doce me acercaba a un Vips para ver los periódicos del día siguiente; llamaba al presidente del Patronato para contarle lo que se publicaba y ver a qué atenernos». Advierte Checa que dirigir el Prado «fue duro, pero compensa. Tuve la oportunidad de ordenar la colección prácticamente entera. Es algo impagable. El momento más emocionante de mi dirección del Prado fue el traslado de ‘Las Meninas’ a la sala 12 del museo, su último viaje, que fue portada de ABC». OlvidosEl olvidadizo Miguel Zugaza achaca a la prensa haber enfrentado al Prado y el Reina Sofía. ¿Quién quiso arrebatarle el ‘Guernica’ al Reina Sofía para llevarlo al Prado, señor Zugaza? Esa memoria… También dijo no haber tenido un día malo en el museo. ¿No hubo alguna que otra tensión? La prensa, señor Falomir, habrá perdido poder –al menos, eso cree–, pero no memoria. Los tres últimos directores del Prado coinciden en que nunca han sufrido presiones ni injerencias políticas y que han tenido (y tienen) total libertad de acción. Eso sí, Checa apunta que «la ampliación y modernización del Prado dependían del apoyo directo del Gobierno». Según Zugaza, lo que le pidió al entonces presidente Aznar se lo concedió: «Hubo un consenso muy amplio y viento a favor. Pero hubo una cosa en la que no acerté. Conseguimos una autofinanciación muy amplia, en torno al 70%, y cuando llegó la crisis nos penalizó, quitándonos apoyo público». También coinciden los tres últimos directores del Prado en criticar la división de las colecciones públicas con la fecha de nacimiento de Picasso, que se hizo «con bisturí». «No está bien resuelto», dice Zugaza. Todos quieren a Picasso en sus museos y parece que ninguno quiere un decreto que, para Checa, sigue vigente legalmente, mientras que para Falomir no. «El gran perjudicado es el público español», dice el actual director del Prado.
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