España despachó a la ‘Mannschaft’ en su casa, Alemania, con Sánchez en el palco aplaudiendo finolis, como si estuviera en la ópera, que ahí se ve el pelo de la dehesa. Napoleón, su ídolo, sí iba a la ópera, pero ponía cara de fastidio porque en la cabeza tenía cómo combinar tres Cuerpos de Ejército en Fráncfort con dos Cuerpos de Ejército en Colonia, que es lo que Sánchez hizo por la mañana en los Juzgados de la Plaza de Castilla en defensa de su dama, y lo que España hizo por la tarde en Stuttgart, la cuna de Joselu, otro inmigrante, como Le Normand o Laporte, para el estudio académico de Del Bosque. Bien España, amenizada en TV por el humor de Marchena y los malapropismos de Rivero. Alemania perdió desde el principio, pues perdió el sorteo. Se hace llamar la Mannschaft porque suena a la Wehrmacht, pero sólo es una banda de ‘boomers’ y jugadores bonitos bailando alrededor del camarero de ‘El guateque’, un tal Havertz. Pelotazo, en fin, para Sánchez, que se quita fama de cenizo, y para el perro ‘Furry’, que había apostado a la victoria española.
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