De Netflix a Tinder: la importancia de las ostras

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En el primer capítulo de ‘Ripley’, nueva adaptación de la novela de Highsmith pero en Netflix y en blanco y negro, el protagonista se sienta a cenar con los padres del joven al que debe perseguir por media Europa. Entra en la sala un camarero y le sirve un plato de ostras. Él las observa con cara de abismo: es la mirada del astronauta antes del despegue, del primer hombre que se lanzó al mar a cazar una ballena, del primero que se enfrentó al espejo. Mira las ostras, las ostras lo miran a él, y mientras tanto aguanta las preguntas de cortesía, que son las peores, porque nunca vas a ganar nada pero puedes perderlo todo: ¿eres de Nueva York?, ¿estudiaste aquí?; ¿en Princeton?, vaya, tus padres deben estar orgullosos; Emily, sus padres murieron cuando era pequeño; sí, se ahogaron en Long Island. En un momento de desesperación, él se agarra al tenedor como un marinero al mástil en medio de la tormenta, esperando a que alguien, por Dios, dé el primer bocado y le muestre el camino. ¿No evoluciona así esta especie? Noticia Relacionada Televidente opinion No Reaccionar Bruno Pardo PortoEn esa escena tonta se concreta el tema y el trauma de la serie, y se aventura el desenlace, porque un hombre se define en sus vértigos: hay más antropología en un comedor que en muchas bibliotecas, hay más verdad en un gesto inconsciente que en un discurso o una autobiografía. Lo mismo ocurre con la risa. Dice Tinder, que es el CIS de lo que importa, que los jóvenes cada vez beben menos en sus primeras citas. Es el ‘dry dating’, una ley seca autoimpuesta (todo vuelve, pero retorcido) para juzgar mejor a la persona que tienes enfrente. También calma la ‘hangxiety’, esto es, la ansiedad por lo que hiciste o no hiciste la noche anterior bajo los efectos del alcohol. Mientras tanto aumentan las quedadas de café, tal vez por eso cada vez lo traen de más lejos y lo hacen más ecológico y lo pagamos más caro. Las ciudades, ay, dicen más con sus negocios que con sus museos. En esta dinámica de sobriedad late, también, una ilusión de control: la creencia de que puedes resolver el misterio de una persona en unas pocas horas. Pero nunca sabes cuándo alguien va a estallar. A veces pides ostras y el otro se derrumba. O empiezas una partida al Monopoly enamorado y la acabas soltero. Como las series.

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